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La previsión meteorológica para la procesión magna

Orquesta busca director

Andrés Moreno Mengíbar

03 de octubre 2014 - 05:00

XXV Temporda de conciertos. Programa: 'Scherzo à la russe', de I. Stravinski; Concierto fantástico para piano y oquesta en La menor, op. 78, de I. Albéniz; Sinfonía nº 6 'Patética' en Si menor, op. 74, de P. I. Chaikovski. Piano: Óscar Martín. Director: György Ráth. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves, 2 de octubre. Aforo: Casi lleno.

Creo que uno de los asuntos que el futuro director artístico de la Sinfónica debería afrontar con urgencia es el de devolver a la orquesta a su disposición original en el escenario del Maestranza, más retrasada de corbata para adentro, más recogida en anchura y arropada por la caja acústica que siempre tuvo. Anoche se pudieron comprobar los inconvenientes sonoros de la nueva situación, con cuerdas demasiado elongadas lateralmente y con dificultad para empastar y unos metales amplificados por el telón metálico tras ellos. Tanto en la pieza inicial de Stravinski como en la sinfonía de Chaikovski, en cuanto los metales apretaban un poco se comían literalmente a las cuerdas y saturaban de decibelios la sala. Así resulta muy difícil para un director alcanzar un justo equilibrio entre secciones y conseguir el punto necesario de transparencia en las texturas.

Puede que en parte se debiera a ello, pero el caso es que György Ráth no firmó precisamente una de sus mejores veladas con la ROSS. Poco pudo lucirse en la fruslería musical de Stravinski, muy desequilibrada en materia acústica y con un piano casi inaudible. Tampoco se implicó en exceso en el grandilocuente e impetuoso concierto de Albéniz, donde al menos procuró dar al solista el relieve requerido. Pero ya ante la Patética mostró más oficio que inspiración con una dirección plana y superficial, especialmente en un primer movimiento sin tensión, sin acentuación y sin emoción y con unas secciones de cuerdas faltas de cohesión y del brillo de otras ocasiones. Orquesta y batuta salvaron los muebles en el Finale con acentos de desolación.

Quien sí triunfó fue Óscar Martín, dominador absoluto de la musculosa y compleja parte solista del concierto de Albéniz, pero aún mejor, más artista, en una maravillosa Mallorca llena de delicadeza y sutileza en el fraseo.

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