Una banda en el corazón de la feria
Orquesta de Vientos de la OSC | Crítica
La ficha
Orquesta de Vientos de la OSC
*** Temporada XII. Concierto #5. Orquesta de Vientos de la Orquesta Sinfónica Conjunta. Director: Cosimo Colazzo.
Programa:
Camille Saint-Saëns (1835-1921): Oriente y Occidente Op.25 (1869)
Percy Grainger (1882-1961): Lincolnshire Posy (1937)
Nicolai Miaskovski (1881-1950): Sinfonía nº19 en mi mayor Op.46 (1939)
Lugar: Teatro Los Remedios. Fecha: Miércoles, 19 de abril. Aforo: Media entrada.
Hasta un barrio en el que arde ya la feria por cada esquina se vinieron los jóvenes de la gran banda de vientos de la Sinfónica Conjunta para un programa muy curioso. El Teatro Los Remedios tiene una escena algo pequeña para un conjunto como el reunido (unos 50 miembros, la mitad del grupo en todo su esplendor, por lo que tuvieron que turnarse) lo que provocó algunas saturaciones y pasajes en los que se echó de menos un punto más de claridad.
Pero Cosimo Colazzo mostró buena mano para una equilibrada mezcla de timbres, con un metal grave ejerciendo, junto a un par de contrabajos, como el bajo necesario para la mejor amalgama de sonoridades. Además, en las secciones más líricas y de texturas más ligeras supo no sólo crear atmósferas delicadas, sino que jugó con habilidad con el tiempo. Bien marcado el contraste en Oriente y Occidente de Saint-Saëns, con esa fuga final (la escritura imitativa de la tradición occidental) de aceptable transparencia. Los contrastes tímbricos de todo tipo se impusieron en Lincolnshire Posy de Percy Grainger, una colección de postales sonoras que da juego a todo tipo de combinaciones (magnífico el crescendo en Rufford Park Poachers) y culmina con unas variaciones sobre una balada folclórica de sugerente atractivo.
Desde el arranque marcial al unísono (que se repetirá al final), la singular Sinfonía nº19 de Nicolai Miaskovski desvela su origen como obra creada para una banda militar. Pero si el principio es enérgico y heroico y el final brillante y luminoso, pero algo epidérmicos, los dos movimientos centrales son muy interesantes: en el segundo, en el que parece resonar un vals (o su remedo), Colazzo fue capaz de crear una mágica red de tenues sonoridades sutilmente tramadas, mientras en el tercero, de algo rígida severidad, logró un tono casi religioso.
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