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Un poco de Ligeti es mucho

Orquesta Sinfónica Conjunta | Crítica

La Orquesta Sinfónica Conjunta en el Auditorio de Ingenieros / U. S.

La ficha

ORQUESTA SINFÓNICA CONJUNTA

*** Temporada 23-24.Concierto 1. Solista: Hugo Domínguez Moreno, piano. OSC. Director: Juan García Rodríguez.

Programa

György Ligeti (1923-2006): Atmosphères [1961]

George Gershwin (1898-1937): Concerto en fa para piano y orquesta [1925]

Franz Joseph Haydn (1732-1809): Sinfonía nº101 en re mayor Hob.I:101 'El reloj' [1793-94].

Lugar: Auditorio de la ETS de Ingeniería. Fecha: Viernes 17 de noviembre. Aforo: Casi lleno.

Si no hubiera sido por Juan García Rodríguez, el centenario del nacimiento de György Ligeti, celebrado por todo el mundo, habría pasado por completo desapercibido en Sevilla. El director sevillano programó con Zahir Ensemble hace unas semanas su Concierto para violín, que marcó uno de los momentos culminantes de este comienzo de curso musical en la ciudad, y ahora, ha hecho lo propio con Atmósferas para abrir la temporada de la Sinfónica Conjunta. Partitura mítica, crucial en los 60 para el desarrollo del estilo del maestro y de las técnicas texturales de composición, Atmósferas es obra de extrema complejidad, en la que pese a la extraordinaria división de los instrumentos de la orquesta, las partes solistas acaban subsumidas en el concepto de masa. A la interpretación de los jóvenes sevillanos se le notaron tal vez demasiado las costuras, las divisiones entre las distintas partes y también los cambios entre secciones instrumentales: acaso lo mejor ese clúster en la cuerda grave del principio, que tuvo todo el misterio que la partitura requiere.

Esos diez minutos de Ligeti fueron bienvenidos, como el Concierto en fa de Gershwin, obra que apenas se programa, y que habla el lenguaje del neoyorquino a sus 27 años, una combinación entre ritmos populares del tiempo, perfumes de jazz y tradición clásica. El problema para Hugo Domínguez fue una orquesta inmensa que García Rodríguez no siempre controló como el pianista hubiera deseado: así, en el charlestón del primer tiempo lo tapó muy a menudo. El pasaje musical más intenso es en cualquier caso el arranque del segundo movimiento, un blues como introducción orquestal que luego asumirá el piano, momento mágico, hecho de delicadeza y, ahora sí, estupendo equilibrio. El final vuelve a retomar los brillantes ritmos de baile del Nueva York de los años 20, y en él pianista y orquesta volvieron a disputarse la primacía en un duelo que acabó en empate.

Haydn limpia el sonido a cualquier orquesta, y para los jóvenes es muy necesario. García Rodríguez redujo obviamente los efectivos (cuerda: 10/8/8/6/4), eliminó el vibrato y agilizó el fraseo para una versión de un buen equilibrio entre secciones, abundantes contrastes dinámicos (muy marcados en el Andante), un Minueto algo contenido y adusto y un fulgurante Vivace final en el que los jóvenes de la OSC mostraron un estupendo nivel técnico.

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