Nuevos equilibrios románticos

Orquesta Bética de Cámara | Crítica

La Orquesta Bética de Cámara en el Espacio Turina
La Orquesta Bética de Cámara en el Espacio Turina / D. S.

La ficha

Orquesta Bética de Cámara

*** Concierto nº4. Solista: Regina Laza, violín. Programa: ‘Canto de las tierras altas’ (‘Fantasía escocesa’ en mi bemol mayor Op.46 de Max Bruch y Sinfonía nº3 en la menor Op.56 'Escocesa' de Felix Mendelssohn). Lugar: Espacio Turina. Fecha: Domingo, 2 de junio. Aforo: Media entrada.

Curtida en la OJA, la Jonde, la Joven Orquesta Europea y diversos conjuntos profesionales, la violinista Regina Laza (Algeciras, 1994) mostró un talento indudable con una partitura irregular, la Fantasía escocesa de Bruch, obra que parte de temas folclóricos escoceses y combina pasajes inspirados con otros de auténtica quincalla musical.

La partitura resulta en cualquier caso muy exigente para el solista e incluye una parte también delicada para el arpa, que por momentos casi se convierte en un segundo solista. La joven algecireña mostró afinación impecable y un sonido de gran plasticidad, amplio, ancho, robusto, brillante, pero que supo recogerse en los detalles más íntimos con una gran elegancia. La solidez de la técnica aparece en los pasajes virtuosísticos, resueltos con sobrada agilidad. Pero por encima de esas cuestiones queda una extraordinaria musicalidad, un saber plegarse al tempo y el carácter que requiere cada momento de su interpretación y una concepción vigorosa y apasionada de la materia musical, lo que corroboró en la impetuosa interpretación que hizo del movimiento de cierre de la Sonata nº2 de Ysaÿe. Soberbio su concurso en este último concierto de temporada de la Bética.

De la mano de Michael Thomas, el conjunto acompañó con discreción e hizo luego una interpretación frenética, con algunos momentos de cierto atropellamiento de la Sinfonía Escocesa de Mendelssohn. La batuta de Thomas imprimió un ritmo implacable desde el principio y se preocupó notablemente por un equilibrio entre familias que diverge considerablemente de aquel al que acostumbraron al aficionado los grandes conjuntos sinfónicos. Con una cuerda reducida (5/4/4/3/1), Thomas dio a estas dos partituras románticas un tono de colores tenues y atmósfera difusa, con una madera que domina con frecuencia, lo que exige un empaste que debería ser más aquilatado y cuidado, algo que sólo da el tiempo, y la Bética dista mucho de ser un conjunto estable. La intención se adivinó, las maneras son muy buenas, falta la infraestructura que permita a este conjunto crecer como la orquesta de cámara que una ciudad como Sevilla debería poder permitirse.

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