La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
ORQUESTA JOVEN DE ANDALUCÍA | CRÍTICA
***Programa: Concierto nº 27 para piano y orquesta en Si bemiol mayor KV 595, de W. A. Mozart; ‘La consagración de la primavera’, de I. Stravinsky. Piano: Javier Perianes. Orquesta Joven de Andalucía. Director: Juanjo Mena. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Sábado, 29 de diciembre. Aforo: Casi lleno.
Una de las consecuencias de la falta de control de las instituciones culturales sobre los organismos que financian, dejando carta blanca absoluta a los directores artísticos, es que éstos suelen utilizar su puesto para su autopromoción antes que para cubrir las necesidades del público para el que trabajan. En el caso sevillano esto nos ha privado de conocer en vivo a los mejores directores de orquesta españoles que triunfan a nivel internacional, pero a quienes los celos artísticos, los intereses de las agencias y la ignorancia de las autoridades los han alejado del Maestranza.
Por ello la presencia de Juanjo Mena en nuestro teatro al frente de la OJA ha supuesto todo un evento por el que hay que dar las gracias a los responsables de la OJA, porque mucho me temo que será difícil que lo veamos al frente de la Sinfónica, a él y a otros sólidos valores ya famosos.
A pesar de la maestría y la fama del director vasco, el concierto de Mozart acabó dejando sensación de decepción. Nada que objetar en lo técnico ni a la batuta ni al piano, pero la versión del último de los conciertos para piano de Mozart fue plana y blanda en exceso. Con un claro desequilibro entre cuerdas y maderas, todo discurrió sin apenas arañar la superficie del discurso musical, con escasos acentos y sin variedad en las dinámicas. Todo muy delicado y hasta cursi, con un Perianes volcado en una articulación demasiado ligada y con las aristas de las frases limadas en exceso.
Todo cambió en la segunda parte. Mena diseccionó magistralmente la liminar composición de Stravinsky a base de una enorme claridad en la exposición de las líneas entrecruzadas, soltura en los juegos rítmicos y energía en los ataques de una orquesta soberbiamente empastada y de gran calidad en sus secciones, un entusiasmante conjunto capaz de seguir con precisión todas y cada una de las indicaciones dinámicas del director, como ese soberbio crescendo que cerró la primera parte de La consagración de la primavera. ¡Bravo por ellos y ellas!
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