Nuria Espert recalca que sin Lorca “yo hubiera sido una actriz pequeña”
Coloquio a cuatro voces sobre la Generación del 27
La gran dama española del teatro participa con José Antonio Carrizosa, director de 'Diario de Sevilla', en los diálogos que organiza la Fundación Manuel Alcántara en colaboración con Cajasol
Sevilla/Nuria Espert, la gran dama española del teatro, evocó ayer su amistad personal con Rafael Alberti y su experiencia con la obra de Federico García Lorca en la jornada dedicada a la Generación del 27 organizada por la Fundación Manuel Alcántara y la Fundación Cajasol, que aportó su sede en la Plaza de San Francisco. Espert, que conversó con el director de Diario de Sevilla, José Antonio Carrizosa, antecedió a Paloma Recasens, nieta de Ignacio Sánchez Mejías, que trazó un complejo perfil de su abuelo en conversación con el director de ABC de Sevilla, Álvaro Ybarra.
Para Espert, los miembros de la Generación del 27 "son nuestros contemporáneos, un pasado tan presente. Esas mentes prodigiosas fueron una explosión de talento y la envidia de Europa. El 27 es lo mejor que le ha pasado a la cultura española en el siglo XX porque no están sólo los poetas y la literatura, está el cine, el arte, la pintura..."
Generosa, la premio Princesa de Asturias de las Artes recordó sus inicios y lo que supuso representar a García Lorca en el franquismo. "Era jugarse el tipo, se le había representado poquísimo cuando mi marido, Armando Moreno, y yo, que en 1959 fundamos nuestra compañía, decidimos llevarlo a escena. La familia de Lorca nos dio el visto bueno pero cada vez que íbamos a representarlo, dos o tres días antes, nos prohibían el espectáculo. La decisión de que no se representara a Federico la tomó Franco al principio del desastre pero casi 40 años después nadie se atrevía a derogarla y se privó a tres generaciones de público de la magia de su teatro. Si recitábamos a Lorca no pasaba nada pero sus obras teatrales se consideraban subversivas, como un acto político. Finalmente alguien vio más allá y en 1971 pudimos montar Yerma con la policía en los camerinos. Fue todo un éxito teatral y el público sintió que se había abierto al fin una puerta".
Espert siguió representando Yerma durante 14 años pese a que las críticas teatrales fueron "muy malas" en el estreno. "A partir de ahí Lorca se metió por completo en mi vida", recordó esta barcelonesa que nació en 1935 en el seno de una familia obrera de Hospitalet de Llobregat y cuyos padres, que se conocieron haciendo teatro, fueron quienes le descubrieron a Lorca. "Mi padre se presentó un día en casa con el Romancero Gitano, que estaba prohibido, y copió esos poemas que he recitado toda mi vida [y con los que ahora está de gira dirigida por Lluis Pasqual]".
Espert añadió que el teatro de Lorca "me abrió las puertas del mundo, especialmente gracias al montaje de Yerma que dirigió el tucumano Víctor García, hombre de difícil carácter pero de un talento extraordinario. Aquella Yerma fue un milagro. Y luego, años después, fue fundamental para mí La casa de Bernarda Alba, que dirigí en Londres con Glenda Jackson de protagonista. Yo sin Lorca hubiera sido una actriz pequeña".
A petición de Carrizosa, Espert decidió qué personaje de Lorca la había puesto más al límite y, aunque le costó pronunciarse, reconoció que Doña Rosita la Soltera era su papel favorito "porque esa mujer sevillana era tan distinta a mí que me tenía que desdoblar completamente. La he representado muchas veces pero algo tremendo pasaba cada vez que la hacía. La estrené en 1980 dirigida por otro maestro argentino, Jorge Lavelli".
A Alberti, al que sí llegó a conocer, lo recordó "pintoresco y simpático". Coincidieron por primera vez en Florencia, cuando su amigo Terenci Moix convenció al poeta gaditano y a su entonces esposa María Teresa León para que fueran a verla en la gira italiana de Yerma, "yo le admiraba mucho pero me quedé tan cortada que él no paraba de elogiar a mi marido, eso fue muchos años antes de su regreso a España". Pasó el tiempo y, tras volver a coincidir en un acto en la Biblioteca Nacional, comenzaron un proyecto que les unió y con el que triunfaron en los años 80 en París, Aire y canto de la poesía de España.
Espert recordó ayer que Alberti, como relató en La arboleda perdida, estaba escondido en Mallorca cuando supo del fusilamiento de su amigo "y sintió que esa muerte tenía que haber sido la suya, porque me decía que Federico no había militado en ningún partido, era una persona progresista pero que amaba profundamente a su país y a sus gentes".
Del dolor por Lorca hablaron mucho durante aquellas giras juntos "pero también Alberti me contó con gran generosidad muchas cosas que no están en los libros. Por ejemplo, que Federico era un centro energético lleno de generosidad pero también alguien que podía quedarse de pronto quieto en un rincón y meterse en un mundo de timidez extrema, como de presentimiento funesto".
A ella, con todo, no le gusta que se hable de Lorca como el poeta de la muerte. "Escribió ese maravilloso Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, y hasta Alberti le dedicó al torero un poema fúnebre, pero Lorca es para mí el poeta de las canciones, el amor, la alegría".
La actriz, que ha asumido varias veces papeles masculinos, se extendió también sobre su relación con los roles de Hamlet, Próspero (La tempestad) y el Rey Lear, que estrenó en catalán dirigida por Lluis Pasqual, y considera una cima de su carrera. "Rey Lear es un monumento, es la Sagrada Familia, es Notre Dame antes del incendio. La historia entera de la humanidad está contenida en las tres horas que dura esa obra de Shakespeare que me ha dado tantas cosas... Representar a Lear ha sido una de las mayores satisfacciones de mi vida".
Criada en el seno de una familia republicana y progresista, Espert reconoció que "nunca he sentido que me pagaban peor por ser mujer ni me trataban con menos respeto. He tenido mucha suerte porque en el teatro es imposible humillar a la mujer, ningún empresario puede pretender que brille más el caballero en Yerma, Doña Rosita, Medea... tendría que cambiar de obra".
Aún tuvo tiempo Carrizosa de preguntarle su opinión sobre Cataluña. "Resido desde hace 40 años en Madrid. Barcelona cada vez está más bonita, le hacen perrerías y ella sigue bella y maravillosa, pero le ha salido un forúnculo horroroso que me tiene muy triste como catalana y como barcelonesa".
Con una energía envidiable, la Espert se despidió anunciando que sigue interesada "en interpretar Antonio y Cleopatra de Shakespeare, por supuesto en una versión de amantes maduros".
Recasens e Ybarra cerraron con brillantez la jornada recordando la valentía de un Sánchez Mejías que no dudaba en escaparse a la Alameda para torear con Joselito, que amaba la lectura de El Quijote y los clásicos, y que no dejó de formarse hasta el final de su vida –"probablemente hubiera querido estudiar derecho", dijo Paloma Recasens– para estar a la altura "de sus grandes amigos, los intelectuales del 27".
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