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Desde unos comienzos influidos por Edward Hopper, Morandi, el cubismo sintético o el surrealismo de Magritte, hasta llegar a la depuración actual -con su particular síntesis de la abstracción-, la obra de Javier Buzón ha asimilado todo un discurso del arte contemporáneo que niega por completo la idea de la pintura como un medio retrógrado o inmovilista. Miembro con Ricardo Cadenas, Patricio Cabrera y Curro González de esa cantera que halló en el magisterio de Miguel Pérez Aguilera y de su entonces asistente en la Facultad de Bellas Artes, Carmen Laffón, la clave de un compromiso decidido con la pintura y el dibujo, Buzón ha tenido durante años mejor acogida entre los coleccionistas que entre la crítica nacional. Esta deuda se salva ahora con la muestra antológica que el jueves inauguró en la Casa de la Provincia rodeado de galeristas, amigos y numerosos compañeros de oficio entre los que se contaban también Antonio Sosa, Ignacio Tovar y Manolo Cuervo.
La muestra, titulada Paisajes, descubre una obra donde la visión cosmopolita alterna con el enraizamiento a los espacios del sur, ya se trate de serenas campiñas o de trepidantes avenidas. El montaje, por el que su artífice Isidoro Guzmán ha recibido numerosos elogios, no respeta la ordenación cronológica estricta para acentuar los distintos temas que Buzón ha abordado. Son series como Villanueva o Árboles que abren al visitante la puerta a otras realidades.
"En mis trabajos de finales de los años 90 domina la noche. Por lo artificial de la luz, Isidoro ha reunido estas obras en un recinto más apartado", explica el artista de unos lienzos donde superpone planos muy sintéticos de colores puros. "Practico un juego entre figuración y abstracción que refuerza el carácter onírico de estos paisajes urbanos", subraya Buzón, que sigue ejerciendo la docencia y trabaja en su estudio del barrio del Porvenir "desde la serenidad, sin imponerme metas rígidas, atento al ritmo propio que me sugiere cada conjunto".
En Nocturnos, las calles de Sevilla están pintadas "con espíritu americano" y no se distinguen de las avenidas de Cádiz, Huelva y Los Ángeles (Estados Unidos) que también inmortaliza. En esta serie, se ha servido de fotografías quemadas y plantillas "para realizar unas indagaciones formales que reivindican el dibujo y la pintura como entes autónomos", detalla Buzón. También le han inspirado los poemas de Miguel Florián, un escritor que ha dedicado a sus composiciones pictóricas todo un poemario. "Cuando aún no nos conocíamos, Miguel me regaló un poema que le había suscitado la contemplación de uno de mis cuadros. Ahora soy yo quien he encontrado la inspiración en sus versos", señala.
La trama vegetal es uno de los motivos de las obras agrupadas en Villanueva, donde descubre "el paisaje que veo desde la tapia de la finca de mi suegra en Villanueva del Ariscal". Son óleos sobre lienzo y pasteles sobre papel donde Buzón convierte el muro, la viga o la ventana en elementos compositivos.
En los cuadros que integran la serie Árboles, más esquemática y conceptual, el misterio se adueña de la mirada. Como sugiere el escritor aragonés José María Conget en su estudio De la soledad cómplice a la libertad: la pintura de Javier Buzón, recogido en el catálogo de la muestra, es "como si lo que el artista se afana en representar no son sólo las ramas desnudas del árbol otoñal arañando un cielo nublado sino además la huidiza respuesta de su sensibilidad a ese árbol y ese cielo". Conget cree que las pinturas de Buzón nacen de la atención a las cosas y del silencio, "pero también de la textura de sueño que subyace en toda existencia".
Buzón suscribe estos aspectos antes de precisar que en esta exposición sólo hay una visión descriptiva y anecdótica: el cuadro Rivera, una vista de Alcalá de Guadaíra desde los pinares de Oromana. Lo dice antes de llamar la atención sobre cómo contrasta el movimiento del cielo con el estatismo de la vega de Sevilla en su serie Espacios. O de admirar la belleza de las proporciones del Museo Gulbenkian de Lisboa, que le inspiró un diálogo entre interior y exterior que tiene su correlato en una exquisita vista del londinense Hyde Park, óleo procedente de una colección particular.
La exposición concluye con una conjunto inédito: ocho lienzos de 2009 donde el azul del cielo lucha por adentrarse en el bosque. O donde ramas y hojas intentan, como nos dicen los versos de Florián, "atravesar la sombra hasta encontrar la luz".
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