El Yo y su ridículo

JE SUIS NARCISISTE | CRÍTICA

Luces y colores de este brillante espectáculo.
Luces y colores de este brillante espectáculo. / Guillermo Mendo
Andrés Moreno Mengíbar

20 de mayo 2023 - 23:19

La ficha

****Ópera con música de Raquel García-Tomás y libreto de Helena Tornero. Intérpretes: Elena Copons, Toni Marsols, María Hinojosa y Joan Ribalta. Dirección de escena: Marta Pazos. Escenografía: Fernando Ribeiro. Vestuario: Pier Paolo Álvaro. Iluminación: Nuno Meira. Sonido: Sixto Cámara. Movimiento: Amaya Galeote. Piano: Pepe Fernández. Dirección musical: Vinicius Kattah. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Sábado, 20 de mayo. Aforo: Lleno.

¿Quién es este yo que se nos conmina a potenciar en busca de un frenesí sin tregua?, ¿cómo se entrelaza su silueta con los vastos procesos institucionales de la globalización y con un modo neoliberal de gobernar las conductas?”

Así se interroga, como preludio a su indagación, Francisco Vázquez García en un libro que les recomiendo encarecidamente: Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo expresivo en la Modernidad tardía. Y lo hago porque encaja a la perfección en el meollo del libreto de Helena Tornero. Si bien en clave de ironía (agudos pildorazos hacia los músicos que vienen como anillo al dedo), de sátira y, sobre todo de humor, ese sentido que tantos han perdido en la actualidad y que tanta falta hace para afrontar la vida cotidiana y los absurdos que nos rodean. Por el brillante texto pasan y son despellejadas todas esas terapias del yo (meditación, Mindfulness, yoga, etc.) que alejan a la personalidad del mundo real y que la hacen cada vez más inútil para los hábitos sociales y para la resolución de conflictos con naturalidad. Narcisismo (“el mundo está siendo devorado por el narcisismo”, dice el falso psiquiatra), individualismo, materialismo, no son más que reflejos de ese culto enfermizo al yo tan acendrado en estos tiempos.

Todo ello viene reforzado por una espléndida música de Raquel García-Tomás que ahonda aún más en los perfiles tristemente ridículos en los que vemos caer a nuestros congéneres día sí y otro también en las pantallas de televisión, en los centros educativos, en los centros de salud, en el espacio público, en los transportes colectivos... La compositora opta por un lenguaje musical lleno de guiños al clásico musical de Broadway, a la revista española o al cabaré más ácido de la República de Weimar. Con algún que otro engaño operístico, la escritura vocal es brillante y muy exigente, pues la obliga a pasar del canto al parlato y a utilizar diversos registros vocales. No es un lenguaje musical agresivo o selectivo, sino atrayente, elaborado pero también identificable y recordable.

Como consecuencia imprevista de la huelga de la ROSS que debería haber actuado en el foso, la versión a piano afianzó aún más ese perfil de cabaré vitriólico de la música y del texto. Claro que esto no habría sido así de no estar al teclado Pepe Fernández, insigne continuador de la saga utrerana de los Perrate y pianista imaginativo, seguro y brillante, que echó sobre sus hombros salvar el espectáculo para regocijo de un abarrotado teatro y de un público que con sus risas y sus aplausos certificó su aquiescencia con la decisión tomada. Y no olvidemos la atenta dirección musical de Vinicius Katta, él mismo también parte del espectáculo.

Los cuatro solistas, además, de espléndidos cantantes, realizaron un trabajo actoral impresionante bajo la guía de Marta Pazos en un diseño escénico fluido, de ritmo incesante, lleno de juegos con el espacio y los cuerpos y que hace de la luz y de las sombras un elemento fundamental que otorga corporeidad a la luz y los colores. A ello hay que sumar el imaginativo y fantasioso vestuario, a los maquillajes y estilismos fosforescentes y a las luces casi lisérgicas. Todo sumó para una velada para pensar y para reir.

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