Salir al cine
Manhattan desde el Queensboro
Lola López Mondéjar. Escritora y psicóloga
La hija de la Lolita de Nabokov no murió en el parto. Demasiadas muertes hilaban esa historia, nos cuenta ella misma, convertida en protagonista de Cada noche, cada noche (Siruela), la novela en la que Lola López Mondéjar recoge también la voz de uno de los personajes literarios más populares del siglo XX y que presentará mañana junto a Rosario Izquierdo en Sevilla, en la librería Casa Tomada (Muro de los Navarros, 66).
-¿Por qué partir de esa posibilidad entre todas las que ofrecía el final de Nabokov?
-Mi intención principal ha sido darle voz a Lolita, ponerle el micrófono. Esta novela, que está estructurada en tres voces, comenzó a partir de los diarios de la Lolita niña, pero no me interesaba mantener su voz hasta el final. Así que se va mezclando con las impresiones de su hija de joven, cuando encuentra los diarios de su madre, y al final, cuando es ya una mujer madura de 58 años que se enfrenta a la muerte, y que no tiene miedo de decir la verdad.
-Con Cada noche, cada noche el lector se hace consciente de algo que, a nivel colectivo, se ha pasado por alto respecto a la obra de Nabokov: el concepto de nínfulas y el propio punto de vista de Humbert, libran de culpa al agresor. Pero la historia no es una historia de amor, sino de abuso, como Vladimir Nabokov señalaba.
-Esa pregunta no tiene fácil respuesta. Lo que me parece que sucedió es que la novela se escribió en 1955, se publicó en el 58 y en el 62 Kubrik hizo su película y la historia experimentó una auténtica explosión, traduciéndose a un montón de idiomas. Todos esos años coinciden con los de la revolución sexual, una época en la que, bajo el lema del consentimiento, se privilegiaba la libertad sobre cualquier otro tipo de principio moral y se le atribuía a Lolita el consentimiento a Humbert Humbert a partir de esa elipsis que hay en la novela que dice: "A la mañana siguiente, éramos amantes". Lolita no es más que una niña de doce años, y él hace de ella como Pigmalión: un objeto de deseo a su imagen y semejanza. Hoy, seguramente seríamos más críticos. La de Humbert Humbert es una mirada tan bien construida y representada porque ejerce una enorme seducción sobre nosotros, pero hoy día no sería tan poderoso, porque tenemos los ojos más abiertos. Sabemos que, aunque haya consentimiento, hay una asimetría insalvable, pero en esa época incluso había asociaciones de pedófilos que pretendían ser legitimadas, e intelectuales franceses que abogaban por la libertad absoluta, algo que descubrí mientras hacía las pesquisas para la novela y que me llamó muchísimo la atención, hasta grandes pensadores cayeron en la trampa... El paradigma del consentimiento era el que regulaba las relaciones entre niños y adultos durante mucho tiempo. Respecto a la novela, Nabokov insistió en varias entrevistas en que se trataba de una historia de abusos, y llegó a pedir que no pusieran la imagen de una niña en las portadas.
-"El rapto y la dominación de la niña virgen es la máxima aspiración de los hombres," reflexiona la protagonista. Desde luego, sorprende la cantidad de casos en el ámbito literario: Dante y Beatriz, Petrarca y Laura, Poe y Virginia...
-Ha sido algo generalizado en todos los ámbitos. Yo he tenido pacientes que me han hablado de la diferencia de edad entre sus padres, que era enorme. Tiene que ver con una educación patriarcal. El hombre busca una materia moldeable y cuanto más joven es la mujer, y más niña, más susceptible, más receptiva de ser moldeada para convertirla en lo que él necesita. Lo curioso es que todo eso se envuelve en el mito del amor romántico, hemos llamado amor a esa relación cuando sólo hay un sujeto de deseo, porque la niña no tiene conciencia ni voluntad definida. Nos tragamos lo de la inspiración, la historia de la literatura, pero bajo todo eso estaba la realidad de que los hombres quieren a las mujeres calladas y dormidas, con cuanto menos subjetividad, mejor. Por lo menos, hasta la revolución de los 60.
-Más bien, las "lolitas" son víctimas de la cosificación por parte de toda una estructura social. Como las mujeres cubiertas con burka, las mujeres jirafa, el modelo mariano...
-Todas esas mujeres que aparecen en el libro en una exposición de otro personaje, Cindy Shark, como una forma de denuncia para insistir en cómo aún hoy la cosificación de la mujer puede ser alarmante. Por ejemplo, con los cebadores, que van engordando a sus amantes hasta que adquieren proporciones mórbidas.
-El otro personaje redimido en la novela es Charlotte, incluso a pesar de la visión poco favorecedora de la Lolita niña y adolescente. A través de los ojos de Humbert, es odiosa.
-He respetado bastante la ambivalencia entre una madre y una niña púber que aparece en la novela. Charlotte privilegia su deseo frente a la maternidad, algo que entonces se veía muy mal, y su hija mantiene con ella una relación ambivalente, de amor y odio. Pero aun así puede encontrarse cierta explicación a su comportamiento. A través de Humbert parece casi caricaturizada pero, de nuevo, es el gran seductor, y lo creemos.
-Y otra de las cuestiones que planean de continuo en la novela es la forma de morir.
-Lifecircle. Estuve entrevistando a la presidenta de este grupo, aunque he literaturizado mucho. Pero las entrevistas previas, los protocolos que tienen para el suicidio voluntario asistido, son así. El tema levanta mucha animadversión, sobre todo en un país católico como éste, y la gente tiene miedo hasta de plantearlo. Pero creo que en una sociedad que envejece cada vez más, legalizar la eutanasia como muerte voluntaria asistida me parece sumamente necesario.
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