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En la sala que recibe al visitante en la exposición que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) dedica a Antoni Muntadas, la majestuosa silueta de distintos galeones y una Vista de Sevilla de Louis Callery, pintada entre finales del siglo XVI y principios del XVII y procedente del Bellas Artes de Sevilla, parecen anticipar otro relato fascinado por las grandes gestas que surcaron mares y océanos, pero al Premio Nacional de Artes Plásticas y Premio Velázquez, lo descubre pronto el espectador, no le interesa esa clase de épica. Muntadas. Ejercicios sobre memorias pasadas y presentes, que acoge el CAAC hasta el 4 de septiembre, parte del vínculo de España con Filipinas y la aventura comercial del Galeón de Manila para reflexionar sobre las políticas coloniales y los exilios.
En otra de las estancias, Muntadas (Barcelona, 1942) recuerda que Filipinas es uno de los países con mayor población que ha emigrado, y dedica un monumento portátil a los trabajadores que dejaron sus ciudades e imprime sus rostros en monedas. "Los monumentos con zócalos y pedestales se erigen como conmemoración pero también como gesto impositivo", reza un letrero que cruza las paredes de la sala. El creador reclama así que no sólo militares a caballo y gobernantes merecen su homenaje, también los desheredados.
A continuación, el autor reinterpreta los célebres mantones de Manila, uno de los símbolos de las conexiones con Asia, prenda original de China que acabará convertida en todo un icono de lo español. Muntadas toma estos complementos habitualmente asociados a la fiesta y al flamenco como lienzos en los que se han bordado escenas históricas dispares, desde la batalla de Mactán donde murió Magallanes hasta la cruenta guerra contra la droga y el crimen del presidente Duterte, que alarmó a la comunidad internacional por su atropello a los derechos humanos. La denuncia y la crítica no están reñidas en esta serie con el humor: en ella aparecen también los zapatos de Imelda Marcos arruinados por las inundaciones y las termitas.
La muestra, que surgió de la invitación del Ateneo Art Gallery de Manila a Muntadas, se sirve también de la metáfora de las plantas que llevaron las expediciones a nuevos destinos, y que tuvieron "efectos perjudiciales para la ecología local", para preguntarse por el impacto que la llegada de los descubridores provocó en las comunidades indígenas. Estas malas hierbas protagonizan nueve láminas y también unos platos realizados por La Cartuja, la fábrica de cerámica que ocuparía el monasterio del mismo nombre que hoy alberga el CAAC. El director del centro, Juan Antonio Álvarez Reyes, que junto a la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico Patricia del Pozo acompañó a Muntadas en la inauguración de la muestra, destacó la pertinencia de que un espacio como éste, donde Cristóbal Colón preparó su segundo viaje al Nuevo Mundo, programara la muestra de Muntadas. El artista le daba la razón en sus comentarios a la prensa: "Todo comenzó aquí", decía.
Muntadas, pionero del media art en España y un nombre que sigue atrayendo a los principales museos –el Bellas Artes de Bilbao, el Artium de Vitoria o el Centro Gallego de Arte Contemporáneo le han dedicado exposiciones en los últimos años–, ha centrado proyectos audiovisuales en el tema de la inmigración, como On Translation: Miedo / Jauf y On Translation: Fear / Miedo, piezas en las que ahonda en las tensiones entre España y Marruecos y EE UU y México.
Otra parte de la muestra recupera, con proyecciones pero también con recortes de prensa, dibujos y fotografías, los viajes que Muntadas hizo en los años 70, por países como Brasil, Venezuela y México, que recorrió en autostop e incluso en aviones que transportaban ganado, imágenes dispersas que encontraron una nueva narración en el montaje que se hizo de ellas en 2011. Al final del itinerario de Muntadas. Ejercicios sobre memorias pasadas y presentes, el autor catalán lo deja claro con una obra titulada Contexto, unas letras que reproducen esa palabra en chapa: el arte consiste en interactuar con el entorno, dialogar con los otros e interrogarse por el mundo.
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