La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
El poeta y periodista salmantino José-Miguel Ullán falleció el sábado en Madrid a los 65 años, víctima de un cáncer, apenas unas horas después de que incineraran a su compañero y amigo, el crítico literario Rafael Conte. Ullán fue un poeta radical, sin concesiones, que amaba por igual las vanguardias y la cultura popular.
Nacido en Villarino de los Aires (Salamanca) en 1944, se trasladó en 1959 a Madrid, donde inició estudios de Ciencias Políticas, Ciencias Sociales y Filosofía. En 1966 se exilió en París, donde trabajó en la ORTF como director de las emisiones en castellano de France Culture. A su regreso a Madrid, en 1976, se incorporó a Ediciones Rayuela y desarrolló una intensa actividad en medios como El País, Radio Nacional o Televisión Española aunque también fue subdirector de Diario 16 y fundó su suplemento Culturas.
Como poeta ha sido adscrito a la llamada generación de los 70. Entre sus obras poéticas destacan: El jornal, Amor peninsular, Un humano poder, Mortaja, Antología salvaje, Cierra los ojos y abre la boca, Maniluvios, Alarma, De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado, Manchas nombradas, y Rumor de Tánger. En 1994 publicó los libros Visto y no visto y Razón de nadie. En 1995, presentó en la Residencia de Estudiantes su libro Ardicia. También creó y dirigió la colección de poesía de Cátedra.
Muchos de sus poemarios fueron elaborados en colaboración con grandes pintores, como Miró, Tapies, Chillida y Saura. Publicó, además, tres monografías de pintores: Las soledades de Francisco Peinado, Abecedario en Brinkmann y Acuarelas. Zóbel.
Autor de una producción radical, inteligente y disconforme, Ondulaciones. Poesía reunida (1968-2007) recogía el conjunto de su obra, que integraba sus grafismos, "poemas dibujados por el gesto libre de la mano que en otras ocasiones escribe" que durante el último año protagonizaron exposiciones dentro y fuera de España. "La escritura de Ullán, bien lejos del mito de lo inefable, presenta al poeta frente a un mundo saturado de lenguaje en el que sólo le cabe abrir una pausa, aislar un punto en la cadena interminable de palabras", señalaron sus editores de Galaxia-Gutenberg.
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