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El escritor y premio Cervantes Miguel Delibes (Valladolid, 17 de octubre de 1920) falleció ayer en su domicilio de la capital castellano-leonesa rodeado de sus hijos tras agravarse la enfermedad que padecía. El escritor deja un rico legado que le ha convertido posiblemente en la figura más querida y popular de la literatura castellana de la posguerra. El autor de El camino y La sombra del ciprés es alargada, entre otros títulos, dio voz en sus escritos a un mundo rural que languidecía ante el empuje de la ciudad y a unas clases medias que intentaban sortear, en vano muchas de las veces, los estrechos códigos morales del franquismo.
El funeral por el eterno descanso del novelista se celebrará hoy en la catedral de Valladolid y sus restos mortales se incinerarán y reposarán, por expreso deseo del escritor manifestado desde hace tiempo, junto a los de su mujer, Ángeles de Castro, en el Panteón de Ilustres del cementerio municipal, por iniciativa del Ayuntamiento, que ayer decretó tres días de luto oficial.
La relevancia de la obra de Delibes en la cultura se advierte en el tremendo éxito que han tenido dos adaptaciones de sus obras: la versión teatral de Cinco horas con Mario, dirigida por Josefina Molina e interpretada por Lola Herrera, se mantuvo en cartel desde 1979 hasta 1990, convirtiéndose en uno de los montajes más longevos de la escena nacional; y la traslación a la pantalla de Los santos inocentes, realizada por Mario Camus, e interpretada por Alfredo Landa y Francisco Rabal, perdura como uno de los clásicos del cine español.
El joven Delibes había regresado a Valladolid recién acabada la Guerra Civil para estudiar Comercio y Derecho. Sin embargo, ninguna de estas carreras le complacería y sólo el azar quiso -él mismo lo reconoció así- que desembocara en el mundo del periodismo y de la literatura. Su primer artículo lo publicó en el periódico El Norte de Castilla, del que llegó a ser director en 1958.
Tercero de ocho hermanos, llegaría a ocupar el sillón e de la Real Academia Española de la Lengua, institución en la que ingresó en 1975 con un discurso titulado El sentido del progreso desde mi obra, un alegato ecologista hermosamente escrito. Un año antes, en 1974, la pérdida prematura de su esposa había dejado una profunda huella en su espíritu de la que nunca llegó a reponerse y que inspiraría en cierto modo la redacción de su novela Señora de rojo sobre fondo gris.
En 1982 era ya uno de los más importantes referentes de la literatura en lengua castellana cuando recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, ex aequo con Gonzalo Torrente Ballester. En 1991 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas. Ese año la Universidad de Málaga le rindió homenaje en el V Congreso de Literatura Española Contemporánea, titulado Miguel Delibes: el escritor, la obra y el lector.
En 1998 al narrador se le diagnosticó un cáncer de colon mientras concluía la escritura de su última novela publicada, El hereje. En los últimos años se dedicó sobre todo a la caza, una de sus grandes aficiones, y al paulatino retiro en el sosiego campestre.
En 2001 leería el discurso que sirvió de colofón al II Congreso de la Lengua Española. En sus palabras quedó de manifiesto su interés por la oralidad: "A estas alturas puedo decir que, en buena medida, una manera de ser es una manera de hablar", declaró.
Su interés por la naturaleza fructificó en el libro La tierra herida, un volumen sobre los problemas medioambientales de la tierra que en 2005 publicó en la editorial Destino junto a su hijo, el biólogo y ex director de la Estación Biológica de Doñana Miguel Delibes de Castro.
En 2009 Delibes recibió los últimos reconocimientos en forma de sendas medallas concedidas por los gobiernos de Castilla y León y Cantabria. "Mucho metal para mí", comentó entonces el novelista.
Los Reyes de España siempre recordarán a Miguel Delibes por la "amistad invariable" y el "afecto sincero" con que les distinguió este escritor, académico y periodista, cuya "incansable tarea" le granjeó "la admiración y el cariño de todos". "En estos momentos de dolor, nos sentimos muy cercanos a toda la familia, a la que trasladamos todo nuestro cariño y estima", concluía el telegrama de pésame enviado ayer por don Juan Carlos y doña Sofía a la familia de Delibes.
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