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Figura clave de la canción de autor y memoria esencial de la música popular española, Luis Eduardo Aute ha fallecido a los 76 años este sábado en Madrid, donde vivía retirado de los escenarios y de la vida pública después del infarto que sufrió en 2016 y que dejó secuelas definitivas en su salud. A pesar del cese de su actividad creativa, su recuerdo se había mantenido álgido en los últimos años a través de homenajes (como el concierto celebrado en el Wizink Center de Madrid en diciembre de 2018 que, bajo el lema Ánimo Animal, reunió a Silvio Rodríguez, Ana Belén, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Joaquín Sabina y otros aliados) y de la reedición de sus últimos libros de poesía.
Nacido en Manila en 1943, Aute deja un legado ya legendario como músico, poeta, pintor y cineasta. Aunque orientado en un principio a las artes plásticas, la publicación de 24 canciones breves en 1968 abrió para Aute una trayectoria en la que llegaron himnos como Al alba, De alguna manera, Las cuatro y diez, Sin tu latido y De paso, que han conocido cientos de versiones de la mano de otros artistas. Su labor poética empezó en Málaga, con la publicación de su primer libro, La matemática del espejo (1975), en la colección de Ángel Caffarena. Como cineasta destaca especialmente su largometraje de animación Un perro llamado Dolor (2001), en el que rendía su particular homenaje a sus más íntimos maestros del arte.
A través de sus canciones, Luis Eduardo Aute hizo gala de su compromiso político (Al alba quedó para la Historia como la condena de mayor alcance al Proceso de Burgos), pero también de su gusto por el surrealismo, las vanguardias artísticas, el erotismo y la religión, con temas compuestos en su mayor parte en castellano pero también en francés y en su lengua materna, el inglés. España pierde con Aute a un creador único, de influencia decisiva, cuya obra, eso sí, seguirá acompañando a muchos.
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