El Montalbano de 2008

Especial novela negra

'La danza de la gaviota'. Andrea Camilleri. Salamandra. Barcelona, 2012. 220 páginas. 15 euros.

El Montalbano de 2008
El Montalbano de 2008
F. P. A.

31 de marzo 2013 - 05:00

La danza de la gaviota es la décimo novena entrega de la serie del comisario Montalbano, creado a mediados de los años noventa por Andrea Camilleri y que ha sumado a su causa cientos de miles de seguidores por toda Europa. En esta ocasión, Montalbano se enfrenta a la desaparición de su colega Fazio, que andaba investigando unos movimientos sospechosos en el puerto de Vigata. La novela responde al patrón de toda la serie, compuesta por obras cortas, de lectura adictiva y rápida, muy divertidas y con una cierta carga de acidez.

En esta ocasión el componente crítico es algo mayor que en las novelas anteriores y se aprecia a un Montalbano algo apesadumbrado. Pero uno echa en falta la carga de ironía e indignación que pueden tener otros de sus colegas en el noir europeo, abanderados por el griego Petros Márkaris, padre del comisario Kostas Jaritos. Es el problema que tiene que un libro que se publicó en su país en el año 2008 llegue a finales de 2012 a las librerías españolas. En esos cuatro años han pasado una crisis económica mundial, una oleada de movimientos sociales de indignación contra la clase política, los bancos y los mercados y hasta un negro ha llegado a la presidencia del país más poderoso del mundo.

La realidad de Italia y España ha cambido tanto en cuatro años que uno lee algo escrito en 2008 y parece que está leyendo algo de otro siglo. El casi nonagenario Camilleri tiene varias novelas más publicadas en Italia que no han visto la luz aún en España. Tiene incluso la obra final de la serie, que sólo se publicará, por expreso deseo suyo, tras su muerte. El anciano escritor juega con la popularidad de su comisario y habla de que el actor calvo que protagoniza la serie de televisión que recrea sus investigaciones no se parece en nada a él. No faltan los chistes de siempre, las torpezas de su ayudante y el peloteo de uno de sus superiores. Ni siquiera falta la mujer fatal, esas que siempre terminan en la galería de su casa junto a la playa tomando una copa, pero que siempre lo hacen por interés.

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