Monsalves, la ampliación olvidada
El Bellas Artes reabre este miércoles
Más de 13 años después de la firma entre Gobierno, Junta y Ayuntamiento, el proyecto está en letargo. Sin viabilidad económica para ampliar el espacio y los servicios, la urgencia es que el museo gane independencia en su gestión
Sevilla/5 de marzo de 2007-1 de julio de 2020. Entre una y otra fecha se han sucedido tres presidentes del Gobierno de España, cuatro presidentes de la Junta de Andalucía, el cambio político en el Gobierno regional después de 37 años y una pandemia.
El primero es el día en el que se firmó el protocolo de colaboración entre el Ministerio de Cultura que entonces dirigía Carmen Calvo, hoy vicepresidenta primera del Gobierno de España, la Junta de Andalucía, representada por el entonces consejero de Hacienda, José Antonio Griñán, y la consejera de Cultura, Rosa Torres, y el alcalde de Sevilla de aquella etapa, Alfredo Sánchez Monteseirín. El protocolo contemplaba que la Junta cediera al Estado el Palacio de Monsalves para su adaptación como segundo edificio del museo, en el que se concentrarían los servicios como cafetería, tienda, sala de conferencias, oficinas y salas temporales; por su parte, la Junta se comprometía a elaborar el plan de necesidades para el funcionamiento del nuevo museo surgido de esa ampliación y el Ayuntamiento, por último, acometería la reordenación de la movilidad en la zona, dado que de Monsalves al Convento de la Merced media un serpenteo de calles estrechas hoy abiertas al tráfico.
La segunda fecha corresponde a la reapertura a la actividad pública del museo el próximo miércoles que, sin embargo, el pasado 9 de junio abrió sus puertas de manera extraordinaria para acoger la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía. En una comparecencia protagonizada por el consejero de la Presidencia y portavoz, Elias Bendodo, y la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, el icónico cuadro de Las Cigarreras de Gonzalo Bilbao fue el fondo escogido para un encuentro con periodistas en el que, con todo, la pinacoteca hispalense no fue la protagonista de ningún anuncio especial. La información se centró fundamentalmente en el plan de impacto para la actividad cultural y el calendario de reapertura de los museos andaluces siendo finalmente el Bellas Artes uno de los últimos en hacerlo debido, justificó la consejera, al desmontaje de la exposición de Martínez Montañés. Desde entonces, la fecha se ha pospuesto en varias ocasiones por el desmontaje, como razón aireada, pero también por la complicada situación de personal que arrastra la pinacoteca.
Sin embargo, una certeza sí quedó despejada en esa rueda de prensa. Aunque hayan pasado los años, el planteamiento para la ampliación sigue siendo el mismo: crecer en el Palacio de Monsalves es el único proyecto que existe para el Gobierno andaluz a día de hoy. Conviene reparar en este hecho puesto que es conocido que los cambios en la dirección política de una administración suelen modificar los acuerdos ya alcanzados eternizando un proceso ya de por sí complejo. El ejemplo del Museo de Lola Flores en Jerez es el paradigma de la reformulación del proyecto a medida que se ha escenificado la falta de sintonía entre el gobierno local y la Junta.
Pero si bien no se ha cambiado de criterio en este tiempo, lo cierto es que no ha habido voluntad política de hacer realidad el proyecto. A esto se suma que tampoco ha existido un continuado respaldo académico ni ciudadano que lo haya situado en la agenda política. Una reivindicación desde el ámbito civil que sí gozó en su día, por ejemplo, el Museo de Málaga mientras estuvo sin sede y que congregó hasta veinte mil personas, con el alcalde Francisco de la Torre y el desaparecido pintor Eugenio Chicano a la cabeza, en una histórica manifestación que reclamó al Gobierno de España la necesaria inversión. Hoy esa lucha ciudadana forma parte del recorrido final que el visitante hace por el Palacio de la Aduana y es un ejemplo de movilización cívica en el mundo de la cultura.
Por contra, aquí, sin apenas ruido por parte de la sociedad, los distintos titulares socialistas de la Consejería de Cultura han sacado el proyecto de Monsalves del cajón, con más o menos convencimiento, en cada reunión bilateral con el Ministerio de Cultura a sabiendas de que se conocía la respuesta: "No hay dinero para una obra de esta envergadura", según cuentan fuentes conocedoras de la procelosa relación entre ambas administraciones.
La nueva situación económica que surge de la crisis del coronavirus complica aún más la viabilidad de este proyecto, a decir de la respuesta de la consejera aunque, según puntualizó en aquella rueda de prensa, su idea es llevar el museo "en nuestras conversaciones futuras con el ministro". Del Pozo explicó que es consciente de que hoy los esfuerzos presupuestarios están centrados en el Museo Arqueológico de Sevilla, intervención para la que la Junta está cumpliendo su parte del acuerdo consistente en sacar del museo todos los fondos y llevar las piezas esenciales al Convento de Santa Inés, que se convertirá en sede provisional mientras el Ministerio acomete las obras en el museo de la Plaza de América.
Frente al camino ya encarrilado que parece tener el Arqueológico, ¿por qué el proyecto de Monsalves languidece y nunca ha sido prioritario? Los profesionales consultados coinciden en que hay una falta de ambición política que encuentra su mejor acomodo en el escaso interés de la ciudadanía por los museos sevillanos y por el Bellas Artes en particular, salvo para las grandes citas, caso de las últimas exposiciones relacionadas con el Año Murillo. Manuel Fernández, presidente de la asociación ciudadana Sevilla Se Mueve, plataforma que promueve la Noche en blanco de los museos, lo resume así: "Sevilla es la ciudad de los eventos y Málaga la de los museos", una definición que, confiesa, le leyó al arquitecto Juan Ruesga en un artículo en esta cabecera.
Para Sergio Harillo, responsable del blog Cultura de Sevilla, uno de los espacios en internet que desde su creación hace 13 años más ha denunciado el estado de abandono en los museos de la ciudad, cree que "hoy día hay muy poca gente que sepa que hay una ampliación proyectada en Monsalves cuando ni siquiera saben si están abiertas otras instituciones culturales de la ciudad, la información no llega ni siquiera a los que se interesan por estos temas".
Aunque ahora el Bellas Artes carezca de todo lo que debe tener un museo del siglo XXI, a simple vista la gran intervención realizada de cara a los fastos de la Expo 92 ha servido para que el museo sobreviva dignamente todos estos años. Por el contrario, el Museo Arqueológico, que ha vivido en los últimos tiempos una gran atención de la comunidad científica internacional gracias al depósito de las monedas romanas halladas en Tomares, sufría una "absoluta emergencia estructural", en palabras de Harillo, además de una museografía anquilosada con cartelas escritas a máquina de escribir, salas cerradas por riesgo de desprendimiento... Razones por las que el Ministerio, titular del museo, priorizó esta intervención con la llegada de José Guirao, en junio de 2018. Aunque hoy, con la amenaza de los recortes por las consecuencias de la crisis postCovid, existe miedo de que las partidas comprometidas no lleguen.
Y si el proyecto de Arqueológico ha tenido que ser redefinido en presupuesto y forma frente al original que presentó Vázquez Consuegra, el de la ampliación del Bellas Artes en Monsalves no genera un entusiasmo generalizado. En el informe sobre la ampliación elaborado en 2006 por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, la opción de Monsalves se presentaba como "una última oportunidad" tras el estudio de otras opciones en el entorno. Al respecto, Harillo opina que la partición del museo en dos en lugar de buscar una alternativa que reúna en un mismo edificio todos los servicios dice mucho "de nuestro nivel de conformismo y de nuestra falta de ambición". Frente al proyecto oficial, Benito Navarrete, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Alcalá y director de Infrastructuras Culturales y Patrimonio del Ayuntamiento de Sevilla (2011-2015), se muestra partidario de una "remodelación del Bellas Artes en el propio edificio, crecer en las antiguas huertas del Convento de la Merced y aprovechar los espacios de arriba para una buena sala de exposiciones".
Sin embargo, para Navarrete, responsable de la recordada muestra El joven Murillo, la urgencia es fundamentalmente de naturaleza administrativa. Cabe señalar que el museo es de titularidad estatal y de gestión autonómica y no goza de gestión diferenciada en el organigrama de la Consejería de Cultura como sí lo tienen, por ejemplo, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) o la Alhambra. En la práctica esto obliga a la dirección del museo a depender de la dirección política de la Consejería de Cultura para el control último del presupuesto o para la toma de numerosas decisiones, un peaje "bochornoso e impropio para un museo en el entorno europeo, que debería estar hablándose de tú a tú con el Prado o el Reina Sofía", declara Navarrete. Es por esto que el experto aboga por impulsar una estructura administrativa diferenciada en la que se implique de lleno el Ministerio de Cultura "como museo estatal que es". La creación de un patronato, como el que existe en museos que podrían asimilarse en tamaño como el Bellas Artes de Bilbao, supondría una herramienta útil "siempre que no sea un patronato decorativo y que quien se siente en él ponga 250.000 euros", enfatiza. Esta independencia agilizaría la adaptación del museo a los retos que tiene por delante en esta nueva normalidad: la de su identidad digital, su apuesta por los proyectos educativos y por la investigación y divulgación de sus fondos.
En paralelo, la historia de la falta de reconocimiento del Bellas Artes va pareja a la de las instituciones culturales que surgen en la ciudad con potentes campañas publicitarias de las que carece el museo, que no sin esfuerzo se ha incorporado en los últimos tiempos a las redes sociales. En este sentido, Navarrete critica que otros proyectos compitan con el museo, que debería tener el "absoluto protagonismo", como la anunciada Casa natal de Velázquez o el Centro Velázquez de Focus; de este último sostiene con rotundidad que, dado la situación en que se encuentra la Fundación Focus, "debería depositar ya todos los cuadros que tiene en el Museo".
Por su parte, Harillo critica la invisibilidad de los museos de la Junta y del Bellas Artes en particular en las onerosas promociones de Fitur, que impulsa tanto el Gobierno andaluz como el Ayuntamiento de Sevilla. "No hay una voluntad de mostrar una marca común de oferta cultural y patrimonial", razona. A ojos de los expertos consultados, en un momento en el que la ciudad busca reinventar su turismo al margen de los eventos masificados que hoy no son recomendables por la amenaza de contagio por el virus, el tranquilo recorrido por los impresionantes fondos de pintura antigua y del XIX de la pinacoteca supondría una de las mejores cartas de presentación de Sevilla ante el visitante foráneo.
Sin ampliación a la vista y sin ejercer un liderazgo cultural en la ciudad, sorprende el silencio que, en general, practica sobre el museo la comunidad científica, un entorno de procelosas e históricas envidias. Al respecto, el presidente de Sevilla Se Mueve reconoce que en las ocasiones en las que ha tratado con la comunidad universitaria ha sentido "que era un juego de egos donde lo menos importante era pelear por el Museo". Navarrete, más crítico aún, sostiene que el silencio responde al interés particular de cada uno de "venderse por una conferencia o por el texto de un catálogo" antes que formular una crítica a la gestión política.
La excepción es la labor que realiza la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes que preside Ignacio Vila, que aunque limitado en el presupuesto, impulsa actividades y un programa de restauraciones que dan muestra de un compromiso, alejado de los focos, que no se corresponde con el que hasta ahora han ejercido las administraciones que lo tutelan: Junta y Ministerio.
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