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El pasado octubre, los integrantes de Maga celebraron con un emocionante concierto en el Lope de Vega que la banda se tomaba, tras más de dos décadas de actividad, un descanso indefinido. Ahora, Miguel Rivera propone otro adiós a esa feliz trayectoria y se presenta "solo, con mi guitarra y mis maquinitas" en un recital que dará este viernes en el Fun Club y en el que el cantante y compositor, dotado para la palabra, como ha demostrado con sus celebradas letras y su libro Sistemas binarios,Sistemas binarios explicará a su público las historias que se esconden detrás de sus canciones.
"Cuando colgamos el cartel de Cerrado por vacaciones mi intención era haber hecho una gira de despedida por varias ciudades, pero las circunstancias no fueron propicias para ello y la idea se quedó en barbecho", recuerda Rivera (Alcalá de Guadaíra, 1974) sobre los antecedentes de su nueva propuesta. "Yo me había quedado con ese runrún en la cabeza, y hace un par de meses me dije: ¿Por qué no hacerlo yo? Al fin y al cabo, las canciones de Maga son mi patrimonio, un patrimonio inmaterial. Empecé a llamar a puertas y esas puertas se abrieron", dice sobre una gira que entre otros escenarios ha visitado Almería, Cádiz, Algeciras, Cabra o Granada. "Lo que hicimos en el Lope era una despedida de la banda de los escenarios, esto es distinto. Aquí la selección está hecha ex profeso para este show, porque no todas las canciones tienen una historia que contar, que era lo que quería compartir con el público esta vez".
Rivera está comprobando en este viaje a la esencia que la verdad no siempre se corresponde con la lectura que los espectadores habían hecho de sus letras. Le ocurrió con una pareja de Jerez que había otorgado otro vuelo a las líneas de Diecinueve, uno de los temas: "Y dormíamos tan juntos / Que amanecíamos siameses / Y medíamos el tiempo en latidos". Aquellos novios que habían elegido esa canción para la boda "se quedaron un poco decepcionados cuando se enteraron de que la había inspirado el desamor, porque ellos creían que hablaba de lo contrario. Pero yo creo que cada composición tiene un sentido para quien la crea, y otros sentidos para quienes la escuchan, y todos son igualmente válidos. El receptor da nuevos significados a una música, a un libro, a una película, y esa es una de las cosas bonitas que tiene el arte. A esa pareja la convencí de que esa canción iba a seguir siendo su canción, para siempre, da igual lo que la originara en su momento".
En Mi historia cantada, la gira en la que se ha embarcado, Rivera desvela por ejemplo que Silencio, otra de las joyas del repertorio de Maga, surgió el Domingo de Ramos de 2009, con el músico encerrado en su casa –entonces vivía en la calle Cruz Verde– por la "marabunta" que estaba viendo el paso de la Amargura y que le impedía salir. "Hoy yo no quiero vivir / en la ciudad más triste / que llora por afición", entona Rivera en esa pieza.
El intérprete comparte así con sus fieles confidencias a media voz. "Por eso he elegido salas con aforos pequeños, donde son posibles los encuentros cercanos, íntimos, algo difícil de conseguir con un formato eléctrico, de banda, al que la gente va con otro espíritu. Yo aquí intento que el sonido sea moderado, tirando a bajo, que la gente preste atención y no se sienta saturada como sucede cuando el ruido es alto".
Rivera mantiene ahora otra actitud más relajada y cómplice ante el público, gracias a la gimnasia que le supuso Sistemas binarios, un espectáculo en el que interpretaba los textos de ese libro homónimo. "Aprendí mucho de esa experiencia, me ayudó a expresarme de otro modo. Yo antes de ese desafío no concebía hablarle a un auditorio sin el parapeto de una guitarra", comenta un músico que se define "en forma" e "ilusionado, y el primer motor para un creador es la ilusión".
Rivera, que ha conocido "periodos en los que tienes menos ganas de explorar, de experimentar, y te salen canciones más oscuras", se sabe hoy más cerca de la luz. Ha encontrado, y lo señala con entusiasmo, otra vertiente para expresarse en la composición de bandas sonoras. "Había colaborado en películas, pero eso de enfrentarte íntegramente a la música de una es más reciente", declara. Tras varios trabajos junto al director Jorge Laplace, tiene pendiente de estreno Como Dios manda, una comedia de Paz Jiménez. "Es un ejercicio muy interesante, eso de poner tu creatividad al servicio de otro. Ya no estás contando tu vida, sino acompañando la visión de otra persona", concluye.
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