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Corre 1923 cuando el periódico onubense La Provincia difunde, por primera vez en España, los versos de Fernando Pessoa. En la primera página de la edición del 11 de septiembre se publica la versión de su poema Inscriptions, escrito en inglés; lo firma el onubense Rogelio Buendía. Buendía, que ha dejado atrás el modernismo e investiga entonces los discursos ultraístas, trabajó en sus traducciones de Pessoa -no servirá como excepción- con una colaboradora a la que se omite: María Luisa Muñoz de Buendía, su esposa.
Igual que Fernando Pessoa se llamó Álvaro de Campos, y Bernardo Soares, y Ricardo Reis, y etcétera, María Luisa Muñoz de Buendía nació María Luisa Muñoz de Vargas, y creció Luchy Muñoz de Vargas, y respaldó su obra propia adoptando el apellido de su marido. Como María Luisa Muñoz de Buendía nos la ha recordado Pepa Merlo en Peces en la tierra (Fundación José Manuel Lara, 2010), el volumen en el que se recoge la obra de las "mujeres poetas en torno a la Generación del 27"; el canon, si entendemos como tal la antología generacional de Gerardo Diego, sólo incluye a Ernestina de Champourcin y Josefina de la Torre. En esa generación, en su núcleo o en sus afueras, por tomar las coordenadas de Merlo, escribieron Champourcin y De la Torre, y Muñoz de Buendía, y Rosa Chacel, y Carmen Conde, y Concha Méndez, y Esther López Valencia, y Lucía Sánchez Saornil, y con ellas se iniciaron las poetas -María Cegarra, Susana March- de la Generación del 36. Las poetas no ejercen como anécdota, sino que traban ya una obra firme, en igualdad de condiciones: les falla -eso sí- la difusión y la recepción crítica, aún escasa.
María Luisa Muñoz de Vargas -la misma, diferente- nació en Huelva en 1898. Su familia mantenía lazos con la Rio Tinto Company Limited y el periódico La Provincia, propiedad de su padre, el impresor Francisco Muñoz Pérez. El ambiente en el que crece María Luisa, quizá ya ahora Luchy, facilita su interés por la escritura y le permite estudiar en Inglaterra: allí aprenderá el idioma, que le servirá para traducir años después a Pessoa o Guy Bolton. Su matrimonio en 1922 con Rogelio Buendía amplía, con la complicidad de su marido, la repercusión de sus colaboraciones en prensa: la firma de María Luisa Muñoz de Vargas -hasta ahora-, que ya se había convertido en la primera mujer cuyos textos se difundían de manera habitual en la prensa onubense, salta a las páginas de Papel de Aleluyas. La revista se define como "de literatura y arte", añadiendo al subtítulo "hojillas del calendario de la nueva estética"; dirigida por Buendía -los estudiosos la sitúan a la altura de Gallo y Litoral-, en ella colaboraron Rafael Alberti, Luis Cernuda o Ramón Gómez de la Serna. La carrera periodística de María Luisa Muñoz de Buendía la ha estudiado María Paz Díaz Domínguez, autora de varios ensayos sobre las primeras periodistas onubenses.
Rogelio Buendía influye en la proyección de la escritura de María Luisa, acercándola a las publicaciones en las que él ya colaboraba -en España y en América: Cervantes o Pictorial Review-, y al mismo tiempo la oculta: todavía hoy se acata ese papel a la sombra de su marido. Retomando el ejemplo de las traducciones de Fernando Pessoa, los Buendía-Muñoz trabajan codo con codo en ellas, pero las asumirá él: la única referencia es la alusión explícita de Eloy Navarro en el prólogo a Lusitania. Viaje por un país romántico (Renacimiento, 2003), de Buendía, en el que se confirma que el poeta vertió a Pessoa al español "en colaboración con su esposa, María Luisa Muñoz de Vargas". Sin embargo, en las notas de prensa que aluden al préstamo a la Biblioteca Nacional de ese ejemplar de La Provincia -lo cede el Archivo Municipal de Huelva para la exposición Fernando Pessoa en España-, María Luisa Muñoz de Buendía se presenta con su nombre familiar, "Luchy Muñoz de Vargas", sobre cuya actividad literaria se omite -en pleno 2014, una vez publicada Peces en la tierra, y gritada la reivindicación- cualquier información, y a quien se define según su matrimonio con el traductor de Pessoa -no co-traductora del trabajo que se mostrará- y su condición de integrante de "una familia muy vinculada a la colonia inglesa". María Luisa Muñoz de Buendía publicó sus artículos en la prensa ya no local, sino internacional; escribió varios libros de poemas para adultos y probó con la literatura infantil; tradujo literatura inglesa y entregó a los lectores un buen número de relatos. Nos interesa por pionera, pero todavía hoy se identifica como hija y esposa.
Se parapeta tras el seudónimo neutro Lucky o el masculino Félix Bulnes o Félix de Bulnes; así publica en 1925 la novela Herrumbre en el alma. Juan Ramón Jiménez se interesa por la escritura de María Luisa, y prologa su debut poético, Bosque sin salida (1934); hay cierto aire romántico en los versos de Muñoz de Buendía, un decir clásico -en el lenguaje y en la música-, y la autora insiste en los temas de siempre, que suenan nuevos en la voz de quien abandona el papel de objeto y se posiciona, por fin, en el de sujeto. "En este bosque sin salida / que es mi vida, / ¿quién entró? / Como gusano en tierna fruta / entró el amor / y va royendo, hasta minarlo, / el corazón. / En este bosque sin salida / que es mi vida, / ¿quién entró?". Sin alharacas, con sencillez, conociendo la respuesta.
Si la Guerra Civil marcó el silencio de Rogelio Buendía, en el caso de María Luisa Muñoz de Buenía activó la escritura. En 1958 publica el "cuento romántico" El amor no pide permiso; siete años antes, un volumen de Cuentos selectos; la década anterior la habrá inaugurado con la novela Toros y palomas, y la cerraría con otra novela, Tres días de amor. En 1967 se despide de la escritura con una doble entrega: el libro de poemas Lluvia en verano (1967), entre lo popular y lo sentimental, y La princesita de sal (1967), dirigido al público infantil. Atrás quedaron, en cambio, intentos experimentales como el poema Gardenia: "Ligera como el gamo / que salta en la pradera, / con su raqueta aérea / e inesperadamente, / en la oscura solapa / de aquel espectador, / coloca la pelota / como una blanca flor".
¿Cuándo murió María Luisa Muñoz de Buendía? María Paz Díaz Domínguez señala que en su casa de Madrid y en 1975, casi con 80 años, según la esquela publicada en ABC; Pepa Merlo e Iris M. Zavala, en su Breve historia feminista de la literatura española en lengua castellana (Anthropos, 1998), indican que ocurrió en 1994, cuando la escritora habría rozado el siglo de vida. Tampoco resulta sencillo encontrar fotografías de la autora, ni mucho menos libros: descatalogados, habituales en los circuitos de las librerías de viejo, las vistosas ediciones de su narrativa -en colecciones de novela romántica- llaman hoy más la atención que su propia escritura. María Luisa Muñoz de Buendía, la primera periodista de Huelva, la mujer que descubrió a Pessoa para el lector español, la que como tantas otras se escondió bajo el nombre de un hombre -seudónimo o familia-, contuvo muchas mujeres, y fue más.
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