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"El violín no me ha impedido tener una infancia normal"

María Dueñas | Violinista

La violinista granadina María Dueñas debuta a sus 20 años en DG con el Concierto para violín de Beethoven, que toca con sus propias cadencias

María Dueñas (Granada, 2002) / Felix Broede

La ficha

Beethoven & Beyond

Ludwig van Beethoven (1770-1827): Concierto para violín y orquesta en re mayor Op.61 [cadencias de María Dueñas]

Louis Spohr (1784-1859): Adagio (segundo movimiento de la Sinfonía concertante nº1 para violín y arpa en sol mayor) [Volker Kempf, arpa]

Eugène Ysaÿe (1858-1931): Berceuse Op.20

Camille Saint-Saëns (1835-1921): Havanaise Op.83

Henryk Wieniawski (1835-1880): Légende Op.17

Fritz Kreisler (1875-1962): Liebeslied

Cadencias para el Movimiento I del Concierto de Beethoven de Spohr, Ysaÿe, Saint-Saëns, Wieniawski y Kreisler.

María Dueñas, violín

Orquesta Sinfónica de Viena

Manfred Honeck, director

Deutsche Grammophon

María Dueñas nació en Granada en diciembre de 2002. En 2014 se trasladó a Dresde con su familia y poco después se instaló en Viena, donde ahora reside, mientras se forma con Boris Kuschnir en la Universidad de Música y Arte de la capital austriaca. Esta entrevista tuvo lugar el pasado 5 de abril, Jueves Santo, una semana antes de que la joven violinista ofreciera en el Teatro Monumental de Madrid el Concierto de Brahms junto a la Orquesta de RTVE y de que se conociera que se le había concedido el Premio Princesa de Girona a las Artes. El próximo 5 de mayo se publica finalmente en plataformas y sale a la venta físicamente su primer y esperadísimo disco con una de las obras más importantes del repertorio clásico, el Concierto de Beethoven.

–Su primer álbum: nada menos que el Concierto de Beethoven en Deutsche Grammophon, ¿soñó con algo así?

–Estoy muy ilusionada de poder trabajar con DG. Son un equipo increíble. Grabar Beethoven como mi álbum de presentación es algo muy especial para mí. Este Concierto me ha acompañado muchas veces en momentos importantes y es una forma de brindarle un homenaje. Escribir mis propias cadencias le aporta además algo muy personal. El concierto se ha grabado muchas veces y era fundamental para mí hacerlo de esta forma, para poder contar algo más de mí, de mi personalidad como música, de la forma en la que lo entiendo.

–¿Recuerda la primera vez que lo tocó?

–Fue algo muy singular. Cuando estudiaba en Alemania, con 11 o 12 años, conocí al director Marek Janowski. Me escuchó varias veces y en un momento dado me dijo, cuando tengas 18 años quiero que toquemos el Concierto de Beethoven juntos, aquí en Dresde. Y eso fue una meta para mí: a los 18 años tenía que tener el Concierto impecablemente preparado para poder tocarlo con un director tan célebre. Y curiosamente aquel fue el último concierto que toqué antes de la pandemia. Y también el primero que toqué después del confinamiento, en mi ciudad, en el Festival de Granada, en julio de 2020, junto a la Sinfónica de Galicia. Por eso le decía que ha sido un concierto que me ha acompañado en muchos momentos importantes de mi carrera

–¿Cómo fue para una chica de 18 años que quería comerse el mundo de la música enfrentarse de repente a ese parón?

–Para todos fue muy difícil. Acostumbrada a hacer música para el público, aprendí a valorar cosas que daba quizás por sentado. Hice algunas actuaciones en streaming, pero sin público, y es muy diferente. Esa sensación de tener al público en la sala me faltaba, no tenía la misma sensación de estar comunicándome con la gente. Y eso me ha servido para valorar mucho más lo que tengo la suerte de hacer.

–¿Tiene algo que ver la escritura de las cadencias con su gusto por la composición?

Empecé a escribir cadencias con 11 o 12 años; lo hice entonces para Conciertos de Mozart. Ya que el compositor nos da esa posibilidad, por qué desaprovecharla, es una forma de afrontar su música de otra manera y a la vez mostrar algo de ti misma, de tu personalidad. Y por eso me pareció también importante tocar cadencias de otros cinco compositores, para ver cómo fue evolucionando la forma de ver y analizar el Concierto de Beethoven. Así, la cadencia de Spohr es todavía muy mozartiana, y en la de Wieniawski hay mucho virtuosismo…

–Además incluye una pequeña obra de cada uno de esos cinco compositores...

–Sí, porque al ser mi primer disco tenía que enseñar todas mis facetas posibles como artista. No quería grabar solo una obra tan conocida como el Concierto de Beethoven, sino ofrecer algo de mí misma a través de las cadencias y dar a descubrir obras que no se han tocado tanto. De las cadencias está la famosa de Kreisler que es la que siempre se toca, pero las otras, no. En el caso de las otras obras, la Liebeslied de Kreisler y la Havanaise de Saint-Saëns sí se han tocado mucho, pero las obras de Ysaÿe o de Spohr apenas se conocen. A mí me parece importante que los artistas jóvenes nos comprometamos a ofrecer obras que no sean siempre populares, tenemos que intentar ir algo más allá y dar a conocer otro repertorio, que yo creo que debería tocarse más.

–¿Había trabajado ya con Manfred Honeck y la Sinfónica de Viena?

–Con Honeck había trabajado varias veces. Él me ha apoyado mucho desde el principio. Hay una comunicación muy abierta con él, siempre está dispuesto a considerar ideas nuevas. Con la Sinfónica de Viena ha sido mi debut. Y estoy muy contenta porque refleja muy bien lo que soy ahora mismo: vivo en Viena, donde he tenido lo principal de mi formación gracias a mi profesor, Boris Kuschnir, y grabar este disco en el Musikverein con un director y una orquesta austriacos ha sido muy especial para mí…

–Con sólo 12 años se trasladó a Dresde para estudiar música. ¿Siente que se ha perdido algo?

–Para mí tocar el violín fue desde siempre una cosa muy natural. Mis padres no eran músicos y nunca me presionaron, solo me ayudaron, desde el principio. De hecho se trasladaron conmigo cuando me fui a Alemania a estudiar, junto a mis dos hermanas pequeñas. Tocar el violín no me ha impedido tener una infancia normal, ha sido algo muy natural para mí. Me gustaba, me hacía mucha ilusión y fue durante mucho tiempo una parte de mi vida; y ahora es mi vida. Desde luego sin mi familia nada de esto habría sido posible.

–¿En qué repertorio le gusta más moverse?

–Eso es algo que va variando con el tiempo. Como música tienes que estar abierta a todo tipo de repertorios, porque la audiencia es muy amplia. Hay que tocar conciertos muy conocidos (Chaikovski, Beethoven, Mendelssohn...) pero también salir y tocar obras no muy conocidas. Además me interesa mucho la contemporánea. He tenido la suerte de que Gabriela Ortiz, una compositora mexicana, me dedicara un concierto, que se titula Altar de cuerda y estrené con la Filarmónica de los Ángeles y Gustavo Dudamel. Es una obra con una energía muy danzable y muchas raíces españolas y mexicanas. Además tengo un proyecto en noviembre de un concierto de un compositor que va a ser un descubrimiento, aunque no puedo hablar mucho de ello todavía…

–¿Se imagina escribiendo su propio concierto?

–Quién sabe. Me gusta mucho componer. Me interesan mucho todos los ámbitos de la música, no sólo el violín. Quién sabe.

–¿Cuáles son los compromisos que más la ilusionan de los próximos meses?

–Haré una gira con Dudamel y la Filarmónica de los Ángeles por Europa con este concierto de Gabriela Ortiz. Voy a debutar con la Orquesta de Cámara de Europa con Herbert Blomstedt, un director que ha sido siempre una gran inspiración para mí. Será además en Dresde, donde estudié. Volveré a Estados Unidos para tocar en Pittsburgh con Manfred Honeck y en verano también haré recitales con piano. Hay mucho por delante.

Con sólo 20 años, María Dueñas ha debutado ya en el sello discográfico más famoso de la música clásica. / C. Koestlin

–¿El premio en el Concurso Yehudi Menuhin que logró en 2021 fue un punto de inflexión en su carrera?

–Sí, fue decisivo para la colaboración con Deutsche Grammophon. Es un concurso que yo seguía desde niña, porque era un concurso para jóvenes, y me parecía inalcanzable. Yo veía a todos esos músicos y me decía, ojalá poder tocar algún día como ellos. Fue muy especial, porque hubo que hacerlo online, y no me esperaba ganar, la verdad.

–¿La ayudó a abrir el mercado americano?

–Había tocado ya en Pittsburgh y San Francisco, pero es verdad que el concurso tuvo mucha relevancia en todo el mundo, por el hecho de haber sido online. Hace menos de un mes estuve en Richmond, que es donde se tenía que haber celebrado. He conocido a mucha gente que me apoyó durante el concurso, a patrocinadores… Di además un concierto con la Sinfónica de Richmond. Ha sido muy especial ir allí.

–¿Cómo va la relación con DG?

–Están muy abiertos a lo que propongo. Me hacen sugerencias, pero están abiertos. Hay proyectos muy interesantes, con cosas que creo que serán inesperadas. Espero poder compartir pronto un poco más de todos esos proyectos.

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