La música de las esferas

Marco Vargas y Chloé Brûlé | Crítica

Un momento de 'Los cuepos celestes' de Vargas y Brûlé.
Un momento de 'Los cuepos celestes' de Vargas y Brûlé. / Francisco Reina/Cía. Vargas Y Brûlé.

La ficha

**** 'Los cuerpos celestes' Cía. Marco Vargas y Cholé Brulé. Festival Anfitrión. Creación e interpretación: Marco Vargas, Chloé Brûlé, Gero Domínguez, Miguel Marín y Yinka Esi Graves. Composición musical: Miguel Marín. Dirección coreográfica: Chloé Brûlé. Espacio escénico: Antonio Godoy. Iluminación: Antonio Valiente. Dirección: Marco Vargas y Cholé Brûlé. Lugar: Teatro Romano de Itálica, Santiponce. Fecha: 10 y 11 de julio. Aforo: Lleno.

Mirar las estrellas o aullar a la luna, son excusas como otras cualuiera para bailar. Los cuerpos celestes contiene algunas de las coreografías más memorables de la compañía Vargas y Brûlé, enriquecida en este caso con la suma de dos grandes intérpretes como Gero Domínguez y Yinka Esi Graves. El primero aporta energía, drama y heroismo a la pieza y la segunda sensualidad y delicadeza. Al tradicional buen hacer de Marco Vargas, seguro, solemne, elegante, y Brûlé categórica e imaginativa. Como decía, esta obra contiene algunas de las mejores coreografías de la compañía, como ese magnífico paso a dos entre Brûlé y Esi Graves, delicado, a cámara lenta, sutil, directo, emotivo, pura tierra, puro amor. O la seguiriya final de grupo, contundente, épica, evocadora de los antiguos cultos a la diosa blanca. Los cuerpos celestes incluye guiños a la pintura y la escutura y alguna reflexión sobre el valor de la diferencia, de la disidencia. Sobre los alunaos, los marcianos. Y el precio que deben pagar. Los números se seceden en forma de pasos a dos, tríos, cuartetos y pasajes con el grupo al completo en los que se investigan nuevas posibilidades corporales, o nuevos valores en los pasos viejos, sea el ritmo de las seguiriyas, un marcaje por bulerías o una llamada, puestos al servicio del nuevo mensaje que propone la obra en la que la compañía se torna grave para hablar del firmamento y sus misterios renunciando así a una de sus señas de identidad, el humor. Ciertamente, hacer chistes sobre Urano o Neptuno se nos antoja complicado. También el trabajo con los objetos se ha reducido al mínimo. Ningún solo contiene la obra, lo que da fe de su carácter coral. Miguel Marín ha compuesto una partitura electrónica, minimalista, para hablarnos de la música de las esferas que cautivó a Pitágoras, con contundentes interpretaciones de percusión en directo, de gran efecto.

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