Un invierno con Manolo Summers

Salir al cine

Una exposición en Huelva, un seminario y un ciclo de proyecciones en Cicus o la edición en Blu-ray de seis de sus filmes en alta definición reivindican al cineasta y dibujante sevillano 30 años después de su muerte

Manolo Summers (1935-1993) cámara al hombro.
Manolo Summers (1935-1993) cámara al hombro.

No ha tenido mucha suerte Manuel Summers (Sevilla, 1935-1993) con la crítica y la historiografía del cine español. A pesar de ser uno de los cineastas de más éxito popular salido de la Escuela Oficial de Cinematografía y de aquel astuto invento promocional de García Escudero que fue el Nuevo Cine Español, ganador de la Concha de Oro con su primer largo, Del rosa... al amarillo (1963), premiado en Cannes con el segundo, La niña de luto (1964), y capaz de llevar a las salas a más de 3,5 millones de españoles con Adiós, cigüeña, adiós (1971), su cine apenas cotiza hoy en el canon patrio, sigue siendo poco programado y desconocido por las nuevas generaciones y, por citar dos manuales de referencia, Los nuevos cines en España (Heredero y Monterde) o El cine español. Una historia cultural (Benet), o la lista del cine español de la revista Caimán, es difícil encontrar un estudio de sus películas o incluso la mera mención a alguna de ellas.

Parece pesar en esta apreciación algo injusta de su lugar en el cine español un cierto prejuicio ideológico (Summers fue tantas veces despachado como facha en la era socialista cuando en realidad su trayectoria personal y artística estuvo siempre en posiciones críticas y enfrentadas a la censura ya desde el franquismo), y también el hecho de que, contra la dinámica de muchos otros autores de su generación, el sevillano e ilustre lepero de adopción optara siempre por una variante abiertamente comercial de su propio concepto del cine de autor con el humor y la sátira como elementos vertebradores de su particular, libertaria, casi siempre autobiográfica y en última instancia tierna mirada al mundo.

De Summers y su restitución han venido ocupándose recientemente investigadores como Miguel Olid, responsable de algunos de los actos que celebraron en 2018 el 25 aniversario de su muerte, autor de un documental de próximo estreno y comisario junto a Fran G. Matute de una exposición, It’s Summers time! Vida y obra de Manolo Summers, que puede visitarse hasta el 3 de febrero en la Sala de la Provincia de la Diputación de Huelva y que recoge dibujos, viñetas, story-boards, carteles, fotografías, guiones y material inédito tanto para sus películas como para las publicaciones que representan la otra gran faceta creativa y profesional de su carrera, desarrollada en La Cordoniz, Hermano Lobo, Sábado Gráfico, Pueblo o ABC, y donde sus reconocibles trazos y caricaturas enlazaban con la mejor tradición contestataria y ácrata del humor gráfico español de aquellos días.

Al propio Summers, al que las entrevistas que se conservan nos muestran siempre con una mezcla de indolencia cachonda e socarrona modestia en su insobornable deje andaluz, le gustaba considerarse como un “humanista hortera”. Uno quiere entender que el original concepto define a un hombre sin pretensiones intelectuales, siempre receloso de la crítica y el mundo de la cultura, dispuesto a reivindicarse contra las etiquetas y con una clara vocación de llegar al gran público en un lenguaje directo. Si su cine de la primera etapa observó con gran intuición y desparpajo la España provinciana de los niños, las viudas o los ancianos desde el rincón del humor y la ternura, en realidad muy a la manera del viñetista que compone sus historias a partir de la suma de anécdotas, su famosa y millonaria trilogía To er mundo é…(1982-1985), en la que espió al personal de la calle detrás de una cámara oculta para poner a prueba su paciencia, revela también a un cineasta interesado en sus conciudadanos aunque siempre replegado a un humor cercano y sin ánimo de ofensa, ni siquiera cuando satiriza a esos maestros, curas y monjas que fueron tantas veces el objeto de la burla infantil.

De muchas de estas cuestiones, también de otras muchas películas de su amplia filmografía (rodó más de 20) se hablará y debatirá del 25 al 28 de enero en el seminario, también coordinado por Olid y Matute, que se celebrará en el Auditorio de Cicus, y que contará con charlas y mesas redondas donde participarán Enrique Colmena, José Miguel Moreno, Jaime Fuertes, Paola García Costas, Evangelina Las Heras, Mari Paz Sayago, María José Bogas o el propio hijo del cineasta, Manuel Summers Rodríguez.

El seminario se completa con la proyección de cuatro títulos esenciales de su carrera: Del rosa al amarillo (29 enero) y La niña de luto (5 de febrero), la no menos importante Juguetes rotos (1967) (12 de febrero), su incursión en el documental a partir del retrato de viejas glorias del deporte, los toros o el espectáculo caídas en el olvido, una de sus mejores películas pero también su gran fracaso de taquilla, y la también popular Adiós, cigüeña, adiós (19 de febrero), una nueva mirada a la (mala y reprimida) educación sexual de los adolescentes del franquismo.

También a finales de 2023 aparecía el pack en blu-ray pack enblu-rayeditado por A Contracorriente con 6 cintas de Summers en nuevos transfers digitales en alta definición: a los clásicos Del rosa al amarillo, La niña de luto y Adiós, cigüeña adiós, se suman también las más prescindibles ¿Por qué te engaña tu marido? (1969), El niño es nuestro (1973) o la comedia romántica rodada en Estados Unidos Ángeles Gordos (1980). A pesar de los numerosos extras con entrevistas y la inclusión de su corto de licenciatura en la EOC El viejecito (1960), tal vez se haya perdido la oportunidad de recuperar aquí títulos más interesantes como los documentales Juguetes rotos y Urtain, el rey de la selva… o así (1969) o El juego de la oca (1965), una de las primeras cintas españolas de la época en abordar el tema del adulterio.

Summers en FlixOlé

FlixOlé también se suma a la recuperación del cine de Summers Summerscon algunos de estos títulos mencionados más arriba y la novedad añadida de la erótico-festiva No somos de piedra (1968) y la autobiográfica Me hace falta un bigote (1986), su último filme personal antes de dirigir sendos títulos protagonizados por Hombres G y su hijo David en pleno éxito comercial, Sufre mamón (1987) y Suéltate el pelo (1988), también el último en el que apareció como actor ocasional haciendo de sí mismo.

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