Manuel Liñán, en busca de la autenticidad

El bailaor granadino triunfa en el Flamenco Festival de Londres con la gala colectiva que dirige en el Sadler's Wells y con la presentación de 'Reversible', su proyecto más personal.

Manuel Liñán sedujo con su propuesta y su baile al público del exigente Sadler's Wells.
Manuel Liñán sedujo con su propuesta y su baile al público del exigente Sadler's Wells. / Marcos G.
Braulio Ortiz Poole

27 de febrero 2017 - 02:37

Londres (enviado especial)/Por su capacidad para cohesionar equipos aparentemente dispares y por articular un discurso que emociona al espectador en la verdad y la sensibilidad que contiene, el bailaor Manuel Liñán se ha convertido en uno de los protagonistas del Flamenco Festival de Londres, donde ha triunfado este fin de semana con una gala flamenca que dirigía y la presentación de su espectáculo Reversible, dos propuestas en las que el ganador del Max al mejor intérprete de danza y Premio de la Crítica en el Festival de Jerez puso de pie al entregado público del Sadler's Wells.

Con la Gala Flamenca 2017, que se estrenó el sábado, Liñán (Granada, 1980) quería "buscar los contrastes y darle a entender a los espectadores que el flamenco tiene varias texturas, varios colores, que ni mucho menos tiene un único rostro". En el espectáculo conviven la veterana Juana Amaya, que encarnó con nervio y pasión el flamenco más ancestral, con profesionales más jóvenes pero ya de talento demostrado, bailaores como Jesús Carmona, Patricia Guerrero y Olga Pericet, representantes de otra forma de entender el baile más permeable a los códigos de lo contemporáneo. Con este cuarteto, formado por "grandes compañeros o amigos" del coreógrafo, el autor de montajes como Tauro o Sinergia procuró "resaltar esos contrastes, pero también buscar una comunión entre ellos para dar a entender la riqueza, la pluralidad, que puede tener el flamenco", explica el coreógrafo sobre una obra en la que puede verse a Guerrero con un manejo exquisito del mantón y la bata de cola o a Amaya cerrando el programa con su zapateado pleno de ritmo y poderío.

Liñán tuvo el acierto de reclutar también a la cantaora Rocío Márquez, que con su fabulosa voz protagonizó posiblemente los dos momentos más conmovedores del conjunto, secuencias de marcada teatralidad que compartió con Olga Pericet y con Jesús Carmona. La onubense ha acabado siendo un pilar fundamental en el andamiaje que el granadino levantaba. "Ella jugó un papel importantísimo", admite Liñán. "Su cante puede ser antiguo o vanguardista, y eso sirvió como un nexo para unificarlo todo. Rocío ha sido, además, mi mano derecha. Se ha implicado hasta el fondo, y yo acudía a ella cada vez que tenía una inquietud, porque con su experiencia y su sabiduría aportaba mucho. Entre los dos hemos decidido cómo enfocar muchos fragmentos de la gala, algunas transiciones". Resulta entrañable cómo Márquez da su sitio a la otra cantaora del espectáculo, la trianera Herminia Borja, con la misma veneración con que sus compañeros muestran sus respetos a Amaya y, con ella, a las generaciones que les precedieron. "Lo bonito de esta gala", subraya Liñán, "es que se aprecia mucha admiración entre los artistas; uno puede moverse en un registro más moderno o más racial, pero todo se comparte".

A la conmoción que supuso este trabajo colectivo le siguió ayer un proyecto más personal de Liñán, Reversible, en el que el bailaor explora en sus recuerdos para liberarse de ataduras pasadas y poder construir una identidad desde la plenitud. En el espectáculo, el intérprete se sirve de una bata de cola para reivindicar esa expresión propia que le fue vetada y, en una sentida y espléndida transformación, renace ante el público como un ave fénix, con la ilusión y el orgullo de ser quien es. "En realidad, yo no era consciente de todo el trasfondo que tenía la obra hasta que la gente se emocionó viéndola y me dijo algunas cosas sobre ella. Hasta entonces no me di cuenta de todo lo que quería contar", confiesa sobre un proceso de creación que ha sido una verdadera catarsis para su artífice. "Para mí, ha sido como quitarme una espina, un peso. En el montaje me traslado a la infancia porque ahí fue donde yo deseé expresarme como quería, y por determinadas circunstancias, por las normas del entorno, me sentí apartado y no pude realizarme. El título de Reversible no se refiere sólo a la dualidad de lo masculino y lo femenino, se llama así porque también vuelvo a esa etapa y camino por donde no pude hacerlo".

El estreno en el Festival de Jerez, donde la propuesta se hizo con el Premio de la Crítica, disipó algunas dudas que tenía el bailaor. "Pude tener un poco de miedo al principio, sí, no sabía si la gente iba a entenderlo, pero cuando yo saqué la bata de cola y el mantón lo hice de manera natural. No me escondía detrás de ningún personaje: era mi cara, mi barba, era yo. Lo quería hacer así. No quería que ninguna dramaturgia me robara mi necesidad de expresarme como persona, como artista, y parece que eso funcionó".

En Reversible, Liñán ha hallado también aliados imprescindibles: los bailaores Lucía Álvarez La Piñona, José Maldonado y El Torombo, los cantaores Miguel Ortega y David Carpio, los guitarristas Francisco Vinuesa y Pino Losada y el percusionista Miguel El Cheyenne, que contribuyen a la autenticidad de esta obra. "Hay propuestas que yo he planteado aquí que igual no eran muy comunes, pero ellos las han trabajado con entusiasmo, las han hecho suyas", agradece Liñán sobre una producción que ahora viaja a Roma y a Milán. "Yo creo que para que salga bien un espectáculo tiene que haber buena sintonía entre sus intérpretes: si ellos no laten", concluye el artista, "yo simplemente no puedo estar".

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