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Una Manon de cine

Música clásica

Deutsche Grammophon publica la 'Manon' de Massenet en la producción de Vincent Paterson para Los Ángeles y Berlín

Anna Netrebko, Rolando Villazón y la carta.
Pablo J. Vayón

15 de noviembre 2008 - 05:00

La primera sorpresa de este doble DVD que presenta el sello Deustche Grammophon es la de encontrar a Daniel Barenboim como director musical de Manon de Massenet, un mundo con el que no se le relaciona en absoluto. Y lo cierto es que, en principio, esta coproducción de la Ópera de Los Ángeles y de la Staatsoper de Berlín no estaba destinada al maestro argentino, quien a última hora (se habla de que se incorporó a la producción a diez días del estreno berlinés; la obra se había ofrecido ya en California, dirigida por Plácido Domingo) tuvo que tomar la batuta para ponerse a su frente. Por supuesto, un músico de la talla de Barenboim no tuvo el menor problema en conseguir un sonido de una brillantez y una claridad espectaculares. Su implicación teatral queda también fuera de toda duda, pese a su opinión de la obra ("No es una ópera que pueda ni deba interpretarse sin grandes figuras"), que, por cierto, muchos aficionados extienden a todo el catálogo lírico de Massenet.

Las figuras sostienen en efecto a Manon, y en este caso lo hacen dos de las más importantes de nuestros días, la soprano rusa Anna Netrebko (antes de su reciente maternidad, la filmación data de abril y mayo de 2007) y el tenor mexicano Rolando Villazón, exitosa pareja artística, sobre todo desde la célebre Traviata salzburguesa de 2005. Se da la circunstancia de que poco después de que esta producción se presentase en Berlín, Villazón participó en la Manon de David McVicar que pudo verse en el Liceo barcelonés junto a la francesa Natalie Dessay, producción premiada y también publicada en DVD (por el sello Virgin).

La dirección escénica corre aquí de cuenta de un neófito en el terreno operístico, Vincent Paterson, conocido coreógrafo y director teatral (responsable de la coreografía del Thriller de Michael Jackson o de Bailar en la oscuridad de von Trier), quien traslada la acción a los años 1950 y hace de Manon una adolescente obsesionada con las grandes estrellas de cine, de forma que ella misma parece sentirse centro de atención de los focos, lo cual se muestra explícitamente desde el principio. El vestuario y el maquillaje hacen de ella una especie de inocente Audrey Hepburn perdida en una estación, luego una encelada Elizabeth Taylor en la intimidad y una glamurosa Marilyn Monroe en el casino, para terminar muriendo como la Maria Falconetti de la Juana de Arco de Dreyer, ante un fondo encendido de rojo y unas sombras que remiten a escenas míticas del Hollywood de los años 30 y 40.

En el aspecto vocal, Netrebko no consigue transmitir en toda su amplitud de matices esta radical evolución, y su personaje resulta demasiado homogéneo expresivamente, aunque eso sí, apoyado en un centro y una línea de canto purísimos y unos agudos firmes y bien colocados (aun sin la cristalinidad y penetración de Dessay). Su sensualidad aporta también verosimilitud a los actos centrales del drama, aunque le falte algo de delicadeza a su "Adieu notre petite table". Quizá más cómodo que con Dessay se encuentra aquí Villazón, más seguro, con la misma pasión y efusividad de siempre (lo que se aprecia especialmente en su vehemente y desgarrado "Ah! Fuyez douce image"), pero más refinado con el fraseo y más delicado con las medias voces. Buen plantel de comprimarios, con mención especial para el Conde de Christoff Fischesser y el Lescaut de Alfredo Daza.

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