Mahler en el paraíso
Músicas contra la peste | Mahler
La generalmente turbulenta vida de Mahler se vio apaciguada por inusuales períodos de calma, como el que vivió entre 1901 y 1902, los años del noviazgo y matrimonio con Alma Schindler. Fue entonces cuando escribió sus cinco canciones sobre poemas de Friedrich Rückert, obras de un intenso lirismo, nacidas de la autoconciencia de la madurez artística, la cima de su obra liederística.
De una de ellas, Ich bin der Welt abhanden gekommen (Estoy perdido para el mundo) el propio Mahler afirmaba: "Soy yo mismo. Es como el sentimiento que está al borde de los labios sin franquearlos jamás". Y pocas veces se encontrará una mejor descripción musical de la paz y el equilibrio interiores. Desde que la trémula voz del corno inglés presenta la conmovedora melodía, hay una sensación de quietud, de tranquilidad, de estatismo, de tiempo suspendido, una sosegada placidez que sin embargo te mantiene tenso, expectante mientras la música se eleva hasta un éxtasis místico por el que asoma algo parecido al paraíso.
La mezzo checa Magdalena Kožená la cantaba así, de manera por completo arrebatadora, en 2009 acompañada de forma hipnótica por Claudio Abbado y su Orquesta del Festival de Lucerna. En días de encierro obligado uno añora los retiros voluntarios, como aquellos de los veranos que Mahler usaba para componer, por ejemplo música como esta sobre versos como estos: "Estoy muerto para el tumulto del mundo/ y reposo en un tranquilo rincón./ Vivo solitario en mi cielo,/ en mi amor, en mi canción".
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