Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Jazz
Ser la más fiel y, al tiempo, original continuadora del legado de Billie Holiday no es, ni mucho menos, el único mérito de Madeleine Peyroux. No hay que rehuir el parentesco, que es evidente, entre su timbre de voz y el de Lady Day, como no cabe negar sus predilecciones (Ella Fitzgerald, Bessie Smith, Hellen Merril...). Pero detengámonos a escuchar a la Peyroux y descubriremos una de las voces más bellas del momento, sin necesidad de comparaciones. Pocas podrían hacerse cargo de un repertorio tan variado, con temas icónicos como La Vie en Rose o Everybdy's Talking, e imprimirles nuevo sabor y personalidad, sin caer en el estereotipo o en la versión manida.
Tras la calurosa acogida que recibió su primer álbum, Dreamland (1996), desapareció del mapa jazzístico. Regresó ocho años más tarde, con su esperado nuevo disco, Careless Love, con otro sello (Rounder) y del brazo de otro productor, Larry Klein, con el que ha trabajado desde entonces en feliz colaboración. Está previsto que lance su último trabajo el año próximo, y eso será lo que escuchemos en Sevilla. Dados sus precedentes, a buen seguro nos sorprenderá con versiones (ha cantado ya por Tom Waits, Cohen o Joni Mitchell, entre otros), en las que hace gala de una sencillez pop muy eficaz y de un sentido lírico elegante, medido, nunca cursi, así como con composiciones propias, que van ganando terreno en sus discos.
Detrás de Peyroux, sensible cantante que se acompaña muy bien a la guitarra, están Norteamérica y Francia, lugares donde ha vivido y amado, y cuya huella musical puede rastrearse en su música. Ha sabido digerir con inteligencia el parangón con Billie Holiday, sin ser una mera clónica ni plantar cara al referente. Peyroux conoce el secreto y se lo guarda, sin exhibicionismos, sin ese impostado malditismo tan de moda, destilando el honesto sabor del blues.
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