"Nunca fue mi intención que en el libro apareciese Sevilla favorecida, pero es que no he tenido más remedio"
Libros
Luis Clemente ha presentado en el Bookstock su libro 'Rock Progresivo Español, los discos de los 70', una profunda inmersión en la edad de oro de ese estilo musical en nuestro país, abarcando desde 1966 hasta 1979
La quinta edición de Bookstock, el festival de literatura y música que se celebra en las instalaciones del CICUS durante los días 2 y 3 de diciembre, cerró su primera jornada matinal con la presentación del libro Rock Progresivo Español, los discos de los 70, que hace el número doce en la extensa bibliografía de Luis Clemente, el periodista y autor sevillano que no solo es el mejor contándonos la historia de las músicas y los músicos sobre los que escribe, sino que también nos hace habitar dentro de ella. Y eso es debido a que él mismo las ha vivido en primera persona desde que en 1976 comenzase a extender los sonidos de sus protagonistas desde la atalaya de su programa de radio Glorieta de los Lotos.
El acto de presentación del libro ha estado conducido por Fran G. Matute, autor asimismo de otra reciente e interesante obra, Esta vez venimos a golpear, sobre los primeros años de la vanguardia contracultural nacida en nuestra ciudad. Matute comenzó alabando el trabajo periodístico y de investigación de Clemente, sacando a la luz todas las cosas interesantes que han quedado sepultadas en la historia oficial de la ciudad. Calificó este nuevo libro como la obra magna de su autor, al que le ha llevado casi una decena de años sacarla adelante de la forma tan exhaustiva en que lo ha hecho. “El libro no es solo una enciclopedia infalible de lo que ha sido el rock progresivo en los años 70 en España”, continuó Matute; “sino que tiene la gran aportación de ser un libro absolutamente personalista. Lo más interesante es su visión personal, el que no se ha limitado a hacer una recopilación de títulos, grabaciones, artistas, sino que están todos comentados por su pluma, analizados, en esa forma tan característica suya, que viene mucho de su acercamiento al flamenco. Eso hace de este un libro especial, nada aséptico, académico ni ortodoxo”. En el libro hay comentadas más de 1.500 referencias discográficas, tanto en formato de LPs como de singles, además de todas las publicaciones de aquella época que nos inocularon el virus de la música a toda una generación, la que Clemente menciona en la dedicatoria del libro como la generación del Disco Expres.
Al tomar la palabra, Clemente definió el libro como un diálogo a tres bandas: “La música, lógicamente; lo que para mí representaba cada disco concreto del que hablaba, que finalmente era lo que le daba el sitio, el tamaño y la extensión. Cada disco me decía cómo debía figurar en la página y cómo debía rodearse también”. Y que todo haya quedado tan bien cuadrado, tan bellamente estructurado, ha sido consecuencia, además, de que el autor ha podido ir escribiendo los textos sobre la propia maqueta del libro. “Es una guía de escucha; el libro no tiene mayor intención que esa”, apostilló, para después referirse al motivo que le llevó a escribirlo, tras echarnos unas risas cuando dijo que es el fruto de su fracaso como crítico de flamenco. “Hubo una época en la que me aparté del periodismo y fui perdiendo poco a poco el contacto con la actualidad; eso me facilitó escuchar música por gusto y me di cuenta de que la que escuchaba era sobre todo de los años 70, y ahí fue cuando empecé a tomarme en serio la edición del libro, sobre todo después de haber hecho algunas consultas que me dejaron claro que no había ningún otro periodista o escritor que estuviese preparando algo similar”.
Cuando comenzó a escribirlo se le abrió un mundo mucho más amplio que el que a priori vislumbraba. Al preguntarle Matute sobre el criterio seguido en la inclusión o exclusión de los artistas en el libro para mantener su coherencia, Clemente afirmó, y se reafirmó, en que la pauta seguida había sido totalmente personal. “Por ejemplo, Fórmula V empezaron bien, pero me negué a incluirlos, quizás por principios. Yo lo visualicé como una fina línea en la que me negué a que entrase, por poner otro ejemplo, Almas Humildes, un grupo que siempre me había parecido negativo, sacarinoso, malo, aunque tuvo cierto éxito en su época; pero escuchando su discografía veo que hay dos canciones, situadas en las caras B de dos singles, que están bien y los he tenido que meter, por lo que esa fina línea se convirtió en grieta después”. Inclusiones como esta, o la del cantante Basilio, son las que dan lugar a lo que Matute definió como “otro mundo paralelo repleto de joyas que interesarán hasta al que esté muy ducho en la materia, que seguramente no las habrá escuchado nunca y quedará fascinado por ellas, rompiendo la mala inercia de los libros al uso”.
Ante el asombro por parte de Matute por la enorme cantidad de música desconocida que se hizo durante esta época en todos los rincones de España, tomando conciencia de toda la que se hacía fuera, pero incluyendo elementos propios de cada territorio, Clemente aportó además una opinión demoledora: “Conocemos solo a los que llegaron a grabar, pero había otra cantidad aún mayor de músicos que no llegaron a grabar nunca; por eso yo estoy convencido de que, mirando el número de escultores, pintores, escritores, cualquier tipo de artista; el de músicos era mayor que el de todos los demás juntos”.
El acto terminó con una pregunta mía sobre si el libro refrenda aquello que se decía sobre que Sevilla era el San Francisco de España o éramos un poco exagerados. Y aunque Clemente se mostró reacio a contestarme abiertamente, sí que dijo que su intención nunca fue que en el libro apareciese Sevilla favorecida, pero es que no había tenido más remedio, proporcionándome así un atractivo titular.
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