Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
'Los árboles' | Teatro Central
Los integrantes de Teatro Resistente sentían la "necesidad" de disponer de "una habitación compartida", un espacio común donde investigar, preguntarse, crecer, donde explorar sin miedo su vocación. Un día, el dramaturgo José Luis de Blas se armó de valor y envió un correo a otros profesionales de la escena con los que tenía complicidad: cansado de montajes con uno o dos actores -el formato que imponían las limitaciones presupuestarias y el lógico deseo de no perder dinero-, el autor proponía un territorio fértil y libre donde primaran la creatividad y el riesgo. Partirían de El jardín de los cerezos, y estudiarían el texto de Antón Chéjov en un laboratorio. Así nació Los árboles, una aventura valiente que ha reunido a nueve actores y dos músicos, la pieza que se estrena en la sala B del Teatro Central este fin de semana -viernes y sábado a las 20:00, entradas agotadas- y que puede entenderse como una carta de amor de su equipo al oficio al que se dedican.
Esta creación colectiva en la que no consta un único director -De Blas se encarga de la dramaturgia, Natalia Jiménez del movimiento escénico, Eva Rodríguez ejerce de coach de actores y Lola Botello de la coordinación musical- ha tardado tres años en gestarse. "Cada semana o cada 15 días nos reuníamos y planteábamos nuestra visión de la obra, y José Luis escribía algo con eso", explica Lola Botello sobre el germen del proyecto. "Hemos tardado tanto porque somos, por fortuna, profesionales en activo que teníamos que atender otros trabajos, pero ese plazo nos ha ayudado. Hemos podido aportar nuestras vivencias personales, hemos vivido pérdidas y nacimientos, que han enriquecido el proceso", valora la actriz, que aparte de la coordinación musical -Botello también es cantante- interpreta el personaje de Doña Luisa.
Los árboles lleva como subtítulo el de Un Chéjov andaluz porque el equipo quiso "desarrollar lo que nos servía, abandonar lo que nos era ajeno e inventar lo que nos faltaba" de la obra original. "Chéjov, como Shakespeare y todos los clásicos, se representa aún porque es universal, lo que cuenta sigue vigente. Sólo hay que hacer un pequeño traslado y todo funciona", argumenta Botello sobre una versión que se ambienta en la Andalucía de los años 80 y que reubica a esa familia obligada a vender su finca en la Rusia prerrevolucionaria, ese tiempo en que "un antiguo sistema político se extingue para dar paso a otro", en "nuestra Transición, cuando todavía quedaban señoritos de cortijo y las cosas estaban cambiando".
Doña Luisa regresa desde Londres -en el texto de Chéjov Lubov Andréievna vuelve de París- a la tierra que posee y que saldrá a la venta por los impagos y las deudas. Ella y su entorno se enfrentan de un modo u otro a la amenaza del desarraigo, una orfandad que se acentúa por el recuerdo de los seres queridos que se fueron, entre ellos un niño que se ahogó y cuya ausencia pesa en los personajes. "La obra no habla sólo de la venta de un terreno. Cuando un árbol muere eso influye en los que están a su alrededor, y eso sucede también en estos hombres y mujeres, que son los árboles del título", expone Botello.
La actriz describe a Doña Luisa como "un personaje complicado, como otras grandes creaciones de Chéjov. Es alguien que niega la realidad, que pertenece a un régimen de gente privilegiada que no se sostiene ya y que sigue aferrada a su estatus, aunque no haga nada por conservarlo y se resiste a un cambio que es ya inevitable". Aunque la trama pivota en torno a ella, Botello no se considera "protagonista, el trabajo es muy coral".
José Luis Bustillo, Nieve Castro, Rocío Hoces, Juanfra Juárez, Carmen León, Joserra Leza, Paqui Montoya y Arturo Parrilla completan un reparto en el que se mezclan la experiencia de los veteranos y la frescura de los más jóvenes. "Es muy emocionante el diálogo que tenemos entre nosotros", celebra Botello. "Y también, por si fuéramos pocos, tenemos a Chiqui García y Daniel Abad, dos músicos que respiran contigo en el escenario, que trabajan sobre la palabra. Es un gustazo contar con ellos", dice la actriz, fundadora de la compañía Valiente Plan, curtida en un sinfín de proyectos y vista recientemente en Mundo obrero de Alberto San Juan.
Con esta propuesta, el equipo de Los árboles quiere plantar cara "al sistema de producción, porque no creemos en el que impera", señala De Blas. Con un vestuario "cotidiano", despojados de escenografía, los creadores hacen "una declaración de intenciones. Las artes escénicas no existen como tal en Andalucía: no se les da cobertura, no hay un respeto a los artistas. Falta conciencia de que el teatro, la música, la cultura, es una riqueza", lamenta Botello. "En Los árboles no hemos invertido en producción, sino en tiempo. Queremos resaltar el valor de nuestro trabajo".
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