Lorenzo Silva abre la Feria del Libro con un canto a los editores y los libreros

El creador de la saga de Bevilacqua y Chamorro, último ganador del Planeta, protagoniza una jornada inaugural con abundante público atraído por el día festivo y el buen tiempo.

Lorenzo Silva, ayer, durante su intervención en la Pérgola de la Feria del Libro.
Lorenzo Silva, ayer, durante su intervención en la Pérgola de la Feria del Libro.
Francisco Camero Sevilla

02 de mayo 2013 - 05:00

En la Plaza Nueva, como de costumbre, en una Pérgola ensanchada, más cubierta y más espaciosa que la del año pasado, entre el rumor de los numerosos visitantes que acudieron ayer a la primera y muy animada jornada de la Feria del Libro de Sevilla, Lorenzo Silva pronunció el pregón inaugural de la cita, un texto en el que, bajo el título La utilidad de la literatura, la utilidad de la conciencia, el novelista, ganador del último Planeta por La marca del meridiano, hizo un canto, invocando a veces a Proust, Rilke o Chandler, a la dimensión intelectual, por encima de todo íntima y hasta curativa de la literatura. Pero también -fundamentalmente- defendió el papel de los libreros y en especial de los editores en este momento de "cambios radicales, incluso revolucionarios, que afectan no sólo a la literatura sino a todos los contenidos culturales".

"No somos una prioridad ni vamos a serlo tal como están las cosas", dijo el autor de La flaqueza del bolchevique o El alquimista impaciente, obra por la que consiguió el Premio Nadal y una de las que componen su famosa saga de novelas policiacas protagonizadas por el sargento Bevilacqua y la cabo Chamorro. Se refería, de nuevo, ahora en concreto aunque como de pasada, a las leyes de protección de la propiedad intelectual en España, de las que dijo no querer quejarse y de las que no obstante, al advertirlo, se quejó. Su discurso -pronunciado ante el alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido; el director de la Feria del Libro, Javier López; la presidenta de la asociación que organiza la cita, Juana Muñoz; y el director general de la Industrias Creativas y del Libro de la Junta, David Luque, que le precedieron en el uso de la palabra- transcurrió mayormente por estos derroteros, y halló seguramente más emoción en su comienzo, cuando el escritor, nacido en Madrid en 1966, después de 35 años escribiendo, trató de responder a la pregunta implícita en el título de su pregón.

"Literatura es comunicación en soledad", dijo Lorenzo Silva citando un ensato sobre la lectura que escribió Proust, con lo cual, de alguna manera, sea la soledad elegida o no, he ahí "una primera utilidad". "Hoy -escribió en su momento Rilke en Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, su única novela, y recordó ayer el autor madrileño- he hecho algo contra el miedo, he estado sentado, escribiendo toda la noche". Pero a Silva, según afirmó, le preocupa particularmente el hecho de que haya hoy en nuestra sociedad "tantas herramientas tecnológicas para la comunicación", y que en todas ellas prevalezcan las "expresiones en las que suelen primar la ocurrencia, el espectáculo y lo fugaz, lo pasajero". También para eso sirve la literatura, defendió. Como antídoto de todo eso: "La literatura es justo lo contrario: es pensamiento, es mirada que va más allá de la superficie y es lo permanente, aquello que no se agota en un día, ni con un titular, lo que nos constituye como seres humanos", concluyó el escritor, que a partir de entonces se dedicó a hablar del "momento actual del libro", un eufemismo como otro cualquiera para referirse a la crisis de un sector "en la encrucijada".

No ayuda precisamente a ver el camino para salir de ella el hecho de que los oficios ligados al libro, a su industria, están "sometidos a un desprestigio, a una desvalorización social". Así lo ve el novelista. "Existe una cierta hostilidad hacia el mundo de la creación en general, como si fueran actividades que no merecen tener importancia ni remuneración", añadió Silva, que recurrió a Raymond Chandler para reivindicar la capacidad que tiene la literatura, al menos en potencia, para "ensanchar la realidad". "Él dijo que en la mayoría de las actividades mediante las que un hombre se gana la vida hay, al otro lado, un perdedor. Con la literatura no ocurre eso, no quita nada a nadie, nunca, tan sólo aporta algo".

Silva, él mismo editor desde hace pocos meses (creó el sello Playa de Ákaba), cerró su intervención insistiendo en la importancia de los editores, "los que saben encontrar el talento", y alabando el factor humano, "la pasión y la humildad" que puede encontrarse en un librero, alguien que, a diferencia de "una máquina, un programa de ordenador o entidades de negocios legítimos", dijo, con el (gigantesco) fantasma de Amazon sobrevolando la Pérgola sin ser nombrado, conoce "el valor profundo que tiene un libro y además sabe transmitirlo".

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