Marco Socías | Crítica
Guitarra elegante y elocuente
Yo soy la locura. Raquel Andueza, soprano. La Galanía Anima e Corpo (Diverdi)
Fundar un sello discográfico en nuestros días puede pasar por un acto de locura. O de amor. De amor por la música y por el trabajo bien hecho, pero también por la belleza externa de los objetos elaborados, por los detalles técnicos o editoriales, todas esas cosas de las que antes se ocupaban los productores de las grandes compañías y que últimamente han tenido que empezar a contemplar los propios intérpretes. También la soprano navarra Raquel Andueza y el laudista sevillano Jesús Fernández, que se han lanzado a la aventura de crear su propia marca, colocada bajo la doble advocación del sentimiento y la sensualidad: Anima e Corpo, casi un lema olímpico para salir a un mundo en crisis.
Crisis entendida como momento crucial de cambio, en el que dominan las posibilidades que ofrece la tecnología por encima de cuestiones económicas o éticas, lo que está haciendo que las industrias culturales se tambaleen sin remedio. El "objeto disco" sin embargo resiste, acaso no ya como forma de lucro, pero sí como manera de darse a conocer y, más honda y sutilmente, como estímulo para fijar en el tiempo la concepción personal de un determinado repertorio.
Si en su debut discográfico como dúo para el sello NB Musika (D'amore e tormenti), Andueza y Fernández se acercaron al universo del Seicento italiano, tan querido por la soprano, para el lanzamiento de su sello han escogido un programa de barroco español que ofrecen en formación de trío, pues se les suma el guitarrista austriaco Pierre Pitzl. La Galanía se llama el nuevo grupo, y en su presentación no solo ofrecen muestras de tonos humanos de compositores tan conocidos ya como José Marín o Juan Hidalgo, junto a danzas de Sanz o Ruiz de Ribayaz, sino que se acercan a la edición de canciones españolas en Europa, como la que da título al CD, como Vuestros ojos, aparecida en una edición de Ballard y en el Banquete musical de Robert Dowland, como Vuestra belleza, señora o La ausencia, editadas por Steffani, o como ese Sé que me muero, que Lully incluyó en la Entrada de los españoles del inmortal Burgués gentilhombre.
La locura y los extravíos de amor dominan temáticamente un recorrido que en los labios de Raquel Andueza resulta una fuente inagotable de placer, un ir y venir del cuerpo al alma, del deseo a la ensoñación, del baile al lamento, del eros al ethos, pues hay aquí también toda una forma de entender el arte del canto, una personalidad identificable y reconocible, no ya solo por ese timbre dulce y singularísimo, sino por un estilo de decir que desprecia al tiempo el énfasis y lo vulgar para ir a la esencia, al corazón de lo que se canta. Nunca escuché este repertorio dicho con esta transparente y fúlgida claridad, con este absoluto control sobre los matices y el sentido de cada palabra, nunca el No piense Menguilla con esta gracia que no deja ni un segundo de ser noble, jamás el Vuestros ojos con tan intencionada ironía, el Marizápalos (¡por fin con su texto!) con esta refinadísima naturalidad ni a Lully con tan tierna y palpitante melancolía.
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