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Teatro de la Maestranza
Sevilla/El pasado viernes, día del estreno de la Lucia que la ha consagrado como solista en su tierra, Sevilla, los integrantes del Coro de Amigos del Maestranza, al que Leonor Bonilla perteneció en los inicios de su carrera, le regalaron un jarrón de cerámica cartujana colmado de flores. "Me lo entregó Carmen, que además de miembro del coro es amiga mía de toda la vida, y no pude dejar de llorar porque soy de la casa y sentía que volvía a mi casa. Para colmo, en un gesto que no es habitual, al terminar la primera función los músicos de la Sinfónica (ROSS) me lanzaron desde el foso dos ramos de rosas. Estoy emocionadísima y también lo están mis padres y familiares porque reciben mensajes por teléfono de numerosos amigos que han venido a verme y quieren felicitarlos. Y mis antiguos compañeros del conservatorio de danza y mis profesores del conservatorio de música también están celebrando conmigo todo esto. Está siendo un acontecimiento".
Así resume la soprano Leonor Bonilla las sensaciones de su debut triunfal en el Maestranza en el rol principal de Lucia di Lammermoor de Donizetti, que esta noche y el domingo volverá a cantar junto a uno de los mejores tenores españoles, José Bros. De él admira, sobre todo, "la calma y la dulzura que me transmite, la templanza que tiene. Tras tantos años tiene el rol de Edgardo perfectamente asumido y es un lujo para mí aprender de él y contar con su apoyo. Está soberbio en todo momento pero en su aria del último acto es difícil no conmoverse".
Bonilla considera que el mundo de la ópera, pese a que ella ha triunfado en una plaza tan retadora como Italia, "es todavía más difícil de lo que parece. Tu carrera depende de muchos factores externos y no está todo en tu mano". Sin embargo, si una joven estudiante de conservatorio enamorada de la lírica, como lo fue ella además de graduada en Magisterio, le preguntara si vale la pena intentar dar el salto al mundo profesional, "yo le recomendaría que se centrara y lo apostara todo por esto".
Excepcional, dicen los críticos, es su interpretación de la escena de la locura. Para llegar a esa perfecta simbiosis de canto y teatro, para abordar un rol tan complejo, Bonilla asegura que "he reflexionado mucho sobre la condición de la mujer oprimida. Me interesaba de Lucia su evolución hasta alcanzar ese punto final de locura, quería saber qué le pasaba para llegar a desear y provocar la muerte. Me ayudó mucho a conocerla y entenderla el haber preparado antes el rol de Julieta, una mujer que tampoco encuentra salidas y acaba suicidándose. Las mujeres hemos recorrido un largo camino y ahora, al menos en nuestro contexto, tenemos la oportunidad de decir no a la opresión machista antes de hacer daño o de que nos lo hagan".
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