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Teatro de la Maestranza
Lucia di Lammermoor, de Gaetano Donizetti, abrirá el próximo viernes 26 la temporada lírica del Teatro de la Maestranza. Una producción con una puesta en escena "tradicional" que viene de la Deutsche Oper de Berlín, que se verá también los días 29 de octubre, 1 y 4 de noviembre, y que cuenta con un reparto que "se aproxima muchísimo al ideal", tal como resaltó el director musical de este montaje, Renato Balsadonna. El tenor José Bros y la soprano Leonor Bonilla dan vida a Edgardo y Lucia, los dos amantes de familias enfrentadas en la Escocia del siglo XVI.
El clásico ya se programó en 1997 con Alfredo Kraus y en 2012 con Mariola Cantarero como nombres más destacados de los respectivos elencos, y, ahora, la recuperación de esta obra supone el debut de Bonilla en el papel de Lucia. La sevillana, erigida ya como uno de los indiscutibles nuevos valores de la lírica y merecedora de reconocimientos como el Certamen de Nuevas Voces Ciudad de Sevilla o el Concurso Ópera de Tenerife, reconoce estar "feliz y nerviosa" ante el desafío de encarnar a la heroína de Donizetti, "un rol tan significativo y difícil para cualquier soprano".
Aunque en su carrera ha actuado ya ante el público del Liceo, la Zarzuela o el Real, Bonilla incidió en el valor sentimental que posee que su debut se produzca precisamente en el Maestranza, un coliseo en el que ha "crecido" y ha visto reforzarse su amor por la música. "Si me dedico a ella es por este teatro. La melodía que suena para llamar al público, De los álamos vengo, madre, forma parte de la banda sonora de mi vida", dijo la cantante, antes de añadir que "aquí he visto mi primer concierto, mi primer ballet, mi primera ópera, y fue donde canté por primera vez con el Coro de la A. de AA. del Maestranza", un coro con el que Bonilla se reencontrará en esta producción y que reivindicó como "uno de los pilares de la cultura de la ciudad".
Para la intérprete, el de Lucia es un personaje de cuyo estado anímico es difícil desprenderse, "de esos que te llevas a casa, del que cuesta salir", y también "uno de los roles de más exigencia técnica que existen. Con él te expones; en algunos momentos, como en el aria final, estás vendida", admite. Entre las cualidades que precisa interpretar a esta mujer arrastrada a la locura, Bonilla remarcó que "hay que tener un gran fraseo, tienes que controlar bien el fiato en los pasajes más dramáticos para que no te falte el aire. Y es un papel que tiene muchos sobreagudos, pero creo que mi voz se adapta bien a él. Con Lucia he descubierto cosas a nivel vocal que me han ayudado y me van a ayudar para otros trabajos".
La juventud de Bonilla se complementará con la veteranía de José Bros, que vuelve a prestar su voz a Edgardo, un personaje que "me ha acompañado durante años. No soy muy de hacer cálculos pero debo de llevar unas cien funciones, hace ya un cuarto de siglo que debuté en el papel", expone un tenor que, pese a su larga andadura, no muestra síntomas de agotamiento y sigue abordando su oficio con "entusiasmo y rigor". Pese a la experiencia, el barcelonés continúa sentándose "ante la partitura a ver qué puedo hacer. Y cada noche sientes que en cierto modo es la primera vez. Haces el mismo personaje, pero en distintos teatros, con distintos compañeros y directores, y también cambias tú", argumenta. La mezzosoprano María José Suárez, que da vida a Alisa, la doncella de Lucia, da fe del dominio con el que Bros aborda a Edgardo. "He coincido con él varias veces en esta ópera y siempre lloro al verlo. Es una gozada", anticipa.
Con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) en el foso, y un reparto que completan Vitaliy Bilyy (Enrico), Manuel de Diego (Arturo), Mirco Palazzi (Raimondo) y Gerardo López (Normanno), Lucia di Lammermoor vuelve al Maestranza con una puesta en escena clásica que respeta el espíritu con el que fue concebida. "Cuando hoy se dice de algo que es tradicional suele hacerse con una connotación negativa", señala el maestro Renato Baldasonna. "Pero tradicional no es sinónimo de viejo: esta producción tiene un look fresco, casi efervescente, que ayuda a contar con precisión lo que ocurre en la ópera. He visto versiones modernísimas en las que no se entendía nada", opina. Además, el director asegura que ha encontrado en Gerlinde Pelkowski, que repone la puesta en escena originalmente diseñada por Filippo Sanjust, una interlocutora que le ha permitido algunas alteraciones. "Con ella he podido discutir y nos hemos abierto a nuevas posibilidades. En este montaje afrontamos dos fragmentos que habitualmente no se hacen: la escena de la torre y el aria de Raimondo, que dramatúrgicamente me parecían importantes".
Baldasonna identifica la modernidad de Donizetti en dos factores: en cómo el compositor de Bérgamo "identificaba algunos instrumentos con los personajes, como ocurre con Lucia y la flauta en el Aria de la locura" y en la audacia con la que remató su creación. "Normalmente, la ópera terminaba con la escena de la muerte de la diva, pero aquí revoluciona esa costumbre y finaliza con Edgardo en el cementerio", señala el director, para quien Lucia di Lammermoor no es sólo "una de las obras maestras de Donizetti, sino de todo el repertorio lírico".
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