Lectores de luto
Literatura
Escritores, académicos, cineastas y políticos lamentan la muerte del escritor
El Director de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), Víctor García de la Concha, expresó -en nombre de la institución- la condolencia y el pesar de los académicos por el fallecimiento de uno de sus miembros. En una nota de prensa, la RAE lamentó la muerte de Delibes, "gran novelista tan entrañablemente unido a esta casa", y anunció que la bandera de la institución ondeará a media asta en su memoria. Además, la Real Academia suspenderá la sesión plenaria del próximo jueves, 18 de marzo, en señal de duelo, como es habitual cuando fallece un académico. Miguel Delibes Setién fue elegido el 1 de febrero de 1973 para ocupar la silla e de la RAE, e ingresó en la corporación el 25 de mayo de 1975 con el discurso titulado "El sentido del progreso en mi obra".
El académico de la Lengua y escritor Arturo Pérez-Reverte afirmó que Delibes "era uno de los últimos grandes clásicos todavía vivos y ahora sólo nos queda Juan Marsé como escritor de esa envergadura". "Me hubiera gustado que los homenajes que Delibes recibirá muerto los hubiera recibido cuando estaba vivo. Espero que con Marsé no suceda lo mismo", aseveró. Para Pérez-Reverte, "en autores como Delibes hablar de una sola obra es absurdo, los lectores deben juzgarlo por el conjunto de su trabajo, acumulado por la sedimentación del tiempo y los libros". "Es su obra total la que permanece", concluyó el académico.
Juan Marsé, precisamente, lamentó la muerte de Delibes y afirmó que, para él, fue "un gran prosista" al que respetaba por "su discreción y su saber hacer" y por haber retratado "la Castilla rural, que él conocía tan bien". Marsé, premio Cervantes 2008, explicó que no conocía a Delibes personalmente, aunque recordó que en los años 60, cuando vivía en París, se lo encontró sentado en un café del bulevar Saint Germain. "Estaba ensimismado y solito, le estuve observando y pensé en acercarme y decirle que le admiraba y que había leído sus libros, pero entonces -y ahora- era muy tímido y no me atreví". Años más tarde, Marsé recibió un premio y Delibes le envió una nota de felicitación, por lo que el escritor catalán decidió contestarle. "Le comenté el suceso de París y me envió una carta muy entrañable donde me decía que debería haberme acercado, porque en ese momento él tenía ganas de hablar con alguien".
El escritor y poeta José Manuel Caballero Bonald opinó que Delibes "pertenece a ese linaje de escritores que mejor definen la fusión del talento y la honradez". Caballero Bonald destacó que las novelas del escritor vallisoletano "enlazan con la gran tradición realista sin dejar por ello de indagar en nuevas fórmulas". "Es uno de los escritores españoles que con mejor pulso nos han contado la realidad de Castilla en la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en sus aspectos más sombríos y desolados", añadió el autor de Ágata, ojo de gato.
El escritor vallisoletano Gustavo Martín Garzo elogió "el milagro del idioma" de "convocar la vida" de la prosa de Delibes, en la que, "como pocas veces en la literatura, las palabras cobran el poder del nombrar al mundo". Apenado por el "agujero terrible que se abre" en su ciudad natal y la de Delibes, Valladolid, que no sabe "cómo se va a llenar", el Premio Nacional de Literatura y Nadal destacó la manera de escribir del Premio Cervantes, "transparente, sin alharacas", "reduciendo" la palabra a lo más desnudo y esencial, sin barroquismo".
El escritor Juan Manuel de Prada lamentó la desaparición de Delibes, uno de los escritores predilectos de su infancia y adolescencia, y que ha definido como "el cronista de un mundo que ya se ha ido, de pasiones sencillas, de sentimientos en carne viva". "Era un mundo que resistía frente a ese progreso deshumanizado e igualatorio", explicó Prada acerca de quien también considera como "el mejor conocedor de la naturaleza humana" que han tenido las letras hispanas durante la segunda mitad del siglo XX.
El escritor leonés Andrés Trapiello manifestó que la España en la que vivió Miguel Delibes se ha acabado, aunque aseguró que "no perecerá" gracias a su obra. Trapiello afirmó además que Delibes fue el primer escritor vivo por el que empezó a leer literatura, además de Azorín, aunque éste último le resultaba más lejano en el tiempo. No obstante, señaló que resulta "muy difícil" hablar de un amigo y de una persona "tan querida" para él en un día "tan triste" como el de hoy.
El cineasta Mario Camus consideró que Miguel Delibes era "un escritor descomunal" con cuya muerte "se pierde un mundo entero de cosas". "Es obvio decirlo, es el representante de una generación formidable de escritores, y sin salir de Valladolid llegó al ultimo rincón del mundo". Para el director de la adaptación cinematográfica de Los santos inocentes (1984), los personajes de Delibes tienen "una personalidad y un carácter fantásticos", en tanto sus novelas "están vivas y seguirán siendo nuevas para muchas generaciones, porque un creador de esta categoría no desaparece nunca".
La también cineasta Josefina Molina, directora de la serie El camino, basada en una de las obras cumbres de Delibes, recordó al escritor como un hombre que establecía "una relación de simpatía y magisterio", y que entendió que la televisión tenía "otro tipo de lenguaje" . Molina dirigió para TVE en 1977 la adaptación televisiva de El camino, un trabajo del que no se le olvida "la gran confianza" que les dio Delibes cuando le presentaron la adaptación del texto; "únicamente revisó los diálogos", explicó la realizadora, quien añadió que "estuvo muy amable, muy generoso". Molina, que participó también la adaptación televisiva de Cinco horas con Mario, junto a José Sámano, añadió que Delibes "era un hombre muy seductor, que enseguida establecía una relación de simpatía y magisterio, lo que daba mucha confianza".
La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, definió a Delibes como "un escritor fértil" que ha conseguido inspirar a otros muchos "artistas" en el campo de la literatura, el cine y el teatro y consideró "una lástima" que "no haya dado tiempo a que tenga el premio Nobel". "Es uno de los autores universales que realmente lo merecía y era nuestro candidato personal", remachó.
"Hoy a los vallisoletanos se nos ha muerto un poco el alma". Con esta frase, la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, explicaba llorando su dolor por la muerte del escritor, con cuyas obras, dijo, aprendió a leer y a amar el teatro. Sáenz de Santamaría no pudo evitar las lágrimas en una entrevista en RNE cuando se refirió a la desaparición de Delibes, y recordó que los castellanoleoneses han ido acompañando sus vidas con su obra, por lo que el de hoy "es un día muy difícil". Recordó también que el primer libro que leyó fue El camino y la primera vez que estuvo en el teatro, a los quince años, fue para ver Cinco horas con Mario, que le enseñó que "bastan una voz y una silla para dar un mensaje y cargar el escenario con muchas cosas". "Para un castellanoleonés, Miguel Delibes es el pueblo, es el campo, es el saber amar el medio ambiente de verdad", recalcó la portavoz del PP, que, al igual que el escritor fallecido hoy, nació en Valladolid.
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, destacó la "pasión" por el "cuidado de la escritura" del novelista, a quien definió como "una persona buena que seguía y perseguía las palabras". En declaraciones a RNE, Gabilondo destacó que Delibes ha enseñado "el cuidado de la lengua, la escritura y la naturaleza", lo que, a su juicio, es "una forma de constituirse a uno mismo". "Hay que recordarle como una buena persona y un gran escritor", subrayó.
La directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, calificó en un comunicado a Delibes como un escritor que, a través de obras como El camino o Los santos inocentes, desarrolló "una ética humanista a favor de los humildes". "Toda una época y sucesivas generaciones de lectores han sido testigos de una trayectoria larga, intensa y profundamente comprometida con nuestra lengua", expresó Caffarel. La directora del Instituto Cervantes, de cuyo patronato era miembro Delibes, reconoce en la obra del escritor vallisoletano "una ética humanista a favor de los humildes y de los pueblos de Castilla", así como "la defensa de la naturaleza frente a los riesgos de un progreso que tantas veces se desarrolla de forma caótica". "Desde el premio Nadal de La sombra del ciprés es alargada, en 1948, hasta El hereje, de 1998, pasando por la emotiva y profunda Señora de rojo sobre fondo gris (1991), elegía y homenaje a Ángeles, su mujer, o Los santos inocentes, su obra ha sido de una permanente complicidad con los lectores", concluyó.
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