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El profesor y experto taurino Víctor J. Vázquez nos define a Morante de la Puebla como un "torero barroco por genética y por clásico, no por claudicar a las exigencias de la ornamentación modernista". Añade también que estamos ante "un aglutinador de tauromaquias, equilibrio entre el gallismo y el belmontismo, un torero más dionisiaco que apolíneo, con valor para torear y olvidarse del cuerpo mientras torea; pero también un torero manierista en sus gestos, en búsqueda de su yo, esperando aún su oportunidad de dialogar con los nombres propios de otras disciplinas estéticas de su tiempo".
Puede que esa oportunidad haya llegado. Y es que Juan Lebrón, el prestigioso productor de Sevillanas, Flamenco y Semana Santa, esos tres pilares de la excelencia cinematográfica, referencias ineludibles del documental artístico, ha puesto sus ojos en Morante como quintaesencia del arte del toreo en estos tiempos de crisis, ruido y convulsión para la cultura de la lidia: "Cuando nos encontramos, tuve la sensación de estar de nuevo, como me pasó hace 25 años, ante un personaje único y puro como Camarón", comenta el también responsable de Andalucía es de cine.
A Lebrón le llevan preguntando por su "película de los toros" desde hace décadas. Su encuentro con Morante se produce tal vez en el momento ideal, cuando el torero vive su periodo de mayor reconocimiento camino de la leyenda y el cineasta anda en busca de nuevos retos y estímulos creativos. Y conociendo el perfil y la trayectoria de ambos, el producto no será ni un mero encargo, ni una faena de aliño, ni mucho menos un documental al uso para saciar la voracidad fugaz y efectista de las televisiones. De Lebrón cabe esperar siempre un formato nuevo y ambicioso, con la potencia visual y calidad como peajes ineludibles, un formato que marque, como ya han hicieran sus películas anteriores, una estética de futuro.
A la espera de cerrar las negociaciones para la financiación de un proyecto complejo y costoso que supone seguir al diestro a lo largo de toda una temporada en muchas localizaciones, Lebrón está dando ya forma a un equipo de colaboradores y a la estructura temática y narrativa del filme, que buscará las esencias, los conceptos-fuerza y la belleza visual, también la sonora, de un espectáculo único y definitorio de nuestra cultura con una cierta voluntad de abstracción, entendiendo el arte del toreo como un ensueño a través de la figura del diestro de la Puebla del Río y con las mejores prestaciones técnicas posibles: "Quiero filmar con muchas cámaras y en imagen de alta definición en 5K", comenta.
Un paulista como Felipe Benítez Reyes ya ha empezado a trabajar en el guión, a la espera de que directores y fotógrafos de la casa como Carlos Saura, Agustín Díaz-Yanes, Manuel Gutiérrez Aragón, Gracia Querejeta, José Luis Alcaine y Alfredo Mayo se incorporen al proyecto para abordar las distintas etapas o facetas del mundo del toro, un ciclo que nace inspirado por la imagen de Morante niño reflejada en el agua del río proyectando sus sueños, y que pasa luego por el entrenamiento y la preparación invernal y solitaria en las dehesas, por el ritual de la lidia, por la intrahistoria y el ambiente impresionista del callejón y, ahondando en esa idea de depuración esencial, por la figura del matador enfrentado a un escenario vacío, toreando de salón, como un auténtico bailarín contemporáneo.
A la vista del gran éxito de Morante en Latinoamérica, y pensando siempre en un público internacional y no sólo en el aficionado, Lebrón busca ya socios en México. No en vano, le gustaría estrenar en una pantalla gigante instalada en la Plaza Monumental del D.F. la que aspira a ser la película definitiva sobre los toros.
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