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Sevilla celebra los 30 años de Laura Pausini

Icónica Sevilla Fest

La artista protagoniza la premier de su gira mundial ante unos 4.400 testigos

Laura Pausini / Luca Brunetti Y Bettoja

Un escenario de más de 30 metros de largo para dar cabida a siete músicos, seis coristas, doce bailarines, performers, vestidos de ensueño traídos de talleres de todo el mundo, firmas de moda que se acercan por primera vez a la música en directo, universos inéditos creados con técnicas de 2D y 3D, con muchas cámaras, una de ellas sobre una grúa y otras en un par de drones que sobrevolaron la pista y la fuente de la Plaza de España, consiguiendo imágenes tan espectaculares como las que acompañaron En cambio no. Todo puesto al servicio de Laura Pausini que, con el gran espectáculo de anoche y el que ofrecerá hoy, como brillantísimo colofón de Icónica Sevilla Fest, concluye en nuestra ciudad la Premier de su próximo Tour Mundial, que comenzará en diciembre, para pasear su voz por todo el globo.

Pausini quiere celebrar con esta gira los 30 años que lleva manteniendo una carrera plena de éxitos, con una veintena de discos publicados, entre oficiales, recopilaciones y directos, que le han generado decenas de premios nacionales e internacionales, siendo el más reciente de ellos el nombramiento por parte de la Academia Latina de la Grabación como Persona del Año 2023, lo que hará que la tengamos de nuevo en Sevilla el próximo mes de noviembre para recibir un cálido homenaje durante la Semana del Latin Grammy, que se celebrará aquí. La italiana comenzó su carrera cantando en las plazas y ha querido hacer realidad el deseo de volver a ellas tres décadas después y tras cinco años sin pisar los escenarios, con un ambicioso proyecto para celebrar su pasado, presente y futuro en dos ubicaciones únicas, dos plazas históricas como la de San Marco, en Venecia, donde actuó los días 30 de junio y 1 y 2 del actual mes, y la que perpetúa el nombre de Aníbal González, en la que está estos días.

Durante el concierto, presentando la canción Escucha atento, Pausini dijo que las mujeres a veces tenemos miedo de sentirnos inferiores e inadecuadas. Sin embargo, no es así: tenemos que creer en nosotras mismas, en nuestra belleza. Ese convencimiento, aparte de convertirla en la primera mujer italiana en actuar en la Plaza de San Marco en esta Premier, hace que ella misma supervise personalmente los montajes de estos conciertos, para lo que está en Sevilla desde el pasado martes, atenta a todos los detalles del hermoso y gigantesco espectáculo, nacido con la colaboración de muchos artistas: el arquitecto y diseñador Fabio Novembre; los coreógrafos Luca Tommassini -director artístico- y Angelo Recchia, que acentúan el dramatismo de algunos momentos clave del espectáculo; el director musical Paolo Carta, que arregla las canciones de manera excelente para la interpretación de Pausini, a la que conoce perfectamente porque lleva dieciocho años unida a ella en el arte y en la vida; los estilistas Susanna Ausoni y Pablo Patanè, que han creado una historia ligada a la música de la estrella unida a una investigación histórica sobre las dos ciudades que la acogen y han elegido los vestidos de alta costura de Valentino y Versace que luce durante la noche.

Laura Pausini / LUCA BRUNETTI Y BETTOJA

Detrás del escenario resaltaba una gran pantalla dispuesta en forma de reloj de arena, enmarcada a los lados por seis columnas y capiteles en los que cobrarían vida imágenes y gráficos, creando una experiencia totalmente inmersiva. En el escenario se nos relató una historia en tres actos que representaron el pasado, el presente y el futuro, no solo musicalmente sino también estilísticamente. En un tumulto de coros y aplausos, Pausini abrió el concierto, en el que prácticamente todas las canciones las interpretó en castellano, con La soledad, la que le dio a conocer, al ganar con ella el festival de San Remo y lanzarla como su primer single en febrero del 93. Inició así el primero de los actos, con todos los elementos del escenario acentuados por el color rojo; después, durante el presente, el protagonismo pasó a los leds azules que iluminaron la escena y el futuro se tiñó de verde, creando un panorama futurista. En la pantalla tenía lugar una historia paralela, contada por una serie de videos inéditos, regalándonos momentos íntimos que hasta ahora había guardado para ella, como los primeros momentos con su hija Paola, después de confesar que estuvo a punto de rendirse porque no conseguía quedarse embarazada; su petición de matrimonio a Paolo Carta; o haciéndonos partícipes de sus implicaciones en temas importantes como la violencia contra la mujer, denunciada en la canción Yo sí, del primer acto; el medio ambiente, mientras cantaba Hermana Tierra al final del mismo; el sentido de la familia, en las canciones Así celeste, Nuestro amor de cada día y Frente a nosotros enlazadas en un maravilloso popurrí en mitad del segundo acto, el que dibujaba el presente, que interpretó sola, sin más compañía instrumental que la del piano de cola ante el que se sentó, y que paró al escuchar los gritos del público de una grada pidiendo un médico, continuándolo al ver que todo terminó bien; o los derechos del colectivo LGTBI, en la canción Similares, del futurista tercer acto, con la bandera del arco iris en escena y frases como para ser semejantes debemos protegernos, no dividirnos, que le permiten recordar lo precioso que es dejar de lado las diferencias para centrarse en las similitudes.

Laura Pausini / LUCA BRUNETTI Y BETTOJA

Desde que se hizo patente con La soledad la poderosa e inconfundible voz de Pausini, envuelta en un espléndido vestido rojo de Valentino, diseñado para ella por Pier Paolo Piccioli, se desencadenó una explosión de sonidos, colores e imágenes, que continuó con Amores extraños, Inolvidable y más avanzado el acto con Entre tú y mil mares, con un fondo de imágenes que nos la presentaba a ella bajo el agua, vestida como una diva de los años 30. El segundo acto tuvo un buen comienzo, haciéndolo precisamente con la canción de ese título, Un buen inicio, que Pausini estrenó el pasado marzo, como primera piedra sobre la que construir el armazón que sostenga los otros 30 años de carrera que acaba de iniciar. En este tramo, además del popurrí mencionado antes, con canciones más personales, Pausini construyó otro con temas más rockeros, que inició con Verdades a medias, un rock potente sobre la amistad truncada y convertida en ira, y terminó con Emergencia de amor, dejando entre ellas poco más que el estribillo de Yo canto, para gran disgusto mío, ya que considero esta canción de Richard Cocciante como una de las mejores que se han escrito en lengua italiana y tenía que haberle dado más cuerpo. Primavera anticipada puso el punto final al segundo acto y el tercero, el dedicado al futuro, lo inició con Caja, recordando como en su adolescencia le buscaba el significado a todas las cosas y bailaba con las canciones de Michael Jackson, y lo terminó con Se fue, una canción sobre el trago amargo de perder el amor y sentirse sola en el mundo, que fue uno de sus primeros y mayores éxitos en España y todo el público cantó con ella. Después volvió para el adiós definitivo repitiendo Un buen inicio. A partir de aquí empieza el futuro para Laura Pausini y quedamos todos citados para dentro de otros 30 años.

Bailarinas de Laura Pusini / LUCA BRUNETTI Y BETTOJA

Durante las casi tres horas -apenas le faltaron cinco o seis minutos para llegar a ellas- que duró el concierto, Pausini se mostró locuaz, incluso charlatana, y divertida, haciendo guiños constantes al público y a su recorrido vital. Fue un momento muy grato el recuerdo a la memoria de Rafaella Carrá, canturreando unas líneas de Rumore en la antesala de Como si no nos hubiéramos amado, en la que le vimos al frente del escenario, con una guitarra azul, respaldada por tres guitarras más y un bajo, todos los instrumentos del azul que distinguía este segundo acto. Igualmente gratos fueron también los minutos que pasó al borde de la pasarela que la llevaba hasta el corazón del público de pista, rodeada de cuatro de sus fans, improvisando un par de canciones casi a capela, con la ayuda de alguno de los músicos que se animaba a acompañarla con unas notas: Gente, que parece que varios de los espectadores de las primeras filas le reprocharon que no hubiese incluido en el repertorio de esta noche, y la que editó el pasado 16 de junio, que dejó fuera porque todavía no tiene versión en castellano, Il Primo Passo Sulla Luna, que estrenó en directo en Venecia, en la que habla de un problema tan actual como el de romper una amistad por la divergencia de ideas, porque uno juzga basándose en el propio pensamiento, sin voluntad de encontrar una solución; todo termina porque es más fácil pisar la luna que encontrarse a mitad de camino.

El sentido de este grandioso espectáculo es reconocer a Laura Pausini como la vecina de al lado tanto como la superstar internacional; una mujer que nunca ha dejado de sorprender y emocionar a millones de personas; que, aún convertida en una diva, siempre se esfuerza por seguir superándose, aprendiendo del pasado, pero siempre mirando al futuro. Anoche en Sevilla nos demostró que sabe lo que significa alcanzar el éxito sin perder de vista quién es.

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