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Laffón y el espacio tocado por el tiempo

Hasta el 28 de febrero de 2021

El Bellas Artes explora a través de 21 pinturas y esculturas la vinculación de la artista con Sanlúcar de Barrameda en la tercera muestra del 'Semestre Laffón'

Carmen Laffón en su primera exposición individual en el Museo de Sevilla. / José Angel García
Charo Ramos

01 de octubre 2020 - 21:38

La ficha

'Carmen Laffón. El estudio de la calle Bolsa de Sanlúcar de Barrameda'. En el Museo de Bellas Artes de Sevilla hasta el 28 de febrero de 2021.

La calle Bolsa de Sanlúcar de Barrameda es un lugar definitivo en la vida y la poética de Carmen Laffón (Sevilla, 1934). La pintora conocía la ciudad desde la infancia pero tiende sobre ella una mirada nueva a raíz de su trabajo en un estudio ubicado en los altos de una casona que un familiar puso allí a su disposición. Desde esa particular atalaya, que había sido desván y secadero de ropa antes de convertirse en el espacio donde la joven Laffón podía leer, escribir y dibujar, comenzó a pintar en 1975 unas vistas urbanas que daban profundidad al paisaje y reservaban al cielo la mitad superior, "acaso anticipando su serie esencial de Vistas del Coto Doñana, que iniciaría cuatro años después". Así introduce Juan Bosco Díaz-Urmeneta, comisario de la muestra y crítico de arte del Grupo Joly, las 21 obras de distintos formatos que integran la muestra El estudio de la calle Bolsa de Sanlúcar de Barrameda, que completa el Semestre Laffón en el Museo de Bellas Artes de Sevilla tras las ya inauguradas en la Fundación Cajasol y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). Estas pinturas, dibujos y esculturas de Laffón los acoge la sala de temporales, en la planta baja que da al claustro principal pero no lejos de maestros como Zurbarán que cultivaron antes algunos motivos expuestos, principalmente en sus naturalezas muertas. Carmen Laffón expone por primera vez sus paisajes urbanos y bodegones en la pinacoteca sevillana que visitaba de niña con sus padres, celebrada como la mayor gloria artística activa en la capital andaluza. Diversas colecciones particulares e instituciones privadas, como la Fundación March, hacen posible un conjunto que enriquece el diseño y montaje de Juan Suárez.

En la primera de las tres salas el visitante encontrará seis vistas de Sanlúcar de Barrameda, lienzos donde Laffón explora la perspectiva y las líneas de fuga para definir los espacios, elementos compositivos que cederán su protagonismo al color en cuadros posteriores. No son sus primeros paisajes urbanos, pues ya había pintado vistas de Sevilla, pero en ellos, según Díaz-Urmeneta, "el espacio queda ya tocado por el tiempo".

Dos de los dibujos de gran formato incluidos en la muestra. / José Angel García

La sevillana volvió a pintar a finales de los años 80 el estudio de la calle Bolsa, comenzando por bocetos de la azotea, que le sirven de ensayo hasta que decide dar el mayor protagonismo al muro o barandal de la azotea, y plasmar así el delicado perfil de las araucarias. Además de estos árboles protegiendo el caserío la luz húmeda que anticipa el río Guadalquivir es otra seña de identidad.

La artista, el comisario y las autoridades contemplan su óleo 'Sanlúcar de Barrameda'. / José Angel García

Al estudio de la calle Bolsa vuelve años después, cuando la familia la avisa de que está a punto de desaparecer, y se encuentra con que está todo como lo había dejado -incluso un bodegón a medio hacer-. Decide entonces armar este proyecto y pinta la ventana desde la que quizá forjó su percepción de la fisonomía de Sanlúcar de Barrameda. Ese óleo sobre lienzo de la ventana permite al comisario enfatizar la idea de la pintura de Laffón como una mirada proyectada sobre el tiempo: su trabajo quiere recrear tanto el momento vivido como el espacio habitado.

Detalle de bodegón con sus sencillos objetos esculpidos en bronce pintado. / José Angel García

En la segunda sala sobresalen los dibujos que unen en su técnica carbón, pastel, témpera y probablemente óleo. De un formato mayor a lo habitual en su obra, tienen escasa profundidad "y esto empuja las formas hacia afuera, como queriendo intervenir en el espacio de la sala", juzga Juan Bosco. Muy cerca, diversos bodegones están habitados por objetos muy sencillos, casi abstractos, que buscan crear espacio y no recrearse en formas preciosistas. Según el comisario, estos dibujos parecen preludiar "la memoria viva que guardan las esculturas", una idea que se muestra especialmente sugerente en el Bodegón con poyete, que nos habla de un hogar habitado a partir de objetos humildes que parecen haber sido olvidados.

Lienzo que muestra la ventana del estudio de la calle Bolsa. / José Angel García

Antes el visitante encontrará -y se confrontará- con la escultura Regla sobre mesa improvisada, una pieza estrecha y larga en la que un cajón se adosa a un fragmento de pared e invade el espacio de la sala. En la impactante Repisa improvisada, una escultura que parece un cuadro, Laffón dispone un tablero sobre dos borriquetes de albañil junto a una gran pared. Elementos como el alambre sujeto a la alcayata hacen pensar al espectador en el lienzo ausente.

En la tercera y última sala dialogan bodegones y esculturas. La preside y cierra el Bodegón apoyado en una mesa, una escultura cercana a la instalación que pide que el espectador la recorra. Sobre una mesa -es de bronce pintado, como todas las esculturas- la artista dispone una taza en un plato, un azucarero, debajo un cajón y un envase de botellas de vino. Detrás, desplazada a la derecha, una ventana con los postigos cerrados pone en relación esta pieza con la ventana pintada de la primera sala. "El estudio de la calle Bolsa quiere recrear su memoria de aquella época y encadenar ciertas imágenes que conectan el presente con numerosos y diversos pasados", concluye Díaz-Urmeneta.

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