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Icónica Sevilla Fest

La cantante estadounidense LP presenta su último trabajo 'Church' en la Plaza de España ante un público con las emociones a flor de piel

LP / Niccolo Guasti

Es una compositora brillante, tiene una voz admirable y una presencia escénica inigualable. De todo ello fuimos testigos directos las 2.000 personas que nos reunimos anoche en la Plaza de España para disfrutar del concierto de LP, el que casi va a cerrar la actual edición del Icónica Sevilla Fest, a falta ya tan solo de las dos noches tan exclusivas -solo visitará este año Venecia y nuestra ciudad- en que el próximo fin de semana ocupará el escenario Laura Pausini. Con ella comparte nombre propio Laura Pergolizzi, aunque ya no lo usa ni ella misma, porque no va acorde a una personalidad que hace unos años decidió asumir con todas sus consecuencias.

Quizás LP no sea una artista tan mediática como otras de las que han pasado por este festival y en su promoción las notas inciden en que antes de explotar como cantante tenía detrás un amplio bagaje como compositora al servicio de otras grandes estrellas como Cher, Rihanna, Christina Aguilera, The Backstreet Boys, Celine Dion; pero fue precisamente ese momento de la eclosión, que tuvo lugar en 2014 con su disco Forever For Now, el que despertó mi interés por ella, aunque fuese de rebote, porque ese disco que le permitió salir de las sombras para mostrarnos lo verdaderamente creativa que era, estaba producido por Rob Cavallo, un nombre que ha estado asociado con gente como Green Day, Black Sabbath o Beth Hart, nombres de suficiente garantía para saber de antemano que si este productor se había interesado por ella, yo también tenía que hacerlo. Después llegó la bomba de Lost On You y su carrera se convirtió en meteórica. Ahora ya tiene prácticamente preparado un nuevo disco, que lanzará después del verano, pero hasta que eso ocurra sigue presentando las canciones de Church, el disco que editó hace tan solo veinte meses, por lo que sus canciones siguen de absoluta actualidad.

Anoche subió al escenario con la corta pieza que cierra ese disco sonando a través del potente equipo, que ayer durante una buena parte del concierto mantuvo en uno de sus canales un molesto sonido parásito que iba y venía, perturbando, sobre todo, los momentos más delicados, porque cuando estaba toda la banda con el nivel de decibelios alto no se percibía. No es una canción en sí esta del inicio, aunque tenga una instrumentación que raya en el noise, sino un poema -como indica su nombre de Poem-, que tiene un verso muy adecuado para una ocasión como esta: disfruta antes de despedirnos. LP apareció en el centro, una figura pequeña y enigmática en medio de un resplandor de luces de fondo, rodeada de su banda: guitarra, bajo, batería y teclados, para comenzar con la atmosférica When we touch, perfectamente enlazada porque el último verso de Poem contiene precisamente esas palabras del título. El poderoso ritmo del bombo se adueñó de la noche,así como el rango impresionante de la voz de LP, lenta, con crescendos muy rockeros. Conectó con todos nosotros de inmediato y la siguiente canción, Goodbye fue emocionante, rítmica, pegadiza; hasta las luces del escenario reavivaron su brillo para volverse más llamativas. Hasta ahora todo lo que escuchábamos era de ese último disco, el gran protagonista de la noche, con una decena de sus magníficas canciones, en una cadena que interrumpió Girls Go Wild, con el ukelele, que había cambiado antes por la guitarra, usado más que para acompañarse, como accesorio de escenario para gesticular más libremente, a veces con los brazos extendidos hacia la audiencia y sin perder el ritmo.

LP y su banda / Niccolo Guasti

Desde ahí fueron sucediéndose las canciones de este disco y del Lost On You, de cinco años antes, en el que además de la famosa canción de su título estaba también otra de las recuperadas ayer para que marcase el momento de la noche más cercano al hard rock con No Witness, a la que sirvieron de introducción un ritmo lento y contundente y una guitarra distorsionada. Alex Feder, el guitarrista del grupo, y ella se intercambiaban los riffs, haciéndose eco cada uno de los solos del otro. Después de la épica Muddy Waters, al final de la cual LP destrozó su pandereta a golpes con uno de los platillos de la batería, la chica se puso aún más intensa para unas interpretaciones de Rainbows y Churches notablemente acústicas y tranquilas, con las sensaciones a flor de piel; la primera, una construcción lenta que comenzó con ella acompañada solo por los teclados, para que después se uniesen los demás y convertirla en una pieza fantástica; la segunda, Churches, fue todavía más sencilla, solo LP con una guitarra acústica, retroiluminada por tres de los cinco focos de la parte trasera del escenario. LP fue eléctrica sobre él, haciendo uso de toda su superficie al completo; tanto si se subía o se sentaba sobre los bloques que había junto al borde, como si corría de un lado a otro, o subía los escalones de atrás para interactuar con el batería, se le notaba comprometida por completo con nosotros.

LP logró crear canciones conmovedoras y bailables, con una voz como un obús y un gran registro agudo; su vibrato es de otro mundo, sus silbidos etéreos salpicaron sus canciones y con ellos introdujo One Last Time, que comenzó lentamente, muy acústica, para que también se fuese uniendo después a ella el resto de la banda y hacer que toda la audiencia se encendiera en un apoteósico final del set. El final absoluto llegó, por supuesto, con Lost On You, tras un primer bis con Special. Fue increíble cómo las nuevas canciones parecían viejas conocidas y LP pasaba de una a la siguiente de forma sutil. Escucharlas en tu casa no está mal, pero experimentar las percepciones de un concierto con ella en directo es algo completamente diferente. Las canciones, tanto las antiguas como las nuevas, así como las aún más nuevas todavía, como One Like You y Golden, adelantos ya conocidos de su próximo disco, e incluso la totalmente inédita Love song, que también sonaron anoche, adquirieron vida propia sobre el escenario. LP es una persona muy realista que consigue una conexión con el público como muy pocos; y no es solo por su maestría musical, sino en gran parte, por los temas sobre los que canta; canciones de querer ser amado, de tratar de pertenecer a algo o alguien, con letras como todos somos extraños y nunca vamos a cambiar, de Strange; con el sentimiento de que todo el mundo necesita un poco de alguien, de My Body; o como en Churches y su declaración de querer un lugar sin preguntas, sin nadie para juzgar. Es cantar sobre esa búsqueda de conexión, de pertenencia, hacia la que tanta gente gravita, lo que la hace tan excepcional; su música le habla a cualquiera que haya experimentado el amor, independientemente de su edad u orientación sexual. Hay tantas canciones de amor que se escriben explícitamente sobre el romance heterosexual, que las canciones de LP, que a menudo evita las palabras de género, son un contrapeso refrescante a esa norma y le permite ofrecer canciones de amor que todos pueden disfrutar plenamente. Los conciertos de LP son como una montaña rusa emocional.

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