Ni contigo ni sin ti: vidas paralelas de Kirk Douglas y el Hollywood dorado
El protagonista de 'Espartaco', 'Senderos de gloria' o 'Cautivos del mal' muere a los 103 años
Vivió su etapa de esplendor en los años 50, cuando colaboró con grandes como Wilder, Kubrick, Hawks...
Murió a los 103 años el penúltimo testigo de la edad de oro de Hollywood. Deja sola a Olivia de Havilland, que el próximo 1 de julio cumplirá 104. Qué sea una edad de oro está claro desde Hesíodo, primero nombrando un tiempo mítico fundacional y después aludiendo al esplendor de una cultura. En la historia de Hollywood la edad de oro es la del imperio de los grandes estudios, desde su estructuración en los años 20 en los cinco grandes (MGM, Fox, Warner, Paramount y RKO), los tres pequeños (United Artist, Universal y Columbia) y los independientes más poderosos (Goldwyn, Disney y Selznick), hasta su caída en 1959. Era duro, por el poder casi absoluto de las productoras, pero logró un equilibrio perfecto entre los aspectos industriales y creativos del cine que le permitió alcanzar el más alto nivel medio de la producción jamás conocido y hacerlo compatible con un número asombroso de obras maestras que hicieron posible el esplendor del cine clásico de Hollywood.
La vida de Kirk Douglas fue paralela al sistema de los estudios con el que mantuvo una relación de amor y odio. Pese a luchar contra él, le debe su gloria y ambos cayeron a la vez. Nació al tiempo que el Studio System, en 1916, hijo de unos pobres emigrantes judíos –El hijo del trapero tituló su autobiografía– procedentes del imperio ruso, en lo que también coincide con los orígenes de los estudios: pobres emigrantes judíos fueron los fundadores de Warner, Fox, Universal, Paramount, Columbia y Metro (lo cuenta con rigor y amenidad Neal Gabler en su libro Un imperio propio. Cómo los judíos inventaron Hollywood).
Tuvo que trabajar desde niño y pagarse la enseñanza superior trabajando en la universidad como jardinero. Alternó estos trabajos y estudios con la lucha libre, logrando varios títulos, y actuaciones en el teatro universitario hasta que logró una beca para la Academia Americana de Arte Dramático de Nueva York, terminando su formación en 1939, considerado el año de oro de Hollywood tanto por la cantidad, calidad e influencia histórica de los títulos producidos (Lo que el viento se llevó, La diligencia, El mago de Oz, Ninotchka, Caballero sin espada, Gunda Din, Sólo los ángeles tienen alas, Adiós Mr. Chips, Amarga victoria, Beau Geste, Tierra de audaces o Mujeres) como por sus recaudaciones (Lo que el viento se llevó es la película más taquillera de la historia).
Tras debutar en Broadway en 1941, Douglas fue llamado a filas. Licenciado en 1943, volvió al teatro hasta que Lauren Bacall, a la que había conocido en la Academia de Arte Dramático, lo recomendó al productor Hal B. Wallis, que, como él, era hijo de emigrantes judíos y sería clave en su carrera por dos razones: porque tras una prueba lo escogió para interpretar bajo la dirección de Lewis Milestone y junto a Babara Stanwyck y Van Hefflin El extraño amor de Marta Ivers, su pase a la fama; y porque este genial productor, que trabajó para casi todos los estudios, le inculcó la pasión por la independencia (tras ganar el Oscar por Casablanca, que defendió como suya frente a Jack Warner, abandonó la el estudio para trabajar como productor independiente).
En 1947 Wallis lo cedió a la RKO (trabajando en la obra maestra de Tourneur Retorno al pasado) y en 1948 pasó a la Fox, donde en 1949 se consagró con El ídolo de barro de Mark Robson, que le valió una nominación al Oscar, Carta a tres esposas de Mankiewicz y El trompetista de Michael Curtiz. Ese mismo año una sentencia antimonopolística contra Paramount, obligando a separar producción, distribución y exhibición, era el principio del fin de los grandes estudios.
Inconformista, integrado en la izquierda de Hollywood durante la caza de brujas, de fortísimo carácter, era incómodo para los estudios pero también imprescindible por su talento y su gancho en taquilla. La de los 50 fue su década apoteósica, trabajando con los más grandes directores en casi todos los géneros: drama (El gran carnaval, Wilder; Cautivos del mal, Minnelli), aventura (20.000 leguas de viaje submarino, Fleischer), western (Río de sangre, Hawks; La pradera sin ley, Vidor; Duelo de titanes y El último tren de Gun Hill, Sturges), negro (Brigada 21, Wyler) o biográfico (El loco del pelo rojo, Minnelli).
Mientras tanto, ayudado por su antiguo productor Hal B. Wallis, había creado su propia pequeña productora, cuyo mayor capital era su nombre. En 1957 produjo e interpretó con éxito, logrando además un gran prestigio y montando no poco escándalo (en Francia estuvo prohibida durante décadas), Senderos de gloria, película que habían rechazado los estudios y Kubrick sólo pudo hacer gracias a Douglas. Un año más tarde obtuvo un inmenso éxito popular produciendo e interpretando Los vikingos, cuya dirección confió a Richard Fleischer. Todo estaba preparado para que Douglas, otra vez como productor y actor, y Kubrick, tras ser despedido del rodaje Anthony Mann, se unieran para crear en 1960 la película más mítica y recordada del actor: Espartaco, símbolo también del fin de las listas negras al incorporar en los títulos de crédito –en coincidencia con Éxodo de Preminger– al guionista Dalton Trumbo, hasta entonces represaliado.
El luchador, irascible, difícil y sobre todo independiente Kirk Douglas –tan dado al exceso por la intensidad de sus interpretaciones– sufrió en su carrera la misma paradoja que Hollywood: el fin de la era de los estudios no supuso la libertad soñada sino la dependencia de un señor aún más duro, el mercado. En los años 60 su carrera declinó y su productora fue apagándose tras sucesivos fracasos. De esta década solo destacan Dos semanas en otra ciudad (Minnelli, 1962), Primera victoria (Preminger, 1965), Los héroes de Telemark (Mann, 1965), El compromiso (Kazan, 1969) y El día de los tramposos (Mankiewicz, 1970). En la década de los 70 tocó fondo interpretando churros como Holocausto 2000 y cerrando su productora, reduciéndose en las dos décadas siguientes drásticamente sus actuaciones.
En 1996 recibió un Oscar honorífico tras haber sido nominado tres veces sin logarlo. Estos antiguos amigos y enemigos –Douglas y el Hollywood dorado– nacieron, ascendieron y cayeron a la vez.
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