Juventud, entusiasmo y maestría para la obra de Bach

Andrés Moreno Mengíbar

05 de febrero 2012 - 05:00

Ciclo J.S. Bach y sus cantatas. Programa: Cantata BWV 61 'Nun komm der Heiden Heiland', Pequeño libro de Anna Magdalena Bach (selección) BWV 508 y Cantata BWV 131 'Aus der Tiefen'. Solistas vocales: Rocío de Frutos, Javier Jiménez y Julio López. Instrumentos: J. Díaz (oboe), R. Batalloso (violín), M. Manchón (viola), P. Travé (viola), I. Gómez (chelo), F. Carrasco (fagot), M. López (violón) y A. Cea (órgano positivo). Dirección: Santiago Lusardi Girelli. Fecha: Sábado, 4 de febrero. Lugar: Iglesia de Santa Isabel. Aforo: Lleno.

Que una jovencísima agrupación, con escasos dos años de vida y formada en su mayor parte por estudiantes y jovenes profesionales quiera y pueda lanzarse a un proyecto como éste habla mucho del grado de implantación, de profesionalidad, de entusiasmo y de apoyo a la Música Antigua en Sevilla.

He dicho quiera y pueda, pues no es sólo cuestión de voluntad, como hemos podido comprobar en otras ocasiones con otras agrupaciones locales que creen que sólo con buenas intenciones es suficiente. No, aquí lo importante es poder; es decir, tener los suficientes recursos técnicos y el necesario bagaje formativo como plantarle cara a la música litúrgica de Bach y salir más que airosos de la prueba.

El Coro de Cámara de Sevilla, de quince integrantes anoche, mostró un muy sólido nivel de empaste y una amplia facilidad de respuesta a las indicaciones dinámicas del director. Suena con brillo, con sólidas voces graves y una sección de sopranos de bello sonido aunque deberían incrementar su relieve sonoro para equilibrar del todo al conjunto. La emisión es contenida y el fraseo muy detallado, como así se pudo oir especialmente en el coro final de la cantata 131, con una espléndida transición rítmica. De los solistas vocales cabe subrayar las intervenciones de Rocío de Frutos. La voz es brillante, de vibrato muy contenido y con una espléndida transición a la zona superior, donde se expande de forma espectacular. Con un continuo magnífico (muy prometedora Isabel Gómez), un Jacobo Díaz muy inspirado en el oboe y un grupo instrumental muy bien conjuntado, Lusardi optó por la solemnidad y la serenidad en los coros iniciales, sin acentuar los ritmos, pero sin dejar atrás ningún detalle expresivo ni retórico.

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