Pasiones desatadas del canto

Jupiter | Crítica

El conjunto Jupiter, con Lea Desandre y Thomas Dunford, en el Espacio Turina.
El conjunto Jupiter, con Lea Desandre y Thomas Dunford, en el Espacio Turina. / Luis Ollero

La ficha

Jupiter

***** Solista: Lea Desandre, mezzosoprano. Jupiter: Louise Ayrton y Ruiqi Ren, violines; Jérôme van Waerbeke, viola; Myriam Rignol, viola da gamba; Douglas Balliett, contrabajo; Arnaud de Pasquale, clave y órgano. Laúd y director: Thomas Dunford.

Programa: ‘Canciones de pasión’

John Dowland (1563-1626): Come again! / Semper Dowland, semper dolens / Go crystal tears / Frog galliard / Now, oh now I needs must part / Lachrimae antiquae / Sorrow, stay / The Earl of Essex galliard / Flow my tears / The King of Denmark’s galliard / Can she excuse my wrongs

Henry Purcell (1659-1695): If love’s a sweet passion / Strike the viol / An evening hymn / Chacona de The Fairy Queen / O let me weep / Now the night is chas’d away / Fragmentos de Dido and Aeneas (Obertura / ‘Ah, Belinda’ / Echo dance of the furies / ‘Thanks to these lonesome vales’ / The witches’ dance / ‘When I am laid in earth’)

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Miércoles 27 de abril. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Deslumbrante presentación de Jupiter en Sevilla. Con un programa bien armado y arreglado en torno a canciones de dos de los más grandes melodistas de la historia, el joven conjunto francés mostró sus cartas desde el principio: un estilo espontáneo, fresco, flexible y natural, eludiendo tanto el efectismo como el encorsetamiento (ese toque de swing en Strike the viol o Now the Night resultó oportuno), apoyado en un bajo delicado, variado y cristalino y con un par de violinistas muy jóvenes no habituales hasta ahora del conjunto, pero que se integraron perfectamente en el concepto de Thomas Dunford, que como laudista dejó un sonido de una limpieza, una penetración y una potencia extraordinarias.

Y luego estuvo Lea Desandre. Por supuesto, que todo el programa se organiza en torno a ella, a su voz por completo privilegiada. El material de partida es espectacular: a un timbre hermosísimo, cálido, luminoso, se suma una tesitura amplia y homogénea, con graves poderosos y bien colocados, agudos dulcísimos y una proyección excepcional. Más allá de eso, queda su línea de canto, de una pureza y una precisión soberbias. Estuvo espléndida en las canciones de Dowland, con un trabajo detalladísimo sobre las dinámicas (pianissimi siempre llenos, redondos) y un recurso a unas medias voces acariciantes, seductoras en Flow my tears. En Purcell arrancó con un maravilloso, ondulante, If love’s a sweet passion, hizo un Plaint exquisito, afectuoso, emocionante, bien acompañada por la joven holandesa Louise Ayrton, y dejó para el final un Lamento de Dido de una elegancia y una hondura superlativas.

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