Juan Marsé gana el Premio Cervantes por su recreación de la posguerra

El jurado elogió su "decidida vocación por la escritura, venciendo los elementos personales y su dura vida" · También se reconoce su sensibilidad para reflejar el castellano hablado en Cataluña

Juan Marsé, fotografiado ayer en su hogar barcelonés.
Juan Marsé, fotografiado ayer en su hogar barcelonés.
Agencias / Madrid

28 de noviembre 2008 - 05:00

Tras muchos años en los que su nombre sonaba como ganador del Cervantes, ayer Juan Marsé se ha llevado por mayoría el galardón más prestigioso de las letras hispanas "por su decidida vocación por la escritura, venciendo los elementos personales y su dura vida, y por su capacidad para reflejar la España de la posguerra". Ésas son algunas de las razones que manifestó el presidente del jurado, José Manuel Blecua, en el acto en el que el ministro de Cultura, César Antonio Molina, hizo público el fallo del premio, que en esta edición está dotado con 125.000 euros, 35.000 más que en años anteriores.

El Premio Cervantes lo ha ganado también Marsé, según Blecua, "por su sensibilidad para reflejar el español o castellano hablado en Cataluña, representado muy bien por los personajes de sus novelas".

Y el poeta argentino Juan Gelman, ganador de la pasada edición del premio y miembro del jurado, hizo hincapié en la dimensión internacional de la obra de Marsé, al subrayar que "ha contribuido a la renovación de la novela en lengua castellana, y no sólo de la española. Es un escritor que ha marcado a varias generaciones".

Nada más conocer el fallo del jurado, Molina explicó que había intentado ponerse en contacto con el ganador, pero tuvo que darle la noticia a su mujer porque Marsé se había ido al médico, un dato que puede revelar lo poco nervioso que se sentía ante la posible noticia del premio. Efectivamente, el ganador se enteró casi dos horas después del fallo, y al volver a su casa dijo a los periodistas que lo esperaban desde hacía rato: "La salud es lo primero".

Marsé declaró que sentía "mucha alegría" por haber ganado por fin el Cervantes, después de haber sido finalista "dos o tres años". No se considera un escritor reacio a los premios, pero aclaró que no trabaja para ellos, puesto que "el premio está en la escritura". "Me lo esperaba y no, porque este año entre los finalistas estaban Pepe Caballero Bonald, Ana María Matute y Javier Marías, que son escritores que me merecen mucho respeto y a los que admiro", agregó.

El autor confesó que escribe "para evocar algunas experiencias que no he tenido y que me hubiera gustado tener" y naturalmente como búsqueda de una "determinada forma de belleza". También explicó que la experiencia de la escritura le sirve "para recuperar un tiempo perdido en un mundo que a veces no te acaba de convencer y que te empuja a buscar un mundo alternativo".

Marsé, uno de los más populares escritores catalanes que escriben en castellano, ha comentado que no se siente bandera de una lengua ni piensa hacerlo: "Cada uno escribe en la lengua que quiere, y en todo caso defiendo mi derecho a escribir en la lengua que me dé la gana, porque la lengua es un vehículo, una manera de entender y yo no soy en absoluto nacionalista". "Cuando me hablan de banderas, meto la mano en el bolsillo porque creo que me van a robar la cartera", ironizó.

El flamante ganador quiso dedicar el galardón a Paulette Goddard, la que fuera mujer de Charles Chaplin, una actriz que le gustaba mucho cuando tenía 13 años. Marsé está escribiendo ya una nueva novela, pero no quiere "estropear el argumento al contarlo". "Tiene que ver con las novelas que a mí me gustan, como Rabos de lagartija, que transcurre una parte en los años 40 y otra en la actualidad", reveló, antes de confesar que sus "hijas" literarias preferidas son Si te dicen que caí y Rabos de lagartija. Con todo, su "debilidad" es su primera novela, Encerrados con un solo juguete (1961), finalista del premio Biblioteca Breve, porque la escribió en un momento importante de su vida, "cuando vivía en París".

Por su parte, Antonio Gamoneda, ganador del Cervantes 2006 y también miembro del jurado, ha destacado que en el realismo de Marsé "está presente de manera abundante la verosimilitud, pero, si sólo fuera eso, quizá no tendría la categoría de escritor que se le reconoce, porque su traslado de los hechos existenciales al hecho literario en algunos casos se produce con una intensidad tan especial, que uno está tentado de pensar que le abandona el realismo".

Por su parte, el ministro de Cultura, a preguntas de los periodistas sobre si este premio saldaba una deuda con el autor de Últimas tardes con Teresa, afirmó que "de alguna manera, sí, pero los premios no son para saldar deudas, sino para agradecer la labor continuada de años de una gran obra literaria, y la de Marsé lo es".

En este sentido, Juan Gelman señaló con su habitual ironía que el Cervantes no saldará ninguna deuda, "pero sí le permite saldarlas al escritor que lo gana". "A mí me resulta muy notable que con una economía de medios y una precisión en los adjetivos que pocas veces se encuentra, la obra de Marsé refleja su preocupación por el tema del otro, vinculado a la lengua. Todo eso está muy claro en El amante bilingüe y El Embrujo de Shanghai', añadió.

Con el galardón para Marsé, una vez más el jurado del Cervantes cumplió con una regla no escrita: latinoamericanos y españoles se alternan en el reconocimiento. Después de que en 2007 la distinción fuese para Gelman, este año le tocó a un español.

Ésta fue además la primera edición en la que variaron los criterios de composición del jurado con el objetivo de dar más presencia al mundo de las letras y de la cultura en general y menos a las instituciones dependientes del gobierno. La candidatura de Marsé fue propuesta, entre otras instituciones, por la Real Academia Española. Integraron el jurado José Manuel Blecua -presidente elegido por unanimidad- , Óscar Acosta, Ángel Gabilondo, Malena Mijares, Manuel Longares, Ignacio Amestoy, Antonio Rodríguez, Nelson del Castillo, Ruth Fine, así como los ya galardonados Juan Gelman y Antonio Gamoneda.

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