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Juan del Junco (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1972) creció gracias a su padre, un histórico de la ornitología en España, atraído por los atípicos tesoros -colecciones de plumas, frascos con serpientes- que guardaba su progenitor en la casa familiar. La lectura de la Guía del naturalista de Gerald Durrell motivó además que aquel niño recolectara orugas, diseccionara peces y observara con detenimiento las salamanquesas, en busca de esa belleza de lo inquietante que años más tarde el artista encontraría en el universo cinematográfico de David Lynch.
Hoy, Juan del Junco vuelve a esos vínculos con la naturaleza -que reanudó en una estancia en Suecia, en una residencia para creadores en medio del bosque- en la exposición El naturalista y lo habitado: trazas, huellas y el artificio del artista, que puede verse hasta el 4 de mayo en la Sala Cajasol de la calle Imagen.
Del Junco cumple así su deseo de relacionar su "pasado seudo científico" con el arte contemporáneo. En los diversos parajes que escoge -La Corchuela, Los Montes de Málaga y los pinares de La Puebla del Río, entre otros-, este jerezano afincado en Sevilla sitúa un inesperado intercambio entre el ser humano y el medio. El marchamo de lo imprevisible marca siempre las imágenes del creador, y esta serie no es una excepción: aquí, una mujer parece dialogar con la figura disecada de un halcón y otra ofrece comida a un pájaro pintado, mientras un joven lee el periódico con un perro subido sobre los hombros. "Me gusta coger una situación en la que el espectador no tenga muy claro qué es lo que ve, donde haya una gran carga simbólica", explica Del Junco sobre su obra. Ahora, anticipa, quiere avanzar un paso más en sus propuestas. Está sopesando ahondar en el enigma de la existencia cotidiana, en cuanto de anómalo hay en los comportamientos humanos, pero sin trabajar una fotografía tan escenificada. "Estoy pensando en hacer esto pero tomando imágenes de la realidad. Encontrar esas asintonías en la vida normal", apunta mientras señala una fotografía tomada en un parque y donde ya se insinúa su próxima línea de trabajo.
Junto a ese interés por captar misterios inaprensibles, la creación de Del Junco vuelve a exhibir otro rasgo que le caracteriza, el humor. "Me sale solo. Recuerdo que cuando abría la puerta a las amigas de mi madre, ellas siempre le decían: Tu hijo Juan parece que se está riendo de nosotras. Quizás tengo una mirada, una forma de ver más ácida como parte de mi personalidad", sostiene.
Con la idea de El naturalista y lo habitado, Del Junco ganó la beca para proyectos de fotografía de Cajasol. El artista, que hace unos años se quejaba de que sólo algunas instituciones privadas apoyaban el arte contemporáneo, admite con alivio que esta tendencia ha cambiado. "Los de Iniciarte lo están haciendo genial, la política que siguen es estupenda. Y Cajasol es un mundo aparte. Dan muchas facilidades", afirma.
Entre las iniciativas que baraja para el futuro, se encuentra la posibilidad de colaborar de nuevo junto a Miki Leal, compañero de la Richard Channin Foundation. "En septiembre creamos una pieza juntos para una exposición y quedamos en que sería bonito hacer cosas nuevas".
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