"En Marais también hay algo diabólico"

Johanna Rose | Violagambista

Después de un primer álbum dedicado a Carl Philipp Emanuel Bach, la violagambista alemana residente en Sevilla Johanna Rose vuelve a publicar en el sello Rubicon un CD que gira en torno a Marin Marais

Johanna Rose (Tubinga, 1981)
Johanna Rose (Tubinga, 1981) / Luis Castilla

La ficha

Histoires d'un Ange

Marin Marais (1656-1729): Prélude en harpègement [Libro V] / Prélude / Gavotte / Grand Ballet [Libro III]

Robert de Visée (c.1655-c.1732): Passacaille

Marin Marais: Fête Champêtre / Rondeau "Le Bijou" / Le Tourbillon [Libro IV]

François Couperin: Passacaille ou Chaconne

Marin Marais: L'Arabesque / Allemande "La Superbe" / La Rêveuse [Libro IV] / Cloches ou Carillon [Libro II]

Jean-Philippe Rameau: La Marais [Pièces de clavecin en concerts]

Marin Marais: Marche / Le Badinage [Libro IV] / Chaconne [Libro V]

Johanna Rose, viola da gamba; Josep María Martí Durán, tiorba; Javier Núñez, clave

Rubicon

Reconoce que la idea de la foto de portada, en la que aparece con unas alas negras, fue de Luis Castilla. "Pero ya que el disco estaba dedicado a Marais, del que en el famoso libro de Hubert Le Blanc se decía que tocaba como un ángel, no me pareció mala idea". Johanna Rose (Tubinga, 1981), una presencia constante desde hace más de diez años, en la vida musical de Sevilla, no se veía en cualquier caso como un ángel blanco. "Conmigo el blanco no va muy bien. Y era todo ya demasiado blanco para un ángel".

–¿Le sienta entonces bien a Marais la imagen de un ángel negro?

–Creo que sí. Marais tiene cosas de ángel blanco, pero también tiene cosas de ángel negro. Hay en él también algo diabólico.

–¿Y eso se aprecia en su forma de afrontar y tocar esta música?

–Sí. Creo que este repertorio es mucho más expresivo de como se escucha habitualmente. Como se ha extendido mucho esa idea de Marais como un ángel parece que hay que tocarlo así un poco blando, pero la música de Marais no es sólo angelical, tiene momentos muy virtuosos, que hay que tocar de la forma más virtuosa posible. Hay muchos contrastes, pasajes oscuros. No hay que pensar que todo tenga que sonar claro, bello, apolíneo.

–¿Entonces podríamos buscar el lado angelical de Forqueray?

–Por supuesto. Forqueray también tiene piezas que son angelicales. Pensé en incluir algo de música suya. Pero había tantas piezas de Marais que no me cuadraba del todo. Lo dejaremos para otra ocasión.

–Para su primer disco como solista se fue a Carl Philipp Emanuel Bach, un repertorio no muy habitual y difícil para la viola; para el segundo ha escogido al clásico entre los clásicos del instrumento.

–La música de Marais apetece siempre. Le gusta a cualquier gambista. Todo el mundo empieza por esto. Yo lo he tocado mucho con músicos muy diferentes y en distintos formatos. Es música que tengo muy interiorizada. Uno siempre piensa que esto está ya muy grabado, y para qué otra vez. Pero creo que los discos ya no se plantean necesariamente para descubrir cosas nuevas. Hemos llegado a un punto en que el repertorio bueno de viola está todo hecho. Igual con el primer disco sí fui un poco por ahí, porque la música de Carl Philipp se hace menos. Pero en el caso de Marais, obviamente, no. Creo que cada artista tiene que grabar lo que desee para presentarse a sí mismo. Y además muchas veces el público quiere Marais.

Histoires d'un Ange - Johanna Rose
Histoires d'un Ange - Johanna Rose

–Además de una Passacaille de Robert de Vissé para la tiorba y una obra de Rameau para el clave solo, incluye también una obra para viola de Couperin, tan compleja para el instrumento.

–Sí, es más difícil. Couperin sólo dejó dos suites, y la Passacaille igual es la pieza más importante. Couperin la escribió el año que se murió Marais, y seguramente estaba dedicada a él, por eso quise ponerla. Es otra forma de escribir. El lenguaje de Marais es muy idiomático para la viola, y el de Couperin también, pero para el teclado. Hay que trabajarlo de otra manera.

–¿Cómo hizo la selección de las obras de Marais?

–Tengo estudiadas muchísimas. Las toqué, las volví a tocar, cambié el orden. Busqué la mejor forma para que la escucha del disco fuera amable.

–¿Hay un guion detrás del orden de las piezas?

–Sí, claro, en el primer disco no era necesario algo así, porque eran sonatas, pero en este sí. He buscado que pueda escucharse como si fuera un concierto. La mayoría son piezas de carácter, pero empezamos con dos preludios. Y el orden depende también mucho de las tonalidades. Empezamos con piezas algo más lentas y en la menor, luego está mi menor que es también la tonalidad de la chacona de Couperin. Las piezas extraídas de la Suite d’un goût étranger están luego casi en el mismo orden de cómo aparecen en el IV Libro. Puse La Rêveuse, tan triste, y luego las campanas de Cloches, me gustaba la idea, que además cuadra perfectamente con la tonalidad. Luego había un cambio de fa menor a fa sostenido menor y metimos la obra de Rameau en medio, una pieza que se titula La Marais, y que es además tan alegre y fácil de escuchar. Venía muy bien. Y para terminar una chacona viene siempre bien. Además está en sol mayor que para la viola es una maravilla.

"Los discos ya no se plantean necesariamente para descubrir cosas nuevas; el repertorio bueno de viola está todo hecho"

–¿Es este de tiorba y clave el acompañamiento ideal para esta música o de haber podido habría añadido algo?

–Estaría bien tener otra viola. Claro que eso depende del presupuesto, del tiempo que tienes. Tienes que ensayar, es otra persona más y no siempre es posible, pero otra viola en el bajo estaría bien. No para todas las piezas, pero sí. Una viola añade un poco más a la línea de bajo. He grabado esto con mi viola de seis cuerdas. Algunas de las piezas deberían tener el do grave de las violas de siete cuerdas. A veces el bajo va hasta el la grave y eso estaría bien tenerlo.

–Y vuelve a grabar con Rubicon, ¿quedó contenta del resultado del primer CD?

–Sí. Las condiciones son buenas. Es un sello con buena distribución. El director ha trabajado con Deutsche Grammophon, ha estado en discográficas grandes y hace bien su trabajo. Muchas veces el problema es que los discos no se distribuyen y nadie se entera de si has grabado o no.

–¿Salieron conciertos con el programa aquel disco?

–Sí, de hecho acabamos de hacerlo en el Femuba de Albacete. Hemos cambiado un poco. En lugar de las tres sonatas de Bach hicimos dos (re mayor, sol menor) y le añadimos alguna pieza de Abel, una sonata de Lidel y algunas piezas de Wilhelm Friedemann Bach.

–Hace unas semanas presentó en León su nuevo grupo, fundado junto a la soprano Mariví Blasco, Sarao de Musas ¿cómo fue el debut?

–Nos presentamos como quinteto y quedé muy contenta con el resultado. Me gusta mucho cómo hace Mariví los tonos españoles del XVII, dándoles un cierto carácter popular. Hemos usado acompañamientos diferentes buscando variedad. La viola, el arpa, la guitarra barroca y la percusión dan muchas opciones. Nuestra percusionista [Nasrine Rahmani] viene del flamenco, aunque también ha tocado con Enrike Solinís y nos la había recomendado otro percusionista. Vino con el cajón y otro instrumento, tampoco barroco, pero le da a la música un color diferente y tiene una manera muy fina de tocar. El público estaba encantado. Lo grabamos en vídeo, así que algo publicaremos, a ver si salen algunos conciertos.

–Lo próximo es en cualquier caso la presentación de este nuevo disco.

–Exacto. Será en el Espacio Turina de Sevilla el próximo miércoles 19 de febrero. Estaremos los tres y haremos el programa del disco tal cual.

Johanna Rose flanqueada por Javier Núñez (a su izquierda) y Josep María Martí
Johanna Rose flanqueada por Javier Núñez (a su izquierda) y Josep María Martí / Luis Castilla

–¿Sigue trabajando con el clarinetista Diego Montes en programas de música contemporánea?

–Sí, seguimos con este proyecto, estamos intentando buscar compositores que escriban música para la viola y poder trabajar directamente con ellos. Tuvimos la ocasión de trabajar con Hilda Paredes, que tiene mucha experiencia, experiencia además con los instrumentos de cuerdas. Fue difícil, pero excitante. Tienes que trabajar esta manera de tocar, porque te exige cosas diferentes, dificultades que no tienes en el repertorio antiguo, todo fuera de trastes, con golpes de arco que no se usan nunca...

"El miércoles 19 de febrero presentamos el disco los tres en el Espacio Turina con el mismo programa”

–¿Le motiva algo así?

–Mucho. Estuve estudiando un mes entero para hacer ese concierto. Pero además es muy interesante para el repertorio clásico, que después se ve desde un punto de vista diferente. Puedes usar estas técnicas. Diego se ha dedicado mucho a este repertorio, pero, claro, para el clarinete hay muchas cosas. Para mí es genial trabajar con él.

–¿Hay compositores concretos con los que le gustaría trabajar?

–Tengo algunos en mente a los que me gustaría pedirles algo. En Alemania y aquí también. Pero yo no soy especialista en este repertorio, conozco demasiado poco. Es un mundo que necesitas años para entenderlo bien. Y la mejor forma de hacerlo es encontrar a alguien que quiera trabajar contigo. Alguien que esté dispuesto a dedicar su tiempo a explorar en profundidad todas las posibilidades del instrumento, del arco y de la persona que lo toca. Son muchos componentes.

–¿Está pensando ya en el siguiente disco?

–Sí, algo hay.

–¿Forqueray?

–No, para Forqueray necesitaría realmente una viola de siete cuerdas que me funcione bien a mí. No me gusta cambiar mucho los instrumentos. Me identifico mucho con el que tengo. Estoy muy cómoda. Las violas son todas muy diferentes, y para tocar repertorio difícil te tienes que acostumbrar. Y para Forqueray necesitaría una viola de siete cuerdas con la que yo pueda acoplarme y sentirme cómoda.

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