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Que Joaquín Sabina tiene una legión de fieles que lo idolatran como a un mesías no es nada nuevo. Otros, sin llegar a encumbrarlo tan alto, lo admiran y respetan por ser el autor de himnos -como Así estoy yo sin ti, Y nos dieron las diez o Princesa- mil veces coreados por generaciones enteras. Ahí está su carrera, en activo desde el 78, los datos de venta de sus discos y libros de poemas, la asistencia en masa a sus conciertos y, sobre todo, esa simpatía que despiertan sus declaraciones públicas, entre la camaradería de compañero de barra de bar y la legitimidad que otorga la reivindicación pública de la ideología política. Por eso no se entiende que para ganarse a un público -cuando de entrada está prácticamente ganado- haya que criticar, o simplemente hacer mofa, de otro acudiendo a las siempre tópicas rivalidades del terruño.
Y, sin embargo, así obró el pasado sábado en el recital que ofreció en el Estadio Iberoamericano de Huelva, ciudad en la que no actuaba desde hacía 10 años. Entre las más de 7.500 personas que acudieron al concierto que Sabina ofreció dentro de su gira Vinagre y rosas, había muchas procedentes de Sevilla y su provincia. No se le escapaba a nadie que en estos meses de verano las playas de la provincia vecina son el destino elegido por miles de sevillanos para pasar sus vacaciones. Pues bien, al cantante del bombín debió importarle poco -o ignorar, al menos- este detalle. En una de sus primeras intervenciones, cuando recordó a su público que su madre era natural de Huelva, dijo que él prefería las fiestas Colombinas y que los sevillanos creían que la Feria de Abril era "lo mejor". "¿Qué se creen los sevillanos?, ¿que son los mejores?", preguntó el intérprete a su público.
Un tono de mal gusto que Sabina utilizó en varias ocasiones a modo de perlas durante los descansos de su concierto y que llegaron incluso a señalar a Curro Romero en comparación a José Tomás. Así, al menos, lo interpretaron muchos asistentes al concierto que ayer comentaron en diversos foros "la caña que le dio a los sevillanos" durante la actuación.
La nota de peor gusto llegó con la interpretación de Una canción para la Magdalena, tema en el que Sabina describe, con su personalísimo verbo, la vida de una prostituta acompañado en el escenario de la corista de toda la gira, Mara Barros, que casualmente jugaba en casa, ya que la joven, que saltó a la fama por el programa Popstars, es natural de Huelva. A modo de juego tunante, Sabina se acercó a la chica, caracterizada de meretriz, y le dijo: "Te voy a poner [en el escote] un bin laden [como se conoce en la jerga callejera por su escasa visibilidad los billetes de 500 euros]. Los bin laden son muy suyos, como los sevillanos", comparó el intérprete en una declaración que estaba fuera de lugar.
En cualquier caso, si el público sevillano le tiene en cuenta, o no, estas salidas de tono, lo sabrá el 11 de septiembre, fecha en la que está previsto que regrese al Auditorio Rocío Jurado, cuatro años después del espectáculo que ofreció en la gira compartida con Serrat.
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