Imprescindibles Fernanda y Bernarda de Utrera
Fernanda y Bernarda | Crítica
El documental sobre las cantaoras utreranas, dirigido por Rocío Martín, se puede ver en abierto en dos plataformas públicas de televisión
La ficha
'Fernanda y Bernarda'. Dir. Rocío Martín. La Filmahora. Rtve Play y Canal Sur Más.
El documental se puede ver en abierto en dos plataformas de televisión gratuitas: hasta el próximo 2 de abril en Rtve Play e indefinidamente en Canal Sur Más. Se emitió hace unos días en la prestigiosa serie Imprescindibles de Televisión Española.
Y, ciertamente, son imprescindibles, grandes, Fernanda y Bernarda. En el artículo promocional de TVE se las presenta como "las Aretha Franklin y Billie Holiday españolas". No se puede ser más cateto, más acomplejado.
Lo que más me ha interesado del documental son los inéditos, en que abunda la obra.
Como esas grabaciones de los ensayos y las representaciones del espectáculo Flamenco Puro (1986) nada menos que con Farruco, El Chocolate, Manuela Carrasco, Juan Habichuela, Angelita Vargas y un largo etcétera. En el documental se subraya la condición de gitanos de todos sus intérpretes.
Sus creadores, no obstante, eran argentinos: Héctor Orezzolli y Claudio Segovia.
Nieta del Pinini de Utrera, Fernanda Jiménez Peña, Fernanda de Utrera para el arte, nació en esta localidad en 1923.
Su nombre, en unión de su hermana Bernarda, saltó al primer plano como consecuencia de su participación en Duende y misterio del flamenco (1952) de Edgar Neville, en plena etapa de rehabilitación, lo que propició su rápido ascenso al Olimpo flamenco de tablaos y festivales. Fueron contratadas por el Duende y Zambra, pasando luego a otros tablaos de Madrid como Las Brujas, Villa Rosa y El Corral de la Morería.
Participan asiduamente en los festivales de su zona: el Potaje, el Gazpacho o la Reunión de Cante Grande, en sus primeras ediciones, a los que acuden cada año. Ambas fueron premiadas en el concurso del Córdoba (1957) y Fernanda obtuvo también un galardón en el Concurso Antonio Mairena de Mairena del Alcor (1966).
En los 60 visitaron la Feria Mundial de Nueva York (1964) como parte de la compañía de Manuela Vargas, en la que militarían varios años.
Su cante eclosionó maduro aunque aún se iría consolidando con el tiempo, afianzándose en una misma dirección, casi en un único estilo, aunque practicó otros, siempre ligados a su entorno familiar y geográfico. Fernanda de Utrera hizo un monumento del cante por soleá, personalísimo sobre la base del legado clásico, en especial el de La Serneta.
Convirtió la serenidad de las soleares en puro dramatismo existencial sin perder su sentido del equilibrio, sin sacarlas de su ámbito.
Dramática lucha expresiva con sus propias facultades. Del mínimo extrae la máxima emoción, esa es su lección artística. Timbre poderoso, metálico y pleno de cálidos colores. Portentosa en las coplas de remate, en que su voz se tornan absolutas, un milagro.
Por eso, aunque el tiempo mermó su ya de por sí corto registro, esta eventualidad no menoscabó su mensaje. Así lo pudimos apreciar en Flamenco de Carlos Saura. Y es que la utrerana participó en las dos más importantes contribuciones del cine al flamenco de la historia. Su intervención en Flamenco es acaso el momento de más emoción del film: en un plano fijo, notarial, desmenuza esa soleá suya tan necesaria, desnuda de artificios y recursos técnicos, casi sin voz, en el puro esqueleto del cante.
Desde su irrupción, el mundo flamenco se rindió a su rajo sucediéndose los reconocimientos, tanto en el ámbito jondo (Premio Nacional en Córdoba, 1957, junto a su hermana, Compás del Cante, 1989) como en el meramente institucional (Hija Predilecta de Utrera 1994 y de la provincia de Sevilla, 2006, Medalla de Plata de Andalucía, 1994).
Sin embargo, todo reconocimiento nos parece poco para su enorme aportación a este arte.
La vida artística de Bernarda (Utrera, 1927) está unida como decimos a la de su hermana.
A finales de los cincuenta registraron sus primeros discos, labor que sería recurrente en toda su trayectoria artística y que tiene en sus discos con Hispavox o el que registraron para Radio France en 1987, obra que obtendría el premio de la Academia Francesa del Disco, algunas de sus cumbres.
En los primeros años sesenta deciden limitar su actividad artística a los festivales andaluces de verano, con algunas notables excepciones, claro está.
Como hemos señalado, Bernarda fue premiada en 1957, junto a su hermana, en el Concurso Nacional de Córdoba y posee distinciones como la Medalla de Oro de Andalucía o Hija Predilecta de Utrera.
En su pueblo tiene una calle con su nombre y el de su hermana.
Festera genial, pionera en la adaptación flamenca del bolero sudamericano y la canción ligera, Bernarda fue, además, depositaria de algunos de los estilos característicos del área utrero-lebrijana en su condición de nieta del Pinini.
Así las cantiñas atribuidas a su abuelo o los fandangos a ritmo de soleá.
Siendo dos caracteres muy diferentes, en lo artístico y en lo personal, sus trayectorias están ligadas porque siempre viajaron juntas, siempre cantaron juntas, siempre grabaron juntas hasta que la muerte de Fernanda las separó el 24 de agosto de 2006. Bernarda le sobreviviría algo más de tres años.
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