Notas al margen
David Fernández
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Cómics
'Las puertitas del señor López'. Carlo Trillo, Horacio Altuna. Astiberri. 200 pág. 23 euros.
De todos los cómics nacionales sudamericanos, si hay uno que destaca por encima de todos los demás, este es, sin duda, el argentino. Se queda uno asombrado cuando repasa las obras y los autores que han hecho grande el tebeo argentino (realizado por nativos o inmigrantes), especialmente entre los años sesenta y ochenta del pasado siglo: H. G. Osterheld, Hugo Pratt, Alberto Breccia, Enrique Breccia, Francisco Solano López, Carlos Trillo, Horacio Altuna, Ricardo Barreiro, Juan Giménez, José Muñoz, Carlos Sampayo... La lista es impresionante, y más si la ampliamos con humoristas gráficos de la talla de Quino, Mordillo o Fontanarrosa (a los que siguen otros como Maitena o Liniers), o retrocedemos a la época dorada, justo anterior a las tres décadas que he mencionado antes, en donde asoman dos nombres esenciales: José Luis Salinas y Arturo del Castillo (conste que estoy siendo más divulgativo que científico, un poco llevado por la emoción). Y las semillas de esta mina de talento siguen hasta hoy.
Entre todos estos, hay dibujantes realmente excepcionales, y uno de ellos es Horacio Altuna, ganador del prestigioso premio Yellow Kid en 1986 y 2005 y del Gran Premio del Salón de Barcelona en 2004. Altuna tiene una larga lista de obras sobresalientes, especialmente las que firmó con el excelente escritor Carlos Trillo, de las que Astiberri ha reeditado recientemente El último recreo y Charlie Moon, a las que se suma ahora Las puertitas del señor López. El álbum recoge la serie iniciada en 1979, una metáfora de la falta de libertad de expresión en los tiempos de la dictadura, con un oficinista gris, atrapado en una vida tediosa, que se escapa al mundo sin límites de su imaginación cada vez que cruza una de esas puertas que dan título al cómic. El resultado es divertido, tierno, doloroso, sorprendente e inolvidable. La química entre Trillo y Altuna es total, y el dúo nos recuerda aquí que el escapismo, según de qué realidad se escape, más que una opción es una necesidad. Altamente recomendable.
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