Ida Vitale: "Borges me sigue pareciendo excepcional"
CONGRESO DE LAS ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA
La Premio Cervantes recuerda en Sevilla a sus maestros y glosa su pasión por la música y la amistad
"Por no seguir caminos fraudulentos / perdí quizás imagen y relieve, / perdí la prisa, quise pisar leve / en la historia, sin arrepentimientos". Estos versos, que leyó cuando recibió el Premio Reina Sofía de Poesía iberoamericana, han resonado esta noche durante la intervención de Ida Vitale (Montevideo, 1923) en el Congreso de las Academias. Cumplió el pasado sábado 96 años pero en persona la Premio Cervantes 2018 resulta tan lúcida, ágil y luminosa como su poesía.
Tras completar la hora de su charla y recital en la Fundación Cajasol aún tiene energía para bajar al patio de la Antigua Audiencia para escuchar a Arturo Pérez-Reverte, cuyo acto cuadruplica en asistentes el suyo. Pero a Ida esto no sólo no le importa sino que seguramente le divierte, pues está acostumbrada a preferir siempre a autores minoritarios y compositores poco conocidos. La poeta, traductora de Cioran, Peret, Genet, Djuna Barnes o Bachelard, crítica literaria y ensayista procede de una familia de orígenes italianos. "Todos los uruguayos somos extranjeros, todos empezamos por venir de otro lado, en mi caso un abuelo que era siciliano", recordó.
Vitale es la última superviviente de la generación uruguaya del 45, a la que pertenecieron Mario Benedetti y su primer marido Ángel Rama. En Cajasol, de la mano de Wilfredo Penco (Academia Nacional de Letras de Uruguay), repasó algunas de las personalidades literarias más influyentes de su vida como José Bergamín, que fue "un profesor estupendo y estaba siempre a disposición de los estudiantes" en la entonces recién creada Facultad de Humanidades de Montevideo. "Tuvimos la suerte terrible de que hubo un período en que muchos españoles se iban adonde podían y Bergamín fue bajando por América y se quedó en el Río de la Plata en un momento en que el gobierno decidió que no se podía desperdiciar a alguien como él", evocó. "Bergamín recomendaba todo, Juan Ramón Jiménez en cambio lo criticaba todo. Era una compensación", rememoró de su otro célebre profesor.
En su formación lectora fueron tan importantes la biblioteca familiar, con aquellos volúmenes en francés e italiano que no entendía de niña, como la Biblioteca Nacional "que estaba a cuatro cuadras de mi casa y donde a los 14 años tomé contacto con una poesía a la que he sido fiel a lo largo de los años". "Tener una ficha de biblioteca y elegir desde la ignorancia más absoluta porque me gustaba un título fue una suerte que tuve".
Ida Vitale glosó también su deuda con Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini o Sara de Ibáñez, tres de las autoras uruguayas más importantes, y con una escena cultural de enorme dinamismo a principios de siglo. "Una empieza por buscar lo más evidente y llamativo, y eso era la literatura de Delmira Agustini, que traía un lenguaje rico, luego aprendimos que el lenguaje pobre también tiene su encanto. Gracias a los libros que había en casa también leí a María Eugenia Vaz Ferreira y Rubén Darío".
Su amistad con la poeta, cantautora y autora de libros infantiles María Elena Walsh duró hasta la muerte de la argentina en 2011 y es otro pilar de su vida aunque ella había comenzado a admirar aquel país por Jorge Luis Borges, "algo soslayado en Uruguay durante algunos años pero que a mí me sigue pareciendo excepcional. No era un autor del Río de la Plata, era un escritor del mundo que buscó un esquema atemporal y sin geografía".
En la edición Poesía reunida de su obra, de Tusquets, Ida Vitale también incorpora poemas donde está presente la experiencia del exilio en México, adonde llegó en 1974 con su segundo marido, el poeta Enrique Fierro "porque tuvimos la gran idea de tener en Uruguay un gobierno militar". "En México me encontré con Octavio Paz, de gran generosidad, que nos dejó trabajar en sus revistas aunque nos puso a prueba y no nos publicó el primer artículo en Vuelta porque no coincidía con su visión política". A Octavio Paz no le gustaba Nicanor Parra, "que a mí en cambio me descubrió que la poesía podía tener humor y, en su caso, malhumor. Parra tiene gracia, irreverencia, es único. Él se atrevía con la poesía, Neruda, en cambio, la respeta aunque parezca que no".
La amistad, un valor esencial para Ida Vitale, está muy presente en su vida y en su relato de los diez años de destierro en México, Shakespeare Palace, un ensayo publicado por Lumen este año en que también el sello Tusquets ha publicado su recopilación de textos ensayísticos De plantas y animales (Tusquets), un delicioso bestiario y tributo a la naturaleza.
Otra pasión estética para la académica y Premio Cervantes es la música y entre sus compositores favoritos se cuenta el autor de Las Sonatas del Rosario, al que dedica uno de los poemas que recitó en Sevilla. "Salgan y escuchen a Biber", proclamó antes de marcharse y dejar a su auditorio con una sonrisa infinita.
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