Humor y melancolía
'Luz de tiniebla'. Ánxel Vázquez de la Cruz. Espuela de Plata. Sevilla, 2012. 158 págs. 16 euros.
Esta Luz de tiniebla de Ánxel Vázquez es deudora feliz de aquella otra que fabuló Cunqueiro. En ella se cruzan, pues, las alegres imaginaciones y el tono melancólico, la luz crepuscular, que Lorena utiliza para su Embarco en Ostia. También la vieja intimidad con el trasmundo de la gente galaica y una viva presencia del paisaje. Quiere decirse que Ánxel Vázquez pertenece a una compleja tradición, la tradición de "lo real maravilloso", como la llamó Carpentier, cuyo último heredero, algo desplazado hacia el Cantábrico, quizá sea el asturiano Xuan Bello. Antes, sin embargo, ha iluminado la obra de Valle, de Cela, de Fernández Flórez, de Torrente Ballester, de Ánxel Fole, de Otero Pedrayo, de este Ánxel Vázquez que hoy glosamos.
En Vázquez, no obstante, esta presencia de lo imaginativo bascula o se compensa por el eco funesto de la Guerra Civil y su atroz fusilería. De este modo, la fábula y la Historia se anudan sobre la vasta pesadumbre de aquella hora. Es pertinente, en cualquier caso, la distinción de Carpentier para aclarar este ramal de la literatura hispana. Si el realismo mágico señala una iridiscencia, un orbe sobrepuesto al orbe cotidiano, "lo real maravilloso" de Cunqueiro y Valle remite a la naturaleza mítica, sobreabundante, fabulosa, de la realidad y sus formas. Carpentier acude al ejemplo de Hernán Cortés, cuando declara a Carlos V la imposibilidad de describir el Nuevo Mundo con el parvo lenguaje de la meseta. No obstante, la realidad gallega que desvela Vázquez es, a un tiempo, intelectual y física. Lisón Tolosana ha estudiado con profusión el imaginario galaico y su pervivencia actual. Ese universo anímico es el mismo que asoma a las páginas de Luz de tiniebla. Páginas desiguales, muy bien escritas, con algunos relatos excelentes. En ellas la fatalidad y la magia son formas de un concepto agónico del mundo. De algún modo, la vida de los muertos, la noche y la robleda, nos hablan de un tiempo permeable, de un esplendor primero.
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