Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Es de agradecer, con la que está cayendo, que iniciativas editoriales tan relevantes y costosas como la Biblioteca de Literatura Universal no hayan sido abandonadas, al menos de momento, por sus patrocinadores de la banca y la empresa. La dirección literaria de esta benemérita colección corrió a cargo de Claudio Guillén hasta su muerte en 2007 y, tras un breve intervalo, recayó en Luis Alberto de Cuenca, que había promovido la idea cuando ocupaba la dirección de la Biblioteca Nacional. Poco antes del fallecimiento de don Claudio, Almuzara sustituyó a Espasa al frente de los trabajos editoriales, pero ello no afectó al elegante aspecto ni a la impecable factura de los volúmenes. En 2008 le nació una hermana pequeña, la BLU Minor, que recoge algunos de los contenidos de la Biblioteca en formato de bolsillo, con un sobrio y atractivo diseño realizado por los sevillanos de Milhojas.
Entre los títulos más recientes se cuentan una relación de Viajes y crónicas de China en los Siglos de Oro o la Poesía completa de Shakespeare. A ellos se ha sumado otro formidable volumen donde se recogen los principales Diálogos españoles del Renacimiento, casi una treintena de obras de once autores presentados y editados por un equipo de filólogos especializados en las letras del Humanismo. La extensa y valiosa introducción de Ana Vian Herrero vale por una completa monografía en la que se recorren los antecedentes, los orígenes y la evolución del género, atendiendo a los clásicos de la Antigüedad pero también a los autores cristianos y medievales, sin olvidar las influencias de otras lenguas europeas que a partir del siglo XV preparan el auge del diálogo en el Quinientos. Alfonso de Valdés, Cristóbal de Villalón o Pedro de Navarra son algunos de los autores representados en un libro que compendia las preocupaciones estéticas e intelectuales de toda una época.
Acogida al lema "pequeñas joyas de grandes autores", la colección Únicos de Seix Barral ofrece desde hace unos años libros singulares, inéditos o inencontrables, en ediciones limitadas que destacan por sus cubiertas tipográficas de vivos colores. Después de Contra la 'identidad' de Philip Pullman, que reunía tres lúcidos ensayos prologados por Fernando Savater, la colección recupera ahora una novela inacabada del gran Raymond Queneau, en meritoria traducción -el autor no lo puso fácil- de Adolfo García Ortega. "Contra el apetito ramplón de los lectores burgueses, los surrealistas se preocuparían menos por la sensatez de la trama que por el capricho onírico, el arrebato, lo intempestivo", escribe el argentino Guillermo Saccomanno -que además de narrador es guionista de historietas- para contextualizar el empeño de Queneau en Hazard y Fissile, luminoso disparate escrito por un joven de veintitantos años con el seso absorbido por las pintorescas aventuras de Fantomas.
"Escribir con la libertad de quien sueña", dice también Saccomanno, que cita a Georges Perec -compañero del Oulipo o Taller de Literatura Potencial, al que pertenecieron también Cortázar o Calvino- como uno de los discípulos aventajados de Queneau. Del inclasificable autor parisino podíamos leer desde hace tiempo, entre otras obras estimulantes, la inaugural Las cosas o su compleja y excesiva La vida: instrucciones de uso, ambas publicadas por Anagrama, pero en los últimos tiempos Impedimenta ha dado a conocer, en traducciones de Mercedes Cebrián, títulos hasta ahora inéditos como La cámara oscura o el póstumo Lo infraordinario. Otras pequeñas editoriales como Abada, La Uña Rota o Alpha Decay han publicado libros no traducidos de Perec a lo largo de la última década, pero si hubiera que otorgar un premio al rescate más oportuno, se lo llevaría Me acuerdo, que tradujo Yolanda Morató para Berenice. Por cierto que el libro en el que se había inspirado el francés, I remember de Joe Brainard, fue poco después publicado por Sexto Piso en versión de Julia Osuna. "Se trata ni más ni menos -habla de nuevo el argentino- que de una literatura contra la literatura".
No puede decirse que sea el caso de Enrique Vila-Matas, enfermo de literatura por excelencia, aunque al autor de El mal de Montano nadie puede reprocharle falta de libertad. Debolsillo va a publicar su obra completa en 16 volúmenes, de los cuales han aparecido uno de relatos escogidos, Chet Baker piensa en su arte, otro que reúne su narrativa de juventud, En un lugar solitario, y la reedición de Dublinesca, su última novela hasta la fecha. Dice Vila-Matas que se propone introducir sorpresas, y de momento ha dado a conocer dos: un prólogo nuevo a sus primeros libros, donde se nos cuenta su iniciación a la escritura, y el relato inédito que da título a la antología de cuentos, un ejercicio de "ficción crítica" donde plantea una posible convergencia entre la literatura rupturista y la tradicional. Que cada cual opine lo que quiera, pero lo más sensato en literatura es no privarse de nada.
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