Hellboy 2, el regreso del diablo rojo

Tras el éxito comercial de la primera entrega, el mexicano Guillermo del Toro retoma para la gran pantalla en 'El ejército dorado' al personaje salido de la imaginación del dibujante Mike Mignola

De izquierda a derecha, el acuático Abe Sapien, Hellboy y su incendiaria novia Liz.
De izquierda a derecha, el acuático Abe Sapien, Hellboy y su incendiaria novia Liz.
Javier Miranda

29 de agosto 2008 - 05:00

El autor de cómics Mike Mignola y el director Guillermo del Toro parecen unidos por un indescifrable destino. El primero empezó la serie de Hellboy en 1994 y el año antes el mexicano debutó e inició su asombrosa carrera con Cronos. Desde el primer momento Del Toro tuvo claro que quería adaptar algún día a este demonio rojo que pertenece a una organización secreta del gobierno de Estados Unidos, formada por fenómenos paranormales que luchan contra otros como ellos pero que son más siniestros. Por fin el cineasta, que tiene una curiosa trayectoria con un pie en el mundo hispano y otro en Hollywood, pudo cumplir su sueño. Mignola se quedó asombrado de que alguien quisiese adoptar a su criatura. El éxito del filme fue suficientemente contundente como para propiciar la secuela que se estrena hoy. Del Toro mostró su coherencia con sus propios postulados, consiguiendo hacer el filme que él quería. Entre otras cosas impuso a Ron Perlman, el gigantón actor, todo lo contrario de una estrella glamourosa, como protagonista, con sus cuernos truncados y sus deplorables modales. Del Toro mostró su capacidad para mezclar lo lírico y lo bizarro en una producción comercial, como ya hizo en la segunda parte de Blade.

Esta secuela de Hellboy llega tras el mejor filme del mexicano, la española -o azteca según convenga, según pasó en los Goya y en los Oscars- El laberinto del fauno, así que habrá que ver cómo le ha sentado el paso a su vertiente americana. Por de pronto Hellboy: el ejército dorado aumenta lo maravilloso en su vertiente cruel que tanto gusta a Guillermo del Toro, que tuvo un buen presagio sobre su rodaje. Tras el cierre de Revolution, que produjo la primera entrega, el nuevo proyecto pasó a Universal, el estudio de los grandes clásicos del terror, que el mexicano devoraba en su infancia y marcaron mucho su trayectoria cinematográfica. En Hellboy 2: el ejército dorado aumentan las criaturas de la noche, lo que ha llevado a dos grandes trabajos. Uno de maquillaje, algo que le encanta a Del Toro, que no en vano empezó en cine así, y efectos especiales para algunas escenas de masas. Dos años y medio estuvo escribiendo el guión, pues quería que esta historia fuese más densa de la de la primera entrega, y que lo sobrenatural se apoderase de toda la trama sin ningún tipo de concesión. Lo que pretendía era volver a hacer otro cuento de hadas negruzco como fue El laberinto del fauno. El diseño de producción también fue cuidado para recrear los mundos imposibles que recoge el filme.

La historia nos vuelve a presentar a Hellboy como uno de los mejores agentes del BRPD, la agencia que recoge a seres sobrenaturales para luchar contra otros que no tienen para con nuestro mundo visible buenas intenciones. Es lo que ocurre cuando un secular pacto se rompe. Desde hace milenios los humanos y las criaturas del infierno conviven en paz, hasta que Nuada decide que ya está bien de rendir pleitesía a los hombres y decide invadir el mundo. El demonio rojo y sus amigos ya conocidos se tienen que enfrentar a esta amenaza. Entre ellos, el acuático Abe Sapien (encarnado por Doug Jones, experto en enmascararse, fue el fauno del anterior film del mexicano y Silver Surfer en la segunda entrega de Los cuatro fantásticos) y su propia novia Liz. Un trabajo adecuado para Hellboy, que se mueve entre los dos mundos.

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