Sangre muy caliente

Icónica Sevilla Fest | crítica

Los Gypsy Kings hicieron desbordar de alegría a todo el público que llenó el jueves el recinto de la Plaza de España en otra gran noche del Icónica Sevilla Fest

Mario y André Reyes, líderes de Gypsy Kings
Mario y André Reyes, líderes de Gypsy Kings / Juan Delgado

Aunque empiece a traicionarme la edad, confieso que sigo siendo muy punky. Por eso cuando en la noche del jueves entraba en el recinto que el Icónica Sevilla Fest ha dispuesto en la Plaza de España lo hacía muy escéptico sobre lo que nos iba a ofrecer esta rama de André Reyes desgajada del tronco principal de los Gypsy Kings. Pero después de dos horas de espectáculo salí de allí, echados a volar hacía rato todos mis prejuicios, moviendo el culo al compás del estribillo que acababa de escuchar y tarareaba: chiribí, chiribí, chiribambaaam

Los primeros que salieron al escenario son los que proporcionaron el gran respaldo instrumental del grupo: François Santiago a los teclados, Joseph Cortés a la batería, Danny Avelino al bajo y Guilherme Alves, el director musical de la banda, a las percusiones, para dejarnos una intro de ritmos afrolatinos que les asemejaban a unos Osibisa del siglo XXI. Con sus últimos compases fue apareciendo por el escenario el clan de los Reyes, todos hermanos, primos, sobrinos, de igual apellido y diversas edades, armados de guitarras de palo en las que cinco de ellos repetían los mismos acordes todos a la vez formando un inmenso campo sonoro, del que Mario, maravilloso solista, arrancaba las amapolas. Todos ellos se fueron turnando al cante en A tu vera, excepto André, que ejerció de maestro de ceremonias, ordenando con su mirada a unos y a otros quién tenía que acercarse a su micro a cantar una estrofa: primero Kakou, luego Patchai, Thomas y Tambo, el que menos se prodigó por una afección de voz que traía.

Si hubiesen mantenido este patrón de acordes de acompañamiento sin demasiadas diferencias y voces dándole aires de rumbas flamenquitas a las canciones durante toda la noche hubiesen resultado cansinos, pero supieron meter en su cadena eslabones que marcaban contrapuntos, que no todo iba a ser fiesta, ya fuese cantando despacito como hizo André, ahora sí voz solista, en Un amor y en La Montaña, o Patchai en Habla Me; y en forma de magníficos instrumentales con el protagonismo de Mario, guitarrista genial y sobrio, que dejó punteos enormes, mano a mano con el teclado de François, en su interpretación de Allegria, o sentado, reconcentrado en un Pharaon que haría sonreír a Manolo Sanlúcar, acelerado al final con todos los demás a su alrededor rindiéndole tributo de admiración.

Gypsy Kings by André Reyes
Gypsy Kings by André Reyes / Juan Delgado

La fiesta la pusieron con La Dona, variaciones lolailos del Por el amor de una mujer de Julio Iglesias, que ellos dedican a Brigitte Bardot; con Djobí Djobá, sobresaliendo batería y percusión y el bajista, pura alegría, dando saltos al compás; con Baila Me, una rumba gaditana a cargo de Thomas impulsada por Guilherme, tremendo en los redobles a dos timbales y platillo para después golpear sus tres enormes congas ocasionando un seísmo que hizo peligrar su tarima. Kakou comenzó Maria Dolores y dio un paso atrás para dejar delante a Mario y su guitarra solista, que después le devolvió el sitio; hasta yo quería bailar con este muro de cinco guitarras a la vez en la misma onda, algo que no había visto en un escenario desde que Glenn Branca presentó su Symphony Nº 8 en el concierto más brillante de la Expo 92; experiencias diferentes: arty aquella, divertida esta, perfectamente válidas las dos.

Las más lanzadas comenzaron a levantarse y bailar con el Bem Bem Maria que empezó Kakou y terminaron todos juntos, para dejar a Mario en dúo de guitarra y palmas del respetable, que rompió el jefe tomando otra vez la voz solista para entonar algo que todos conocíamos, y cuando llegó la hora de decir A mi maneeeeraaaaa, muchos cientos de personas lo gritaron con él. André llamó a Danny a primera línea, que se lo había ganado; Joseph y Guilherme en los cajones a ritmo lento… uno, dos, André acelera la melodía y todo se desbordó, de pie, bailando, con cara de felicidad. A los Gypsy Kings se unieron luego Emilio y Sergio Almagro para derramar un poco de caspa a costa de ese color especial que tiene Sevilla y cuando luego todo el mundo se olió el Bamboleo, arriba de nuevo. En la presentación de los músicos Danny dejó un solo de bajo tan corto como sublime que François enlazó con ritmos reguetoneros desde sus teclados y Joseph nos hizo saborear por primera vez el rock con su solo de batería, que no fue tan solo porque hizo participar en él a la gente. Después de esto Volare incluso pareció vulgar. Voy voy voy fue el primer bis y se despidieron con un Chiribí que hizo emplearse a fondo a los vigilantes para disuadir de hacerlo a todos los que se acercaban a pie de escenario con la pretensión de bailar al ladito de la banda, los Gypsy Kings.

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