Gregor Acuña se mete en la piel de 'El gran inquisidor' de Dostoievski
El actor representa desde mañana hasta el domingo en La Fundición un cuento ambientado en Sevilla e incluido en 'Los hermanos Karamazov' · Juan Carlos Malpeli, defensor del método Strasberg, dirige la obra.
El actor Gregor Acuña ha cruzado la frontera de ese territorio, el de la comedia, que pisaba con la soltura que le daba el oficio: ha matado al payaso, como él dice, y ahora mira al interior para abordar un personaje complejo y sombrío, un texto extraído de Los hermanos Kamarazov, de Fiodor Dostoievski. El gran inquisidor, un cuento que el autor ruso ambientaba en Sevilla, regresa a la ciudad en la que transcurría la acción: estará en la Fundición desde mañana hasta el domingo.
Acuña se mostrará al público "desde un punto de vista nuevo": esta vez se siente "desnudo" porque parte de su experiencia "como ser humano, sin otra cosa a la que agarrarte", y desde ese material sensible construye el personaje. Hasta ahora, el proceso vivido por el intérprete era el contrario. "Antes había un personaje al que crear físicamente, como una máscara. Aquí todo sale de dentro: lo único importante es quién es ese personaje, qué le ocurre", explica. El actor ha llegado a comprender a su protagonista, un inquisidor que se enfrenta al propio Jesucristo, que ha vuelto a la Tierra y es acusado de herejía. "Ahora, después de todo el trabajo, quizás no titularía la obra como El gran inquisidor, sino como, tal vez, La justificación. Este hombre tiene sus razones para haber hecho lo que ha hecho", opina Acuña, antes de sostener que en la peripecia de su personaje se vislumbra el espíritu del creador de Crimen y castigo. "Stefan Zweig, que es uno de mis escritores favoritos, hizo una biografía de Dostoievski en la que decía que el gran secreto de éste era que creía en Dios, pero no lo encontraba. Y eso es lo que le pasa a este inquisidor".
El coordinador del Centro de Artes Escénicas de Sevilla, que espera poder representar la obra en el Castillo de San Jorge pero aún no ha recibido el permiso del Ayuntamiento, no oculta que ha sufrido cierta inseguridad ante un desafío que ya atrajo a George Tabori, Peter Brook (quienes presentaron, por cierto, sus montajes en Sevilla), Klaus Kinski o Patrice Chéreau. "A veces me pregunto quién me manda meterme en todo esto. ¡Con lo a gusto que estoy haciendo el payaso! Con el éxito que hemos tenido en el Central [donde presentó estas navidades, con la compañía Oriolo, ¡Fun-fun-fun!] y lo bien que me lo paso con el Restaurant Tú Three, con el que este año me voy de gira por Holanda...", lamenta. Pero el propio actor reconoce que éste no ha sido, precisamente, su primer salto al vacío, que su carrera ha ido evolucionando por la necesidad de tantear otros registros. "Me interesa plantearme retos. Después de estar cinco años colaborando con Tricicle quería ver si era capaz de crear yo mismo un espectáculo de humor sin palabras. Me rodeé de dos actores estupendos e hicimos este proyecto. Luego me apeteció hacer un tipo de payaso más clásico con Oriolo. Ahora esto... Pero no soy como otros que encuentran un lenguaje y sólo quieren hacer eso. Me apasiona cambiar", admite.
En la aventura ha tenido como aliado al director argentino Juan Carlos Malpeli, un profesional de larga trayectoria que trabajó durante nueve años en el Lee Strasberg Institute. Con este espectáculo, Malpeli cumple "un sueño que tenía: traer la metodología que aprendí en Estados Unidos. Aquí hay mucho talento, lo sé porque estuve viviendo un año y medio, pero rompes los esquemas cuando planteas tu manera de ver las cosas. Hay gente que dice: No, yo estoy bien con la máscara, con la comedia del arte, un teatro en el que no me implique. Pero todo el mundo sueña con ser un gran actor, con ser Marlon Brando, que estaba meses profundizando en un personaje". Con Gregor Acuña, cuyas posibilidades intuyó cuando le impartió un curso organizado por Viento Sur, el proceso creativo fue una investigación constante. "No empecé con lo de Gregor, apréndete el texto. Fue una búsqueda de llantos, risas, enojos. Se trataba de parir algo nuevo, de honrar al genio de Dostoievski".
El gran inquisidor. La Fundición. De miércoles a sábado a las 21:OO, domingo a las 20:00. Entradas a 13 euros (10 con descuento). Jueves, 11 y 8 euros.
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